Colonias antiguas de Tijuana

 

L. Bibiana Santiago Guerrero*

 

El presente trabajo es un avance del proyecto intitulado “Colonias antiguas del poblado de Tijuana, 1929-1945”, que busca hacer un análisis de la formación de las primeras colonias urbanas de ese lugar. Nos referimos a la Libertad, la Morelos y Castillo, que surgieron dentro de un mismo contexto histórico.

En 1929, la economía del poblado de Tijuana se desarrollaba paulatinamente para dar vida a una infraestructura turística destinada a satisfacer las exigencias de los efectos de la llamada ley seca, una situación relevante surgida en Estados Unidos. También conocido como “movimiento moralista”, su objetivo fue erradicar el vicio en sus distintas formas, prohibiendo la producción y venta de bebidas alcohólicas, lo que se sumó a la de la práctica de los juegos de azar. Debido a ello, los promotores del juego y el alcohol del vecino país empezaron a trasladar sus intereses a la frontera mexicana, lugar que les pareció idóneo para atender a los numerosos estadunidenses afectos a las diversiones prohibidas en su país. Por ello, durante las tres primeras décadas del siglo xx, en Baja California se establecieron industrias y comercios que buscaron satisfacer las demandas del turismo proveniente de los Estados Unidos, principalmente.

En ese entonces, la jurisdicción del actual municipio de Tijuana estaba formada por el pequeño poblado y una serie de ranchos aledaños. De acuerdo con una fotografía panorámica del pueblo de Tijuana tomada en 1924, se aprecia que las viviendas estaban ubicadas de manera dispersa, en tanto que en una imagen de 1930, se observa ya un aumento considerable de casas habitación. Posteriormente, esta población fue expulsada para dar paso a las actividades comerciales y de servicio, por lo que las nuevas viviendas tuvieron que ubicarse fuera de esta zona, surgiendo las primeras colonias obreras de Tijuana: Libertad, Morelos y Castillo, y las de la élite: Escobedo Cacho. Eventualmente, esta expansión urbana provocó el fraccionamiento de los antiguos ranchos aledaños al poblado, y el crecimiento demográfico trajo como consecuencia que dicha mancha urbana se orientara hacia el este y el oeste, debido a que por el sureste corría el río Tijuana. Fue así que la población se asentó en las partes altas del área, como sucedió con las colonias Libertad y Morelos, en 1929, y la colonia Independencia, en 1934.

Otro elemento que influyó en la ubicación de los nuevos asentamientos humanos fue la cercanía con las aguas termales de Agua Caliente; en las notas periodísticas de 1930 se promovía la venta de lotes de la colonia Escobedo Cacho, con el siguiente señuelo: “En el camino que va al Agua Caliente”. De hecho, el nombre del bulevar Agua Caliente se debe a la existencia de estas aguas termales.

El contenido de esta investigación está orientado teóricamente por la historia urbana, pues ésta ofrece una manera de leer el contexto socioeconómico y urbano. La historia urbana permite analizar a la ciudad como un ente que participa en la construcción de los procesos históricos. En este tipo de enfoque, la ciudad tiene su esencia explicativa en la totalidad social y, a su vez, se constituye en determinante de lo social, al preguntarse cuáles son los motores de la urbanización. En este sentido, los elementos propios del poblado de Tijuana que generaron la creación de sus primeras colonias urbanas están estrechamente ligados a una articulación económica en torno a la formación de una infraestructura turística. Si sus primeras colonias se incorporaron al tipo de desarrollo económico del poblado, entonces es necesario retomar el planteamiento de Berry, en el que enuncia a “la ciudad como un sistema en un sistema de ciudades”.1 En el primer nivel, “la ciudad como sistema”, surgen las siguientes preguntas: ¿Qué función les correspondió a las primeras colonias  urbanas en el conjunto los hilos finos que forman el tejido urbano? ¿Quiénes eran y de dónde venían sus primeros pobladores? ¿Qué herencia cultural traían y qué les sirvió para incorporarse a la Tijuana de la época de la ley seca? Estas interrogantes son los ejes centrales de este trabajo.

Por tal motivo, esta exposición se ha dividido en tres apartados: en el primero se describe a los actores sociales que participaron en la disputa por el espacio urbano para la formación de las primeras colonias, señalándose además las estrategias de que se valió la población para fundarlas. En el segundo se da énfasis a las familias fundadoras de esas colonias, su lugar de origen y la ruta de migración que siguieron hasta llegar a Tijuana. En el tercero se muestra cómo esta población se incorporó al desarrollo económico generado por la vigencia de la ley seca en el país vecino.

 

Los actores y las estrategias de formación

de las colonias Libertad, Morelos y Castillo.

En primer lugar nos interesa descubrir cómo se fundaron las primeras colonias de Tijuana y cuál fue el escenario de las luchas políticas de los diversos grupos sociales que entraron en conflicto por la propiedad privada del suelo, desde el gobierno federal, ciertos grupos locales, los antiguos rancheros poseedores de grandes extensiones de tierra, los empresarios estadunidenses, –quienes invertían en infraestructura turística para sus compatriotas–, hasta ciertos grupos de migrantes.

 

El movimiento obrero local

En la historia del movimiento de la clase trabajadora local encontramos que sus demandas se incrementaron en la década de los años veinte del siglo xx; al principio fueron por obtener fuentes de empleo, pues a raíz de la ley seca las empresas estadunidenses que invertían en la región, contrataban a trabajadores de su país y los traían a Tijuana. Ante esta situación, los mexicanos se unieron para que los nacionales tuvieran una participación más activa en el desarrollo económico local. Entre sus estrategias de movilización promovieron el lema: “Los que viven de Tijuana que vivan en Tijuana”.

Simultáneamente, poco a poco se fueron organizando diversas agrupaciones laborales: en 1922 se creó la Liga de Choferes; en 1924, el Sindicato de Cantineros y Empleados de Cantinas; en 1925, el Sindicato de Músicos y, en 1926, el Sindicato de Carpinteros.

En 1929, otro objetivo se sumó a este movimiento de los trabajadores: el de la lucha por la propiedad de la tierra, para lo cual formaron el Sindicato de Pequeños Poseedores, lo que les permitió a sus agremiados ocupar un predio para formar una colonia, la primera de Tijuana con perfil obrero y urbano.

Hay que señalar que en esa época, a nivel nacional, se buscaba una estabilidad política, y uno de los principales objetivos del gobierno mexicano era incorporar a los movimientos sociales (por ejemplo, de campesinos, de obreros) en sindicatos y organizaciones laborales para vincularlos al partido político en el poder, buscando así el control de dichos grupos sociales. De hecho, para buena parte de la sociedad, el sindicato representó un medio eficaz para obtener respuestas a sus demandas sociales. En Tijuana, por ejemplo, el Partido Laborista, fundado en 1925, tuvo una presencia política importante. Sus afiliados pertenecieron a la Confederación Regional Obrera Mexicana (crom), cuyo dirigente nacional era Luis N. Morones, y sus líderes locales fueron Santiago Mitre, Tomás Alvarado y Ramón G. Pavón, entre otros. Sin embargo, el presidente de la república, Emilio Portes Gil, se declaró enemigo político de Morones, por lo que se empeñó en restarle poder a la crom y al Partido Laborista. Una de sus estrategias fue la creación de nuevas organizaciones obreras en los estados de la república y afiliarlas al Partido Socialista Fronterizo (psf).

En el marco de esta disputa por el liderazgo del sector obrero en Tijuana, resalta la trayectoria política de Rodolfo G. Roing, pues en su correspondencia hemos encontrado referencias que nos ilustran el contexto sociopolítico de la época. Roing fue secretario del Sindicato de Choferes de Tampico, Tamaulipas, en el periodo en el que Emilio Portes Gil fue gobernador de ese estado quien apoyó la formación del psf. Hacia 1929, Roing ya residía en Tijuana y Portes Gil era el presidente de la república, de tal manera que el primero era un fiel informante de lo que ocurría en el entonces Distrito Norte de Baja California y al interior de la crom. En cartas que éste le envió al presidente de la república, expresaba su deseo de apoyarlo en la organización de los trabajadores y afiliarlos al psf, desbancando de esta manera a la crom.

A principios de mayo de 1929, Roing le comunicó a Portes Gil que el líder local de la crom, Santiago Mitre, había viajado a la ciudad de México y que el 2 de mayo

[...] con 50 obreros se dieron principio los trabajos de la presa Rodríguez y que para el lunes se tomarán como 200 o 250 trabajadores más y que el general Rodríguez ha dado órdenes de que se ocupe al elemento que ha estado a sus órdenes en el movimiento que está por terminar y que después a los elementos de la crom. Hechos que se pueden tener como un campo propicio para desbaratar al elemento cromiano, por lo que espero me dará usted instrucciones [...] pues ya sabe que para organizar no tengo precio.2 

Así pues, el viaje de Mitre a la ciudad capital y la preferencia de contratar a los trabajadores que no pertenecían a la crom en Tijuana, llevó a Roing a sugerirle al presidente mexicano que empezara la disolución de la agrupación. Dentro de este contexto político se formó el Sindicato de Pequeños Poseedores.

 

La disputa por el espacio: La ocupación de Las Higueras

El 27 de julio de 1929, con el propósito de ocupar un terreno para fundar una colonia obrera, se formó el Sindicato de Pequeños Poseedores. Dos días después, el 29 de julio, los sindicalizados ocuparon el terreno denominado Las Higueras, ubicado en el lote marcado con la letra “N”, al oriente de la población, en el camino nacional que conducía a la presa Rodríguez.3  En aquel tiempo, la propietaria, Dolores E. Argüello, lo tenía en arrendamiento a Virginia S. de Argüello. Los líderes de esta ocupación fueron Domingo García, Manuel Ojeda, Manuel Lerma, Maximino Dumas, Rodolfo G. Roing, Alfonso Montiel y Dimas Ramírez. Existen referencias documentales de que tanto Domingo G. García como Manuel Lerma formaron parte de la mesa directiva del Partido Socialista de Tijuana, adherido al Partido Nacional Revolucionario. García fungió como vicepresidente y Lerma como pro secretario de dicho partido,4  lo que nos indica que los ocupantes de Las Higueras sí se afiliaron al partido de Portes Gil, (psf) de quien esperaban recibir apoyo para fundar la colonia obrera.

El 8 de agosto, Roing le envió una misiva a Portes Gil en la que mencionaba:

Hace como dos semanas se constituyó en ésta, un Sindicato de Pequeños Poseedores, con el objeto de tomar posesión de una extensión de terreno como de tres hectáreas, propiedad de la nación [...] En una de las sesiones tenidas al aire libre dentro de la posesión que tomó dicho sindicato fui y tomé la palabra [...] y les di a conocer los grandes dotes suyos [...] y que se dirigieran a Fomento, pidiéndole comprarlo a la nación y que usted los ayudaría como había ayudado a los tamaulipecos; terminó haciéndose un nutrido aplauso en su nombre y vivas a usted, y a la colonia que lleva su nombre, y luego se tomó el acuerdo de dirigirse a usted y a la Secretaría de Fomento para que se les vendiese el terreno.5          

El que un grupo de personas invadieran una propiedad privada y buscaran formar un asentamiento se trató de una estrategia novedosa hasta entonces, pues no se han encontrado antecedentes; sin embargo, es un fenómeno social que se manifestó posteriormente con mucha frecuencia y al que se le denominó “movimiento urbano popular”. Esta colonia, la más antigua, en su efímera vida llevó el nombre de Emilio Portes Gil, con la clara intención de los sindicalizados de obtener el apoyo del presidente México para conservar el terreno.

Anteriormente, Domingo G. García, líder del movimiento, había enviado otro escrito al presidente Portes Gil, en el que le pedía garantías para las 120 familias a las que el sindicato les había dado posesión para fundar la colonia Portes Gil, debido a que encontrándose dichos terrenos en completo abandono desde hace más de tres años, con fecha de hoy se presentó ante el agente del Ministerio Público, un señor de nombre Santiago Argüello, alegando ser el representante provisional de la señorita Dolores Argüello, que murió intestada hace tres meses en Estados Unidos, siendo ella ciudadana americana.6

Los sindicalizados argumentaban que al fallecer Dolores Argüello en las condiciones ya mencionadas, los predios pasaron a formar parte de los terrenos nacionales, por lo que solicitaban a la Secretaría de Agricultura y Fomento (saf) que dictara órdenes para que les autorizara fundar una colonia obrera. El presidente Emilio Portes Gil, a través de Gobernación, transcribió dicha solicitud y la envió a la saf pidiendo informes sobre el asunto.  Los solicitantes pusieron en evidencia los problemas relativos a la tenencia de la tierra en Tijuana: la existencia de propietarios extranjeros y la de rancheros tradicionales, poseedores de grandes extensiones de terreno.

Por otro lado, parte de la gente que fundó el Sindicato de Pequeños Poseedores había participado en la revolución mexicana y, por lo tanto, estaban politizados. Al llegar a Tijuana se encontraron con que existía un campo propicio para manifestarse políticamente debido a los siguientes aspectos: una ley seca estadunidense, terrenos en poder de extranjeros y, por último, empleados locales residentes en San Diego, California. En los documentos en donde los sindicalizados se dirigían a la autoridad, se aprecia el reclamo de que la revolución no hacía justicia a los obreros, así como su disgusto contra los “burgueses” y “acaparadores de tierra”, como textualmente señalan. Asimismo, denunciaban que el gobierno local apoyaba a estos últimos.

En corroboración de esto, la familia Argüello acudió ante el Ministerio Público para reclamar el terreno invadido. En respuesta, las autoridades locales detuvieron, el 7 de agosto, a los dirigentes del movimiento –Domingo García, Manuel Lerma y Manuel Ojeda–, por el delito de asalto en cuadrilla en propiedad ajena. Un día después, por órdenes del entonces gobernador de la entidad, José María Tapia, desalojaron a los integrantes del sindicato; la escena la describió Domingo García en los siguientes términos:

Con fecha 8 de agosto a las cinco de la mañana [...] el delegado de Gobierno, con el coronel jefe del sector y quince policías de la localidad se presentaron al terreno sin orden oficial [...] y por la fuerza procedieron a derribar todas las carpas de las familias y a lanzarlos del lugar [...] Al otro día emplearon a más de quince obreros para cercar el terreno.7

Como respuesta al desalojo, el presidente Portes Gil, en un intento por regularizar la tenencia de la tierra en Tijuana, emitió el decreto de 9 de noviembre de 1929, por medio del cual se estableció que la totalidad de la tierra en Tijuana se consideraba propiedad de la nación, señalándose los requisitos para acreditar las posesiones en un término no mayor de 90 días de quienes tuvieran derechos. Así pues, los terrenos que no fueron revalidados se considerarían propiedad de la nación y la saf tendría la facultad de venderlos o arrendarlos. Esta resolución beneficiaría en principio a los sindicalizados, puesto que desde que ocuparon el terreno de Las Higueras habían pedido a Fomento que se los vendiera. Portes Gil emitió este decreto tratando de propiciar un nuevo reparto de tierras, pero las condiciones no estaban aún dadas y sería hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas cuando la filosofía de la revolución mexicana y su lucha por la tierra rendiría algunos frutos.

 

La fundación de las colonias 

El 24 de noviembre de 1929, cuatro meses después del desalojo del terreno de Las Higueras, Domingo G. García y su grupo ocuparon los terrenos aledaños al antiguo hipódromo, en donde finalmente se establecieron. El gobierno local intentó desalojarlos con la estrategia de reubicarlos en otra zona de Tijuana. El delegado de Gobierno en Tijuana, en un escrito dirigido a la Secretaría de Gobernación, con fecha 10 de diciembre, informó que:

Esta delegación a mi cargo, adquirió dos manzanas de terreno con objeto de lotificarlas y vender los lotes al precio de costo, a las personas que tuvieran necesidad de terreno para fincar sus casas y, al efecto, muchas personas han hecho su solicitud para que se les adjudique un lote, y antes que nada, me dirigí a los miembros del Sindicato de Poseedores, que encabeza el señor García, quien clara y terminantemente se negaron a aceptar terrenos en la forma propuesta [...]8

La versión no oficial de este acontecimiento la encontramos en Francisco M. Rodríguez, integrante del Sindicato de Pequeños Poseedores, quien consignó en su autobiografía, lo siguiente:

En el movimiento Rafael Quintero nos traicionó y con 40 compañeros abandonó la lucha del Sindicato de Pequeños Poseedores y por consejo del general Tapia (gobernador del Territorio), forjó lo que es hoy la colonia Morelos y otros, un pequeño barrio que hoy es la Puerta Blanca (colonia Castillo) [...]9

Así fue como tuvo lugar la fundación de las colonias Morelos y Castillo. En cambio, la colonia Libertad siguió otro camino. Referencias testimoniales relatan que el entonces delegado de Gobierno, Adrián Cubillas, en complicidad con un estadunidense de apellido Naugart, quería construir un fraccionamiento en los terrenos ocupados por los sindicalizados, razón por la que el gobierno local intentó reubicar a la población. Pero una parte de los integrantes del Sindicato de Pequeños Poseedores no aceptó la propuesta de reacomodo, por lo que continuaron con el movimiento y se quedaron en los terrenos del antiguo hipódromo, donde hoy se encuentra la colonia Libertad.

Debido a la salida de Tapia como gobernador, los líderes del movimiento –Manuel Lerma, Manuel Ojeda y Domingo G. García– se entrevistaron con el nuevo mandatario, el general Arturo Bernal, quien apoyó la fundación de la colonia Libertad en 1930.

Nos atrevemos a inferir que los integrantes del Sindicato de Pequeños Poseedores fundaron simultáneamente las colonias Libertad, Morelos y Castillo, debido a que al tener acceso a la lista de registro del sindicato, hemos identificado a sus integrantes solicitando servicios públicos para estas colonias. El sindicalismo de la década de los años veinte fue la estrategia para formar las primeras colonias obreras en Tijuana. Si bien es cierto que el grupo que ocupó Las Higueras se organizó a través del Sindicato de Pequeños Poseedores y posteriormente se afilió al Partido Socialista de Tijuana, existen indicios de que parte de los integrantes del sindicato lo abandonó una vez que se les adjudicó su terreno; de esto existen testimonios orales de viejos residentes de la colonia Libertad.

Existen referencias de que todavía en 1936, poco antes del reparto agrario cardenista en Baja California, se organizaban sindicatos para obtener terrenos donde fincar viviendas; tal es el caso de Filemón Herrera, agricultor del ejido Distrito Federal del valle de Mexicali, quien señala al respecto:

En 1936, Rubén Araiza, el coronel Nizain y el mayor Merino (el primero era director o gerente del ferrocarril en Mexicali), nos dijeron: “tienen que formar un sindicato porque el terreno se va a repartir”; nadie quería agarrar tierras, de los que estábamos trabajando aquí, cómo vamos a agarrar un terreno si no nos costó nada; no, nos dijeron ellos, no sean tontos muchachos, esos terrenos tarde o temprano tendrán que repartirse, porque la tierra es de quien la trabaja. Entonces, hicimos la solicitud en conjunto, para 55 miembros; ellos le pusieron el nombre, (los del Departamento Agrario) [...] Con el reparto de tierras el sindicato desapareció. Ahora teníamos una unión diferente.10 

Así pues, para ser beneficiado con tierras era indispensable agruparse a un sindicato, aunque el movimiento obrero tijuanense no sólo gestionó la creación de las primeras colonias sino que a partir del sindicalismo de los años 30 y del cardenismo participó en la expropiación de casinos y de ciertas empresas para dar paso a escuelas, iglesias y colonias.

 

Familias fundadoras: origen, ruta de migración y herencia cultural

Tanto el origen de las primeras familias como las rutas que siguieron para llegar a Tijuana y, una vez establecidas, su ocupación laboral, es información proporcionada por los protagonistas y por la segunda generación de colonos. En este apartado incluimos testimonios de residentes de las colonias Libertad y Morelos.

La población que se asentó en las colonias al llegar a Tijuana traía consigo su propia historia, su cultura, su singular identidad, formada en otros lugares. Por ejemplo, su oficio se relaciona con lo que aprendieron en el seno familiar en su lugar de origen, y éste se enriquece con los nuevos referentes que fueron incorporando al residir en otros lugares, al adaptarse y acrecentar sus experiencias. Se dice que el migrante cuando viaja, no lleva nada, sólo lo hace con sus recuerdos, pero esto es lo más valioso, es lo que lo ayuda a enfrentar su nuevo entorno. En este sentido, Bernard Lepetit acota:

Las sociedades urbanas son sociedades mezcladas. El crecimiento de la población, [...] supone la existencia de flujos migratorios constantes. La importancia de la cantidad de recién llegados y la extensión de la cuenca migratoria donde se encuentran, depende del tamaño de la ciudad considerada, de su función y de la coyuntura económica [...]; las sociedades urbanas, son sociedades plurales donde el problema de las identidades y de las identificaciones se plantea de forma diferente que en el de las sociedades aldeanas más arraigadas.11

Los nuevos inmigrantes se enfrentaron a la coyuntura económica de una Tijuana que giraba en torno a una oferta turística generada por la ya mencionada  ley seca. Sin embargo, la ciudad no es la única portadora de identidad, sino que la población inmigrante también añade sus rasgos identitarios de origen. Por ello es importante la identificación de los rasgos culturales de los fundadores de las colonias. En este sentido, nuestra guía son las genealogías sociales,12  y el método de trabajo es el de la tradición y la historia oral. En las familias de los informantes se buscó conocer el origen, la educación, la ocupación y la residencia de tres generaciones. Nuestros interlocutores nos informaron el lugar de origen de sus abuelos, padres, tíos, hermanos y de ellos mismos, así como la ruta migratoria que siguieron y la ocupación en cada uno de los lugares por los que pasaron antes de llegar a Tijuana, lo que nos revela sus conocimientos laborales y cómo los adaptaron al entrar en contacto con el  nuevo entorno tijuanense.

En la lista de los integrantes del Sindicato de Pequeños Poseedores encontramos los siguientes nombres:

Jorge Valeriano, Jesús Valdez, Manuel M. Guzmán, Roberto Olvera, Jacinto Hernández, José García, Vicente Duarte, Gorgonio Ochoa, Conrado Olvera, José Bargaz, Ponciano Márquez, Manuel Aguirre, (nombre ilegible) Flores, Francisco Valencia, (ilegible) Cubillas, Manuel Paredez, Librado Ochoa, Silvestre Ochoa, Guadalupe Ochoa, Felipe, Manuel Lerma, Rafael Quintero, José M. Ávila, Francisco M. Rodríguez, M. Carrillo. Presidente Domingo G. García, secretario  Abraham Olvera, tesorero Ignacio García, primer vocal Jorge Valeriano.13

En el trabajo de campo nos dimos a la tarea de localizar a esos residentes antiguos de las familias en las colonias Libertad y Morelos, quienes nos ayudaron a elaborar la genealogía social de sus familiares y a identificar dos rutas migratorias principales: una, proveniente del noroeste mexicano, y otra, del sur de California (eua). 

 

Inmigrantes cuyo origen es el noroeste mexicano, ex revolucionarios

Los estudiosos de estos fenómenos identifican una significativa migración desde el noroeste mexicano hacia Baja California en las postrimerías del siglo xix y principios del siglo xx, flujo que se intensificó en los periodos revolucionario y posrevolucionario, y aceleró la migración internacional hacia Estados Unidos.

Debido al conflicto bélico, las familias que fundaron las primeras colonias de Tijuana en 1929, procedían en buena medida de los estados de Sinaloa y Sonora, donde los progenitores de los entrevistados vivieron la lucha revolucionaria. Sabemos que parte de los sindicalizados participaron en la contienda, tanto del lado del ejército como de insurgentes. Mientras miembros de una familia participaban en el conflicto armado, otros se ocupaban en la construcción, aprendiendo a elaborar adobe y ladrillo, haciendo de este oficio una parte de la ocupación familiar.

De Sonora emigraron familias hacia Mexicali y Caléxico, ya que el auge agrícola de los valles de Mexicali e Imperial situó a estos lugares como puntos de destino. Ahí trabajaron en la pizca de algodón o en la construcción de casas habitación y de fábricas como el edificio de la Cervecería Mexicali. Unos continuaron en la elaboración de adobe y ladrillo, mientras otros se dedicaron a la carpintería. Algunas mujeres integrantes de estas familias fueron empleadas transfronterizas y se ocupaban tanto de la pizca de algodón como del aseo de casas en Caléxico, California. De Mexicali, algunas familias emigraron a Tijuana y otras a Rosarito, donde surgieron fuentes de empleo, debido a la construcción en 1927 del hotel Rosarito, propiedad del señor Manuel Barbachano, empresario de la región. La migración internacional hacia Estados Unidos fue también importante. Existen registros de familiares que emigraron desde Mexicali a los estados de California y Arizona, en Estados Unidos.

 

Las rutas migratorias

Se han identificado las siguientes rutas seguidas por los migrantes:

Primera: La que siguieron las familias hacia Tijuana que, procedentes de Sinaloa y Sonora, llegaron a Mexicali, a Rosarito y finalmente a Tijuana. Éste fue el caso de la familia Ochoa, de Manuel Ojeda y sus hermanas, de las familias Laborín Valenzuela, de Manuel Lerma, y de Alfonso y José María Montiel. Todos pertenecieron al Sindicato de Pequeños Poseedores.

Segunda: La familia quedó dispersa a lo largo de los sitios de la ruta migratoria; en los lugares de nacimiento de abuelos, tíos y hermanos de las personas entrevistadas, ubicamos la ruta que siguieron hasta llegar a Tijuana, donde se aprecia que algunos tíos y hermanos se quedaron a radicar en las ciudades por las que pasaban.

Tercera: Algunas de las familias procedentes del noroeste mexicano y que fundaron las primeras colonias, inmigraron a Tijuana entre 1920 y 1929, estableciéndose primero en el centro del pueblo y después en las colonias.

 

Inmigrantes repatriados

En Tijuana se vivió otro movimiento migratorio, producto de la crisis económica de 1929. La incipiente mancha urbana del poblado se extendió conforme la depresión mundial expulsó hacia la frontera a población de origen mexicano del estado de California. Ese año coincide con el de la fundación de las primeras colonias de Tijuana. En entrevistas realizadas a antiguos residentes de esas colonias, existen testimonios de la migración hacia Tijuana de población repatriada de Estados Unidos contando con documentación que la confirma.

Tal es el caso de la misiva que Domingo G. García, el líder del Sindicato de Pequeños Poseedores, envió al presidente Emilio Portes Gil, en donde le confirmó que:

Este sindicato fue formado con el único objetivo de colaborar con las disposiciones dictadas por usted en el sentido de proteger tanto al elemento trabajador como a los que están siendo repatriados, con motivo de la Ley Box, y que no tienen un pedazo de tierra en qué fabricar su hogar [...]14 

De esta manera, podemos diferenciar a los dos grupos que se autodenominaba “el elemento trabajador” y que residía ya en Tijuana y el de repatriados.

En otro escrito dirigido también a Portes Gil, aparece una descripción más nítida de esta avalancha de repatriados:

[...] viendo con verdadera tristeza que a diario llegan procedentes de Estados Unidos de América, un sinnúmero de familias que a cual más demostraban la verdadera necesidad que traían dada la forma que por concepto de la Ley Box les aplicaba el Cherif [sic] al ponerlas en la línea divisoria y esto consiste en no permitirles traer consigo ni lo más indispensable sino que de las calles de los distintos condados están siendo sacadas a la frontera, sin antes permitírseles ocurrir a sus hogares que tenían formados, motivo por el que están presentando un papel verdaderamente vergonzoso ante la vista del turismo que a diario invade esta población y nuestros compatriotas sin pan ni abrigo se refugian en el margen del río que es zona federal y allí, al pie del puente por donde pasa todo el tumulto censurador, viven estos compatriotas imitando a los primeros pobladores que según cuenta la historia vinieron del valle de México, y es por lo cual el Sindicato de Pequeños Poseedores tiene en primer lugar el anhelo de constituir una colonia obrera que sea después el orgullo de los pueblos de nuestra frontera y cooperar con esto al engrandecimiento de nuestra patria.15  

Sin embargo, no toda la gente que fundó estas primeras colonias provenía del noroeste mexicano o del sur de Estados Unidos; también las hubo procedentes de los otros estados de la república mexicana. En la historia de la migración hacia Baja California se tienen detectados varios movimientos que, de acuerdo con diversos procesos macrosociales, se fueron incorporando en distintos tiempos; por ejemplo, la migración procedente del noroeste mexicano antecede a la de repatriados del sur de Estados Unidos iniciada a partir de 1929; posteriormente, un importante flujo poblacional proveniente de los estados del centro del país tuvo lugar en el marco del programa bracero y de la segunda Guerra Mundial.

 

La incorporación al nuevo entorno tijuanense

A partir de 1929, las opciones del mercado laboral local estaban vinculadas a la construcción y funcionamiento de hoteles, casinos, bares y comercios. En enero de ese año, la Federación de Sindicatos y Uniones Obreras de Zaragoza envió una estadística al secretario de Gobernación en la que se enlistaban los oficios de la época. El motivo del escrito fue para solicitar que se dictara una disposición que prohibiera la inmigración de personas con residencia en el extranjero que cruzaban la frontera sólo para trabajar. Entre los oficios que se enumeraron encontramos los siguientes: En el área de turismo: Filarmónico, cantinero, cocinero, mesero, perrero, empleado de taquilla, cajero, empleado, expendio, tallador, fichero, almacenista, mayordomo, mozo, portero, estacionamiento; en el área servicios: troquero, carrero, mecánico; en la construcción: plomero, electricista, latillero, emplastador, carpintero y pintor.16

Esto nos permite tener un perfil del tipo de actividades laborales y de los establecimientos comerciales existentes en el entonces poblado de Tijuana. Los inmigrantes pudieron hacer uso de su herencia cultural para poder emplearse obras como la construcción del nuevo hipódromo, de la presa Rodríguez y de la de los locales donde se abrieron bares y cantinas. Por otro lado, las familias siguieron dedicándose a labores vinculadas a la construcción, involucrándose tanto en la elaboración de adobe y ladrillos, como en trabajos de carpintería e incluso de electricista, en el caso de los que pudieran emplearse en la compañía de luz controlada por la familia Barbachano, la Compañía Eléctrica y Telefónica Fronteriza, S.A.

Ya establecida la colonia Libertad, sus habitantes abrieron una ladrillera y crearon así su propia fuente de trabajo, al vender la producción excedente, ya que edificaron sus propias viviendas con el ladrillo y adobe que ellos mismos elaboraban. Adolfo Roy hijo, Emilio Hernández, Manuel Ojeda, Jesús Bojórquez, Gorgonio Ochoa y sus hijos Librado y Silvestre,17 son los nombres de algunos destacados participantes de este fenómeno.

En cuanto a las interrogantes planteadas inicialmente en el trabajo, sobre qué función les correspondió a las primeras colonias obreras en el conjunto de hilos finos que forman el tejido urbano y cuál fue el papel que jugaron las colonias en su origen respecto al contexto de la ley seca estadunidense, como respuesta, encontramos que el desarrollo económico generado por la ley seca requirió de mano de obra para la construcción y funcionamiento de infraestructura turística. Así, la población que fundó las colonias se integró al sistema como proveedora de mano de obra, la que se orientó a la construcción de infraestructura turística en la naciente ciudad. En cuanto a la segunda, ¿Quiénes eran y de dónde venían sus pobladores? Se identificaron dos orígenes de los inmigrantes: uno proveniente del noroeste mexicano, y el otro del sur de California.

 

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* Investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas, uabc. santiago@uabc.mx

 

Notas:

1 Citado por Bernard Lepetit, “La historia urbana en Francia: veinte años de investigaciones”, en Secuencia, núm. 24,  nueva época, septiembre-diciembre 1992, p. 23.

2 Carta de Adolfo G. Roing, ex secretario del Sindicato de Choferes de Tampico, al presidente de la república, Emilio Portes Gil, Tijuana, 3 de mayo de 1929, en agn, Emilio Portes Gil, fotocopia en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California, en adelante iih-uabc, exp. 1.35.

3 Antonio Padilla Corona realiza una investigación acerca de los predios, lotes y manzanas del poblado original de Tijuana y ubica el lote identificado con la letra “N” en el rectángulo formado por cuatro líneas: dos con orientación norte-sur (la oeste coincidió con la avenida Ocampo y la este al centro de las avenidas Pío Pico y Quintana Roo). Las otras dos líneas orientadas al este-oeste (la norte coincidió con la calle 6, y la sur con el bulevar Agua Caliente).

4 Carta de José Mapula, presidente del Partido Socialista de Tijuana, al presidente de la república, Emilio Portes Gil, Tijuana, 2 de enero de 1930. agn, Emilio Portes Gil, fotocopia en iih-uabc, exp. 1.76.

5 Carta de Adolfo G. Roing, ex secretario del Sindicato de Choferes de Tampico, al presidente de la república, Emilio Portes Gil, Tijuana, 8 de agosto de 1929. agn, Emilio Portes Gil, fotocopia en iih-uabc, exp. 1.37.

6 Carta de Domingo G. García, secretario general del Sindicato de Pequeños Poseedores, al presidente de la república, Emilio Portes Gil, Tijuana, 31 de julio de 1929. agn, Dirección General de Gobierno, fotocopia en iih-uabc, exp. 20.48.

7 Oficio de Domingo G. García, secretario general del Sindicato de Pequeños Poseedores, al secretario de Gobernación, Tijuana, 9 de agosto de 1929, agn, Dirección General de Gobierno, fotocopia en iih-uabc, exp. 20.48.

8 Informe del delegado de Gobierno de Tijuana al secretario de Gobernación, Mexicali, Baja California, 10 de diciembre de 1929, agn, Dirección General de Gobierno, fotocopia en iih-uabc, exp. 20.49.

9 Francisco M. Rodríguez, Baco y Birján, México, B. Costa-Amic, 1968, p. 141.

10 María Eugenia Anguiano y José A. Moreno Mena, Instrumentos y equipo agrícola. Valle de Mexicali, primera mitad del siglo xx, conaculta-inah, xvi Ayuntamiento de Mexicali, 1999, p. 23.

11 Lepetit, op. cit., pp. 22-23.

12 En cuanto a las genealogías, Bertaux define al grupo familiar: “A ego como [nuestro interlocutor], se agrega a los hermanos, se asciende hacia su padre y madre, luego se sube de nuevo hacia ambas parejas de abuelos, se incluyen todos los hijos y sus esposas”. Véase Daniel Bertaux, “Genealogías sociales comentadas y comparadas”, en Culturas contemporáneas, vol. vi, núms. 16-17, 1994, p. 336.

13 Jorge A. Bustamante, “Surgimiento de la colonia Libertad”, en David Piñera Ramírez (coordinador), en Historia de Tijuana, semblanza general, Tijuana, Centro de Investigaciones Históricas unam-uabc, 1985, p. 320.

14 Carta de Domingo G. García del 31 de julio de 1929, ya citada.

15 Oficio de Domingo G. García de 9 de agosto de 1929, ya citado.

16 Santiago Mitre, secretario del exterior de la Federación de Sindicatos y Uniones Obreras de Zaragoza, al secretario de Gobernación, Tijuana, 17 de enero de 1929. agn, Departamento del Trabajo, fotocopia en iih-uabc, exp. 2.63.

17 Dalia Nieto de Leyva, “Historia de la fundación de la colonia Libertad”, en La neta plus, Tijuana, noviembre de 1992, p. 3.