La inmigración japonesa a Ensenada

durante la primera mitad del siglo xx

Antonieta Kiyoko Nishikawa Aceves*

Baja California es un lugar que debe estudiarse por la presencia de inmigrantes extranjeros, pues éstos han participado en la historia de cada uno de sus municipios.

En la actualidad, la presencia de nativos de Japón en Baja California es evidente por las compañías maquiladoras de ese país que operan en el estado, pero la existencia de gente bajacaliforniana con apellidos, rasgos y costumbres japoneses también da cuenta del arraigo de familias cuyas generaciones anteriores fueron japoneses que eligieron vivir en Baja California. Ensenada es uno de los lugares de México donde aún existe una comunidad integrada por descendientes de japoneses que inmigraron durante la primera mitad del siglo xx.

En este trabajo se presenta un breve recuento histórico de cómo se dio dicha migración a Ensenada. En primer término se abordan algunos antecedentes y el contexto sociopolítico que propiciaron la migración japonesa a México. Después se definen el perfil y las características de los grupos de japoneses que llegaron a Ensenada. Luego, se explica cómo los migrantes japoneses se adaptaron a la vida en Ensenada. Por último, se presenta una reflexión general sobre el tema.

 

Antecedentes

En 1997, los descendientes de japoneses radicados en México celebraron el centenario de la migración japonesa a este país. Desde 1868, durante la llamada Restauración del emperador Meiji, Japón se abrió al mundo para ingresar a la modernidad. Con ello, repentinamente el país experimentó un cambio socioeconómico en el que parte de su población rural se preparó para migrar al interior y al exterior,1  e industrializar al país.

México fue el primer país occidental que firmó un tratado bilateral con Japón (en 1888), por medio del cual, tres años más tarde, ambas naciones establecieron sus respectivos consulados.2  Esta situación y la política “liberal” de colonización del entonces gobierno de Porfirio Díaz en México permitieron que el 19 de mayo de 1897 se fundara la primera colonia de japoneses en el departamento de Soconusco (Chiapas), denominada “Enomoto”, en honor a su promotor principal, el vizconde Takeaki Enomoto. Estos inmigrantes, a pesar de haber fracasado en su pretensión de cultivar café, marcaron el inicio de la migración japonesa a América Latina.3 

Hasta ahora, los estudios sobre la migración japonesa a México son muy escasos, lo son aún más aquéllos que abordan la inmigración a regiones específicas de nuestro país. El trabajo más reconocido sobre este fenómeno social es, sin duda, el de María Elena Ota Mishima.4  Ella identificó siete tipos de migraciones realizadas por japoneses entre 1890 y 1978. De acuerdo con la autora, desde 1897 y hasta antes de la segunda Guerra Mundial, nativos de Japón vinieron a México como colonos, migrantes libres, inmigrantes bajo contrato, inmigrantes ilegales, calificados y por requerimiento.

 

Establecimiento de japoneses en Ensenada

El periodo de mayor inmigración japonesa a Ensenada se ubica entre 1920 y 1940, cuando debido al auge pesquero se dice que la población alcanzó los 300 inmigrantes.5  Sin embargo, por la escasez de información, ubicar quiénes fueron los primeros japoneses que establecieron su residencia permanente en Ensenada no ha sido fácil. De acuerdo con los datos obtenidos en el Censo de las familias japonesas en Ensenada,6  se sabe de dos japoneses, quienes llegaron al puerto antes de la segunda década del siglo xx, por separado, y pueden considerarse como inmigrantes pioneros en Ensenada: Kiyosaku Natsu y Yohachiro Inoue. Sin embargo, por otro lado, al revisar la información de María Elena Ota7 se abre el siguiente cuestionamiento: ¿También fueron pioneros Tomokichi Nakawatase y Namisaburo Matsui, dos japoneses dedicados a la agricultura que al parecer llegaron en 1918 a Maneadero? De ellos abundaremos más adelante.8

Kiyosaku Natsu,9 originario de la prefectura de Miyasaki, llegó a México por San José del Cabo, Baja California Sur; aunque se desconoce el motivo de su inmigración, se sabe que en 1912 se casó en ese lugar con una mujer mexicana, con quien procreó tres varones. De acuerdo con información proporcionada por uno de sus descendientes,10  el primer y el tercer hijo nacieron en Ensenada en 1914 y 1918, respectivamente, por lo que se deduce que entre esos años Kiyosaku Natsu radicó en este puerto. Se le conocía como médico, aunque no existen datos precisos para confirmar si concluyó estudios en medicina. Al poco tiempo de nacer su tercer hijo, la relación con su esposa fracasó y se separaron; él partió hacia la ciudad de México y ella se mudó a Mexicali con los tres niños. La familia de Kiyosaku Natsu no volvió a saber de él; sin embargo, desde 1973 uno de sus nietos vive en Ensenada, junto con su familia.

Yohachiro Inoue,11 quien adoptó el nombre en español de “Luis”, era originario de la prefectura de Fukuoka y llegó a México en 1906 por el puerto de Manzanillo, Colima. De él se sabe que en 1913 se encontraba en Hermosillo, Sonora, cuando el presidente de la Asociación Japonesa de ese lugar lo recomendó con el empresario japonés Masaharu Kondo,12  para trabajar en sus campos pesqueros en la península de Baja California, como intérprete de japonés-español para comunicarse con los pescadores mexicanos.

Inoue se estableció definitivamente en Ensenada hasta 1919; antes de ese año había vivido en La Paz, Baja California Sur, donde en 1915 contrajo matrimonio con Marcelina Amador, y nacieron cuatro de sus diez hijos (el resto nació en Ensenada). Desde 1913, y quizá hasta 1931, trabajó en las plantas procesadoras de pescados y mariscos en bahía Tortugas, Baja California Sur, propiedad de su compatriota Kondo. Además, Inoue fue fundador de la Cooperativa de Langosta y trabajó para la Pesquera Peninsular de Ensenada.

 

Motivos de la migración a Ensenada

El motivo que se identifica más claramente por el cual los japoneses llegaron a Ensenada durante la primera mitad del siglo xx, es el trabajo. La mayoría de los inmigrantes vieron la oportunidad de desarrollar en ese municipio dos actividades principalmente: la agricultura y la pesca, aunque hubo otros migrantes que se dedicaron a otros oficios o profesiones.

Se identifican, entonces, tres tipos principales de actividades económicas, que resultan útiles para distinguir, a su vez, tres grupos básicos de inmigrantes: a) los agricultores, b) los pescadores y c) los comerciantes e inmigrantes dedicados a otros oficios o profesiones. A su vez, en cada uno de estos grupos se pueden identificar algunos de los tipos de migración propuestos por Ota,13  como se observa en el cuadro 1.

 

cuadro 1.

tipos de inmigrantes japoneses que llegaron a ensenada

en la primera mitad del siglo xx

Grupo Tipo de inmigrante* Características de su migración a México
Agricultores Ilegales De manera ilegal con el objetivo de cruzar también ilegalmente a Estados Unidos
Bajo contrato Para trabajar en líneas ferroviarias, plantaciones de caña de azúcar, cafetales, industrias y minas
Pescadores Bajo el sistema yobiyose Por la petición de una compañía, un familiar o amigo
Comerciantes y personas de otros oficios o profesionales Ilegales Con el objetivo de cruzar a Estados Unidos
Bajo contrato Para trabajar en líneas ferroviarias, plantaciones de caña de azúcar, cafetales, industrias y minas
Calificados Llegaron bajo convenio de los gobiernos mexicano y japonés, por su profesión como médicos, veterinarios u odontólogos

           * Tipología de Ota (1985).

 

 

Tipos de migrantes 

 

a)  japoneses del campo

Durante la primera mitad del siglo xx, al igual que en Mexicali y en Rosarito, el valle de Maneadero en el municipio de Ensenada, fue un punto atractivo para japoneses.

Actualmente no se cuenta con información que permita ubicar la fecha y el número exacto de japoneses que vivieron en Maneadero, pero según María Elena Ota,14  los primeros inmigrantes que llegaron a esta zona fueron Tomokichi Nakawatase y Namisaburo Matsui, quienes pueden considerarse como pioneros en este municipio, por haber arribado en 1918.

En los años siguientes se sabe que ya vivían “trece familias que cultivaban, entre otros productos, tomate, espárrago, ejote, calabaza y chiles pimiento y pasilla, parte de cuya cosecha exportaban a Estados Unidos”.15 

Uno de los agricultores de quien se cuenta con más información es Shiu Fujimura, mejor conocido como “Frank”. Él y su esposa Ichiko Taira llegaron a Maneadero en 1925 procedentes de Los Ángeles, California (Estados Unidos), donde Frank estaba asociado con otro japonés en un negocio de transportes de carga. Lo más probable es que entre sus clientes se encontraban los japoneses ya establecidos en Maneadero desde 1918, pues se sabe que antes de ir a radicar a dicho lugar, lo había conocido en los viajes que constantemente hacía a Baja California para llevar verdura a Estados Unidos.16  

Al establecerse en Maneadero, Fujimura se asoció con su compatriota Benito Naito y juntos establecieron la primera planta deshidratadora de chile en Ensenada. El chile, que ellos mismos sembraban, una vez deshidratado lo exportaban a Estados Unidos.

En casi dos décadas, la población de los ranchos de agricultores japoneses aumentó, no sólo por el número de inmigrantes que continuaron llegando, sino también por los trabajadores mexicanos que fueron empleados.

Por otra parte, la población de niños nacidos en Ensenada, hijos de los agricultores, también se incrementó; quizá por ello, sus padres vieron la necesidad de crear lo que sería la primera escuela de idioma japonés en Ensenada, en la segunda mitad de la década de los años 30.

A partir de 1937, la suerte cambió para los inmigrantes japoneses dedicados a las labores del campo en México, y los de Maneadero no fueron la excepción, pues con la aplicación de la reforma agraria de 1937 por el gobierno cardenista, perdieron sus tierras y muchos tuvieron que buscar nuevas formas de sobrevivir.

La comunidad de agricultores de Maneadero se dispersó y aunque no existe información sistematizada al respecto, se sabe que algunos partieron a Estados Unidos, la mayoría se mudó a la ciudad y sólo unos cuantos buscaron de nuevo tierras para trabajar. Ése fue el caso de Frank Fujimura, como lo recuerda su hijo mayor:

En el 38, el régimen agrario de México nos hizo, pues que mi papá ya tuviera que abandonar el rancho [en Maneadero] y en 1939 o 40, no estoy seguro, se fue más al sur de aquí de la península, al lado de San Vicente, Baja California. En sociedad con un señor Ito, Manuel Ito, abrieron un rancho, el rancho San Jacinto y empezó a sembrar trigo.17  

Otras familias de japoneses agricultores de Maneadero, como los Wada y los Shimomoto, posiblemente con el movimiento agrario se mudaron a lo que entonces eran “las afueras” de la ciudad de Ensenada (hoy entre la calle Nueve y el arroyo que divide a la ciudad), donde establecieron sus hogares y sus  huertos. En esa misma zona de la ciudad se instaló otra familia de japoneses, también agricultores afectados por el agrarismo, los Muraoka, quienes llegaron a Ensenada procedentes de Rosarito.

 

b)  japoneses del mar

Como migración colectiva, los primeros japoneses que pisaron Ensenada fueron los pescadores contratados por Masaharu Kondo, un joven japonés que se enteró de la riqueza marina de las aguas bajacalifornianas en un viaje a Los Ángeles, California, en 1908, donde conoció a Aurelio Sandoval, jefe de la Compañía Internacional de Pesquerías de México. En 1912, Kondo regresó con financiamiento japonés para establecer su propia compañía en California y asociarse con Sandoval para trabajar en la captura de langosta en una planta instalada por el mexicano en la isla Santa Margarita, en el entonces Territorio Sur de Baja California.

El interés de Kondo no era precisamente la langosta, por lo que en 1913 realizó pruebas de captura de abulón en bahía Magdalena y, ante la abundancia de este molusco, planeó la manera de extraerlo, procesarlo y venderlo en los mercados chino y japonés. Para ello, contrató a catorce mexicanos, con quienes pudo comunicarse a través de su traductor Yohachiro “Luis” Inoue, en menos de un año, ya había establecido otros tres campamentos pesqueros más al norte: cabo San Roque, isla de Cedros y San Bartolomé (bahía Tortugas).18 Al año siguiente, la compañía de Kondo reclutó en Japón a 43 hombres para trabajar en la península bajacaliforniana, todos ellos originarios de las prefecturas de Iwate, Ibaraki, Ishikawa y Mie. De acuerdo con Donald Estes,19 la situación de México debido a la revolución permitió que los japoneses ingresaran sin realizar trámites de inmigración.

La empresa de Kondo se fue ampliando rápidamente hacia la pesca de otras especies, por lo que en 1918 reclutó de nuevo en Japón a otros diecisiete pescadores, originarios de las prefecturas de Iwate, Wakayama, Nagasaki, Chiba y Shizuoka (ver figura 1).20  Para 1924, el gobierno mexicano presidido entonces por Álvaro Obregón, le otorgó dos concesiones más21 para explorar peces y algas marinas en las aguas de la península bajacaliforniana, con la condición de instalar plantas empacadoras de productos pesqueros. Para ello reclutó a otro grupo de pescadores en Japón; pero al no cumplir Kondo con lo estipulado, le fue retirada la concesión, aunque al poco tiempo el gobierno mexicano se la reanudó.22 

En 1928, Kondo estableció una empacadora en bahía Tortugas o bahía San Bartolomé, en la que fueron contratados unos 50 mexicanos y, con ello, de acuerdo con Estes,23  hubo una prosperidad económica nunca antes vista en ese lugar.24  Sin embargo, la depresión mundial de 1929 afectó la economía de muchas compañías de inversión japonesa, como las de Masaharu Kondo en México y Estados Unidos. Aunado a ello, la planta en bahía Tortugas se incendió en 1931 y el gobierno federal se apoderó de ella, debido a adeudos fiscales,25 por lo que ese año Kondo se declaró en quiebra y regresó a Japón. Dos de sus antiguos colaboradores, Tokunosuke Abe y Koshiro Miura, tomaron la compañía y la mantuvieron en operación hasta el estallido de la segunda guerra mundial.26

Los hombres de Kondo trabajaban de marzo a noviembre en las aguas occidentales de la península de Baja California. Durante los meses que descansaban visitaban Ensenada y San Diego.27  De ellos sólo se sabe que su traductor, Luis Inoue, llegó a residir Ensenada con su familia en 1918. Probablemente otro de los hombres de Kondo que estableció su residencia en Ensenada fue el pescador Yoichiro Masuda,28 quien llegó en 1923 y después de irse durante la concentración por la segunda Guerra Mundial, regresó de Guanajuato a isla de Cedros (municipio de Ensenada), casado con una mexicana.

Además de Masaharu Kondo, unos años después llegó a Baja California otro empresario japonés: Shin Shibata. Aunque se desconoce en qué fecha el gobierno mexicano le otorgó la concesión para explotar camarón en el golfo de California,29 se sabe que al suceder esto buscó financiamiento de inversionistas en Japón y reclutó compatriotas dispuestos a emigrar a México. Para ello, no sólo buscó a hombres con el entusiasmo de trabajar en un país desconocido, sino también se interesó por sus conocimientos en la pesca. Así fue como llegaron técnicos de pesca y buzos como Shoichi Sakurai, Totaro Nishikawa, Michi Saito, Masaharu Sato y Hirohachi Sawabe, entre otros.30

Al igual que Kondo, Shibata instaló su oficina principal en California, específicamente en Long Beach, donde registró su empresa bajo el nombre Shin Shibata and Company.31 Por ello, generalmente los hombres contratados por Shibata ingresaban a México por Estados Unidos, arribaban primero a los puertos de San Pedro y San Francisco, en la costa oeste de ese país, de ahí se trasladaban a las oficinas en Long Beach, y permanecían unos días ahí, en tanto se realizaban los trámites necesarios para su inmigración a México. Luego viajaban a Ensenada por tierra, para lo cual cruzaban la frontera por Mexicali o por Tijuana. Esa ruta también la siguieron los familiares de algunos pescadores y buzos japoneses, como lo explica Masa Ikegaya de Sato, esposa de uno de los hombres de Shibata:

Yokohama kara ne […] San Francisco made 14 nichi kakarimashita yo…San Francisco kara […] watashitachi no patrón Shibata san ga mukaeni itttete. […] Sorekara como un mes, un mes Los Angeles ni imashita… Porque kita kara, iro iro hodo mitearuite. Sore kara Ensenada ikimashita.32

Por otra parte, la organización del trabajo en la compañía de Shin Shibata era exclusivamente entre japoneses, como lo recordaba en 1998 Nadao Sugimoto, uno de sus buzos: “aquí [se] trabajó estilo Japón: vendedor japonés, contador japonés, técnico japonés, todo japonés”.

La compañía de Shin Shibata y sus hombres trabajaban para abastecer las plantas de la Compañía de Productos Marinos, S. A., propiedad de Abelardo L. Rodríguez en El Sauzal y en isla de Cedros, Baja California, y en cabo San Lucas, en Baja California Sur.33  Rodríguez había adquirido la compañía en 1932, “fundada por los señores Carlos E. Bernstein, Marvin L. Allen, Frank Beller, James C. García y otros socios”,34 y al tiempo vendió la planta de cabo San Lucas a Romeo Jiménez Cabral, quien a su vez la traspasó después a la Compañía Elías Pando, S. A.35  En 1937, Abelardo L. Rodríguez fundó en las instalaciones de la planta en El Sauzal la empresa Pesquera del Pacífico, S. A.36

Se dice que fue tanto el auge pesquero de Ensenada antes de la segunda Guerra Mundial, que la población de inmigrantes japoneses dedicados a trabajos relacionados con el mar llegó a ser de hasta 300 personas.37 Es difícil saber si verdaderamente fue así, pues muchos regresaron a Japón antes del estallido del conflicto mundial y otros, después de irse a otros estados por la concentración durante la guerra, ya no regresaron a vivir a Ensenada.

 

c)  japoneses de la ciudad

La información acerca de cómo llegaron a Ensenada los japoneses comerciantes o japoneses dedicados a algún oficio o profesión en la primera mitad del siglo xx es muy escasa.  Se sabe, por la historia que se ha transmitido oralmente, que entre fines de los años veinte y hasta la mitad de la década de los 40, en esa ciudad vivieron japoneses que ofrecían diferentes tipos de servicios. Por ejemplo, Harry Tai, el fotógrafo; Ramón Yamashiro, el peluquero; Nonaka, el sastre; Ozawa, el médico, y Kazuto Morita, con su negocio de limpiaduría, entre otros. La mayoría no permanecieron en Ensenada,38 ya que durante la segunda Guerra Mundial, por la obligada partida hacia otros estados del país, formaron sus hogares y ya no regresaron. En cambio, después de la guerra un nuevo grupo de comerciantes y japoneses de otros oficios eligieron Ensenada para residir y, aunque trabajaron en la pesca por la oportunidad del momento, regresaron a sus oficios después; uno de los casos más representativos es el de Toshiro Kawanishi.39

 

Los efectos de la guerra

No se puede abordar el tema de la migración japonesa a México antes de la primera mitad del siglo xx, sin mencionar la segunda Guerra Mundial. La declaración de guerra de Japón a Estados Unidos y el bombardeo de Pearl Harbor en diciembre de 1941 repercutió en la vida de los inmigrantes japoneses en todo el mundo. En México, se les impidió regresar a su país de origen; como consecuencia, muchas familias fueron divididas, los hijos se encontraban en Japón mientras sus padres estaban en México o viceversa, y se vieron obligados a desplazarse a otras zonas de México; esto se conoce entre la comunidad japonesa de México como “la concentración”.

Al convertirse México en aliado de Estados Unidos, el gobierno federal dispuso “una serie de medidas en relación a los nacionales de los países del eje residentes de México”,40 entre ellas que todos los inmigrantes japoneses radicados en fronteras o puertos, incluso los ya naturalizados como mexicanos, se trasladaran al Distrito Federal y a los estados o las ciudades del centro del país. El plazo para los de Ensenada fue de 72 horas, por lo que la mayoría tuvo que vender sus pertenencias a bajos precios, aunque hubo quienes pudieron dejar sus terrenos y pertenencias al cuidado de amigos mexicanos o en calidad de arrendamiento.

En el caso de los buzos y pescadores que trabajaban para el general Abelardo L. Rodríguez, recibieron su ayuda, la cual consistió en un salvoconducto para disponer de más tiempo en la preparación de su partida; así lo recuerda el hijo de uno de los buzos:

Entonces fueron y le preguntaron al general Rodríguez que si qué tenían que hacer, que si tenían que salir en las 72 horas, y al parecer, el general Rodríguez a un grupo de gente que colaboraba con él les dio un salvoconducto para que pudieran partir en la fecha que ellos pudieran. […] Mi papá se fue como seis meses después de que […] el gobierno dio el ultimátum ese de las 72 horas para que se fueran para allá.41

Algunos de los agricultores lograron instalarse en ranchos de otros estados y continuar con su actividad, pero para muchos japoneses de Ensenada, principalmente los buzos y pescadores, la concentración significó buscar nuevas maneras de subsistir.

En su mayoría, los inmigrantes japoneses que vivían en Ensenada antes de la guerra se concentraron en Guadalajara, Jalisco y en el Distrito Federal, aunque algunos estuvieron en otros estados. Muchos solteros se casaron durante ese tiempo con mexicanas o mujeres nisei (segunda generación de migrantes); por ello, al concluir la guerra en 1945, cuando el gobierno mexicano ordenó de nuevo la libertad de regresar a sus antiguos lugares de residencia, muchos no lo hicieron. Por el contrario, otros, aunque los menos, regresaron a lugares distintos de donde fueron evacuados en 1941; así sucedió con algunos migrantes y sus familias que llegaron a Ensenada, quienes antes de la concentración residían en otros lugares de Baja California, como fue el caso de los Matsumoto, los Hirata (Valenzuela), los Kawanishi y los Shinohara, entre otros.

 

La adaptación a Ensenada

Los migrantes japoneses tuvieron que emplear distintas estrategias individuales para sobrevivir en un país ajeno, las cuales no fueron exclusivas de quienes vinieron a Ensenada, sino que se trató de prácticas comunes para muchos de los inmigrantes japoneses en México. De ellas podemos identificar, entre otras, las siguientes:

 

1. Contraer matrimonio con una pareja mexicana o una mujer nikkei (descendiente de japonés, nacida en México), en el caso de los hombres que inmigraron solteros.

2. Aprender el idioma español a través de la convivencia con mexicanos en sus labores; por ejemplo: los agricultores, con los pobladores de Maneadero que empleaban en los ranchos; los buzos y pescadores, con la gente que trabajaba en las plantas empacadoras o enlatadoras de pescado y mariscos; los comerciantes o japoneses de otros oficios, con la clientela que  atendía diariamente en sus negocios.

3. Dejar en segundo plano la enseñanza del idioma nativo en sus hijos y descendientes. Esta estrategia, hoy considerada por muchos nikkei como perjudicial, en su momento quizá fue utilizada como una manera de sentirse parte de la sociedad y evitar la mofa de los demás, –no japoneses–, por “ser diferentes”.

 

Una estrategia general fue mantenerse unidos. De los tres tipos de inmigrantes japoneses en Ensenada aquí identificados, los que procuraron más la organización en grupos, por la naturaleza de su trabajo, tanto para elegir dónde vivir como para realizar sus labores, fueron los agricultores y los pescadores. Pero la estrategia principal que utilizaron para ayudarse mutuamente y apoyar a los de “reciente arribo” fue la creación de la Asociación Japonesa de Ensenada. Este organismo, como se ha explicado en un trabajo anterior,42 fue conformado alrededor de 1930 por los agricultores de la zona de Maneadero y se fueron adhiriendo a ella el resto de los inmigrantes. Una evidencia de que para 1933 ya existía dicha organización es una nota publicada en el periódico El Faro, “órgano oficial del Partido Nacional Revolucionario”, en su primer número con fecha de 8 de julio de ese año.43

Después de más de 70 años, la asociación continúa trabajando,44 aunque ahora la integran los nikkei (descendientes de los inmigrantes japoneses).

 

Reflexión final

Son más de 80 años transcurridos desde el establecimiento de los primeros japoneses en Ensenada, pero el interés por tomar en cuenta la historia de esta comunidad como parte del desarrollo del municipio es reciente. Por otro lado, los testigos de tal historia cada vez son menos, por lo que la reconstrucción de cómo fue la inmigración japonesa a Ensenada es similar a la tarea de armar un rompecabezas en el que algunas piezas se han extraviado.

Como objeto de estudio, la inmigración de japoneses a Ensenada debe continuar estudiándose desde distintas aproximaciones: histórica, sociológica, antropológica, por ejemplo, pues aún falta mucho por documentar y analizar.

Hoy, podemos decir con certeza que una consecuencia importante de que personas nativas de Japón llegaran a Ensenada en la primera mitad del siglo xx es el impulso sin precedentes que dieron a dos actividades económicas básicas para este municipio: la agricultura –introducción de la primera secadora de chile, comercialización y exportación de legumbres– y la pesca, –enseñanza de técnicas pesqueras y apertura de mercados internacionales para productos marinos de Baja California–.

Finalmente, es preciso señalar que la presencia de la comunidad japonesa en Ensenada –tanto de la primera generación como de sus descendientes actuales–, ha tenido una participación importante, junto con otras comunidades extranjeras, en la construcción de una sociedad ensenadense tolerante y respetuosa de la diversidad cultural.

  

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* Licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, plantel Noroeste; responsable de difusión cultural de la Asociación Japonesa de Ensenada, A. C. kiyoko@uabc.mx  

 

 

Notas:

1 Japanese American National Museum, Brief Historical Overview of Japanese Emigration, 1868-1998, (s.f.), consultado el 24 de marzo de 2003, en el sitio web de Japanese American National Museum: http://www.janm.org/inrp/english/overview.htm

2 María Elena Ota, Siete migraciones de japoneses en México, 1889-1978, México, El Colegio de México, 1985.

3 Japanese American National Museum, op. cit.

4 Ota, op. cit., pp. 3-6.

5 Ibidem.

6 Este censo es parte del proyecto “Archivo oral y visual de la comunidad japonesa en Ensenada”, el cual fue apoyado para su realización en 1998-1999 por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (pacmyc) a través de la Unidad Regional de Culturas Populares con sede en Tijuana, B. C., y del cual fue responsable Antonieta Kiyoko Nishikawa Aceves.

7 Ota, op. cit., cuadro 8, p. 83.

8 Es preciso aclarar que el interés de definir quiénes fueron los primeros japoneses inmigrantes que se establecieron en Ensenada es sólo con el fin de determinar a partir de qué fecha se puede hablar de una presencia de la comunidad japonesa en esta ciudad; en este trabajo no se pretende otorgar importancia particular a ciertos grupos, personas o familias.

9  Entre los descendientes de Kiyosaku Natsu se dice que el apellido original era Nasu, y que a él se le conocía por el alias de “Frank”.

10 Alejandro Natsu Valencia, nieto de Kiyosaku Natsu, fue el informante de su familia para el Censo de las familias japonesas en Ensenada del “Archivo Oral y Visual de la Comunidad Japonesa en Ensenada”.

11 El apellido original en japonés es “Inoue” o “Inouye”, pero en alguno de sus registros como inmigrante se le identificó como “Inowe”, y así se ha conservado en sus descendientes.

12 D. H. Estes, “Kondo Masaharu and the best of all fishermen”, The Journal of San Diego History, 1977, vol. 23, núm. 3, p. 3.

13 Ota, op. cit., pp. 51-93.

14 Ibidem, cuadro 8, p. 83.

15 Ibidem, pp. 85-86.

16 Antonio Minoru Fujimura Taira, “Archivo oral y visual de la comunidad japonesa en Ensenada”, entrevistado por Kiyoko Aceves, Ensenada, 4 de octubre de 1998.

17 Ibidem.

18 Estes, op. cit., p. 3.

19 Ibidem, p. 4

20 Ibidem,  p. 8.

21 Ibidem, p. 11.

22 Ota, op. cit., p. 89.

23 Estes, op. cit., p. 24.

24 Ibidem, p. 13.

25 R. Rivas Córdova, “Datos históricos sobre la industria de la Lesaca en Ensenada”, en Seminario de Historia de Baja California, A. C., Memoria 1999. Noveno ciclo de conferencias, Mexicali, Gobierno del Estado de Baja California, Sistema Educativo Estatal, Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003, pp. 39-52.

26 Estes, op. cit., p. 15.

27 Ibidem, p. 14

28 Ota, op. cit., cuadro 10, pp. 90-91.

29 Nadao Sugimoto, “Archivo oral y visual de la comunidad japonesa en Ensenada”, entrevistado por Kiyoko Nishikawa Aceves, Ensenada, 26 de junio de 1998.

30 Ota, op. cit., cuadro 10, pp. 90-91.

31 El nombre de dicha compañía se conoce gracias a un documento expedido en 1937 por la empresa al señor Nadao Sugimoto, quien vino a Ensenada para trabajar como buzo.

32 Traducción al español: Desde Yokohama hasta San Francisco tardamos catorce días. En San Francisco […] el patrón de nosotros, el señor Shibata, nos iba a recoger a San Francisco. […] Después permanecíamos como un mes en Los Ángeles [Long Beach]… Porque había varias cosas [trámites] que arreglar al llegar. Después fuimos a Ensenada. Masa Ikegaya de Sato, en “Archivo oral y visual de la comunidad japonesa en Ensenada”, entrevistó Kiyoko Nishikawa Aceves, Ensenada, 30 de mayo de 1998.

33 Ota, op. cit., p. 89

34 F. Sánchez Rodríguez, Obra económica y social del general de División Abelardo L. Rodríguez, México, Helio, 1958, citado por Rivas Córdova, op. cit., p. 25.

35 Ibidem.

36 Rivas Córdova, op. cit., p. 48.

37 Ota, op. cit., p. 92.

38 De los ya mencionados, sólo Kazuto Morita formó su hogar en Ensenada, donde aún se encuentra su esposa, también japonesa, y sus descendientes.

39 A. K. Nishikawa, “La comunidad japonesa de Ensenada”, en Seminario de Historia de Baja California, Memoria 2002. Duodécimo ciclo de conferencias, Mexicali, Gobierno del Estado de Baja California, Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Históricas, Mexicali, 2003, pp. 172-173.

40 Ota, op. cit., p. 95.

41Yukio Nishikawa Kinumura, “Archivo oral y visual de la comunidad japonesa en Ensenada”, entrevistó Kiyoko Nishikawa Aceves, Ensenada, 15 de noviembre de 1998.

42 Nishikawa, op. cit., p. 173.

43 “La sociedad japonesa de Ensenada lamenta el conflicto existente entre trabajadores mexicanos y japoneses en Los Ángeles, Cal.”, El Faro, núm. 1, 8 de julio de 1933, p. 4.

44 Nishikawa, op. cit., p. 174.