Disputas por la tierra:

El establecimiento del poblado Francisco Zarco

 

 

 Rogelio E. Ruiz Ríos*

 

 

El 10 de junio de 1958 arribaron al valle de Guadalupe en la costa norte de Baja California, cientos de solicitantes de tierras1 aglutinados bajo las siglas de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (ugocm), donde instalaron varios campamentos y colocaron banderas nacionales entre los sembradíos reivindicando el derecho a la tierra para los mexicanos. Entre los solicitantes había quienes procedían de diversos sitios del estado y aun de otras entidades. Las agrupaciones agraristas aderezadas con simbología nacionalista eran uno de los sellos distintivos del accionar que desde meses atrás la ugocm venía realizando en el noroeste mexicano, en localidades de Sinaloa, Sonora y Nayarit.

     Uno de los principales argumentos para justificar sus movilizaciones fue la recuperación de las tierras en manos de extranjeros para dotar a los campesinos mexicanos carentes de ella. El discurso fue más que adecuado para el caso del valle de Guadalupe, donde radicaban varias familias de origen ruso remanentes de la colonia agrícola de esa nacionalidad establecida en la localidad en 1906. Para 1958, pese a que el discurso se centró en la recuperación de tierras que estaban en manos extranjeras, los principales afectados por la ocupación de terrenos fueron agricultores mexicanos.

     Según la perspectiva de los solicitantes de tierras estaban en su derecho de tomar posesión de las parcelas en el valle de Guadalupe, al sustentar que los “extranjeros” que las cultivaban lo hacían al amparo de un contrato celebrado en 1905 entre el gobierno de Porfirio Díaz y la Compañía Rusa Colonizadora, formada exprofeso para establecer una colonia agrícola integrada por familias rusas, por un periodo de 50 años más una prórroga de cuatro. Acorde a la versión de los agraristas culminaba justo en 1958, año en que tomaron las tierras, tras lo cual éstas volverían al control del Estado para que se distribuyeran a quienes les hiciera falta.

     Un hecho notable es que el argumento utilizado por los agraristas del valle de Guadalupe contra los agricultores rusos tendientes a excluirlos del acceso a la tierra debido a su condición de “extranjeros” que quitaban oportunidades a los mexicanos, refleja la misma estructura discursiva empleada por grupos campesinos en Chihuahua a principios de la década de 1960, quienes demandaban les fueran entregadas las tierras que bajo la presidencia de Álvaro Obregón habían sido vendidas a los colonos menonitas.2 Los reclamos de los agraristas de Chihuahua iban en el sentido de que las concesiones gubernamentales que habían permitido el asentamiento de los colonos a partir de 1923 estipulaban un plazo de vencimiento que se cumplía en 1962, año en que se hicieron tales reclamos.3  Esto nos habla de una estrategia recurrente en ciertos sectores campesinos de orientación oficialista que tenían como campo de acción el norte y noroeste de México.

     Desde la otra perspectiva, la de los agricultores afectados, la llegada de los solicitantes representó una invasión, opinión compartida por los organismos de la iniciativa privada y de la pequeña propiedad, quienes en reiteradas ocasiones denunciaron las acciones emprendidas por la ugocm en el noroeste del país. Esta preocupación respondía al temor de que se generalizaran en Baja California las tomas de tierras como sucedía en Sonora, Sinaloa, Nayarit y Colima. La desconfianza se acentuó debido a la tolerancia de las respectivas autoridades estatales hacia la toma de tierras.

     Uno de los canales utilizados por la iniciativa privada para expresar su malestar ante la toma de tierras en valle de Guadalupe fue el periódico El Heraldo de Baja California, baluarte en la entidad de la campaña anticomunista y defensor de los intereses empresariales. En su edición del 11 de julio de 1958, el referido diario tituló a ocho columnas “Despojo de tierras a los colonos del valle de Guadalupe”. En el cuerpo de la nota se acusó al gobernador Braulio Maldonado de promover dicho movimiento, además de denunciarse la participación de líderes “comunistas” en los sucesos:

Más de mil paracaidistas dirigidos por Jacinto López, líder comunista de Sonora, efectuaron anoche un “asalto” a las tierras del valle de Guadalupe, en la jurisdicción de Ensenada, apoderándose de ricas tierras en plena cosecha o listas para la siembra, habiendo respetado únicamente el rancho del Lic. Braulio Maldonado, Gobernador del Estado.4

Los principales factores que contribuyeron a la organización y realización de la toma de tierras en el valle de Guadalupe fueron los siguientes: 1) La creciente influencia en la entidad de la ugocm  derivada del clima social prevaleciente; 2) El notable crecimiento demográfico experimentado en el norte de Baja California con el consecuente incremento de demandas sociales; 3) La necesidad del gobierno estatal de responder mediante apoyos y hasta promover ciertas acciones de movilización popular a fin de controlar toda manifestación social y aprovecharla como respaldo de sus objetivos políticos; 4) El interés personal del gobernador Braulio Maldonado por promover el desarrollo agrícola industrial del valle de Guadalupe donde él mismo tenía propiedades; 5) La necesidad de encontrar una salida política al problema que planteó el abandono de la compañía Transportes y Caminos. S. A. (tycsa) de las obras de construcción del tramo carretero Ensenada-Tecate, a la altura del valle, que dejó desempleados a los trabajadores y sus familias en el campamento de la empresa.     

 

Panorama político nacional en los años 50

La segunda Guerra Mundial provocó una mayor dependencia comercial de México con Estados Unidos por la pérdida de contacto con los mercados europeos y el aumento en la demanda de materias primas y mano de obra mexicana para sostener la economía de guerra norteamericana. Entre 1946 y 1952, el gobierno de Miguel Alemán Valdez promovió a toda costa la industrialización del país sin importar los costos sociales. Hubo mejoras en vías de comunicación e incentivos a la inversión de capitales extranjeros.5

     Adolfo Ruiz Cortines, sucesor en la presidencia de Miguel Alemán, enfrentó tensiones en las relaciones con Estados Unidos.6 A consecuencia de la Guerra Fría, Estados Unidos ejerció mayor presión sobre América Latina, y México fue una prioridad dentro de ese esquema geopolítico. La dependencia del mercado mexicano respecto a su contraparte estadunidense rubricada por la caída de las exportaciones mexicanas en 1952 en un diez por ciento del total,7 junto a las grandes sequías que afectaron extensas zonas del país y la deportación masiva de trabajadores mexicanos en Estados Unidos, causaron graves trastornos a la economía nacional.

      Las sequías ocasionaron crisis en el campo. Desde 1953 fue necesario importar maíz y frijol para suplir la escasez de estos productos; la baja de las importaciones y el deterioro del valor de la moneda provocaron la devaluación del peso mexicano frente al dólar en 1954.8

     Con la devaluación, el gobierno quiso hacer atractivos los productos mexicanos en el extranjero ante la considerable baja en los índices de exportación y frenar la fuga de capitales al exterior.9

     En los dos últimos años del gobierno de Ruiz Cortines hubo protestas de carácter sindical de ferrocarrileros, petroleros, telefonistas y profesores. Autores como Pellicer y Reyna califican esta serie de movimientos generados como el periodo de “insurgencia sindical” y sostienen que en la transición de gobierno entre Ruiz Cortines y López Mateos: “México estuvo muy cerca de la inestabilidad política”.10 Mientras tanto, en el noroeste del país, la Unión General de Obreros y Campesinos de México (ugocm) coordinó la toma directa de tierras por lo que sus principales dirigentes fueron encarcelados. Las acciones agraristas ocasionaron protestas de pequeños propietarios, de agroindustriales y organismos empresariales. La ocupación de tierras en valle de Guadalupe en 1958 se enmarca dentro de estas movilizaciones.

         

La ugocm en la toma de tierras

La ugocm11 fue fundada en junio de 1949. En un principio agrupó 77 federaciones regionales y seis federaciones estatales. Según datos de la propia organización, en sus inicios tuvo 300 000 miembros, cifra que debe tomarse con reservas. Los orígenes de la ugocm se sitúan en la expulsión de Lombardo Toledano de las filas de la ctm; posteriormente, delegaciones excetemistas de Veracruz, Baja California, Yucatán y Sonora, fundaron la Alianza de Obreros y Campesinos de México (aocm). Meses más tarde, la aocm dio paso a la ugocm. En lo ideológico, la naciente organización se definió de izquierda e hizo suya la consigna de combatir “el gangsterismo sindical”.12 El gobierno alemanista negó el registro legal a la ugocm, encarceló a varios de sus líderes e intervino las directivas de los sindicatos obreros que la integraban. Esto condujo a la pérdida de influencia de la organización en el ámbito obrero y se replegó al campo, donde mantuvo su principal bastión social con influencia en Veracruz, La Laguna y el sur de Sonora.

     Entre 1957 y 1959, bajo el liderazgo de Jacinto López y Félix Rubio, resurgió la ugocm en el plano nacional al realizar una serie de ocupaciones de tierras en el noroeste de México.13 Acciones de este tipo se llevaron a cabo en Sinaloa, Colima, Nayarit, La Laguna y en Cananea, Sonora. Por este último hecho, el gobierno de Sonora encarceló a cinco dirigentes de la ugocm, entre ellos a Jacinto López, aunque posteriormente el gobierno expropió a la compañía dichos terrenos.14 Acorde a Pellicer y Reyna, el éxito de las ocupaciones dirigidas por la ugocm se debió a que supo encauzar el descontento de miles de trabajadores deportados de Estados Unidos, que regresaron al país con demandas de tierras y empleo, y de éstos nutrió sus filas.15 Respecto al fenómeno social causado por las deportaciones masivas de mexicanos desde Estados Unidos cabe referir el contexto en el que se dieron.

     Entre 1940 y 1942 creció la demanda de mano de obra mexicana en Estados Unidos a consecuencia de la segunda Guerra Mundial; esta ola migratoria fue principalmente indocumentada.16 La participación directa de Estados Unidos en la conflagración reactivó su decaída economía luego de la crisis de 1929. Ello repercutió en la economía mexicana con el incremento de sus exportaciones de materias primas a la par que creció la inmigración de trabajadores a Estados Unidos destinados sobre todo al campo.17

     A fin de regular y sistematizar la entrada de mexicanos a Estados Unidos, en 1942 se inició el Programa Bracero que intentó cubrir las tres principales ramas de la economía de guerra estadunidense: agricultura, ferrocarriles y minería.18 La intervención de Estados Unidos en la guerra de Corea llevó a la extensión del Programa Bracero, el cual finalizó hasta 1964 pese a las presiones de los sindicatos estadunidenses que acusaron a los braceros de desplazar a los trabajadores de ese país.19 No obstante la vigencia del Programa Bracero, a partir de los años 40 se incrementó el ingreso clandestino de trabajadores mexicanos a Estados Unidos20 debido a que el programa estableció cuotas específicas de trabajadores, por lo que al ser rechazados muchos de ellos cruzaron la frontera por su cuenta.

     La mecanización del agro estadunidense, la recesión económica experimentada en ese país a principios de los años 50 y la firma del convenio bilateral sobre el Programa Bracero –que se pensaba reduciría la contratación de indocumentados–, crearon las condiciones para que el gobierno estadunidense implementara en 1954 la operación Wet Back (espaldas mojadas). Se calcula que ese año un millón de trabajadores fueron deportados a México.21

 

La gestión de Braulio Maldonado

Braulio Maldonado Sández fue el primer gobernador electo del recién creado estado de Baja California, bajo la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines. La entidad recién había adquirido el estatus de Estado Libre y Soberano.22 Braulio Maldonado instrumentó una política inspirada en lo ideológico y económico, en el cardenismo; para obtener apoyo a su programa de gobierno23  se acercó a las masas lo que le ocasionó ataques de la burguesía local al acusársele de tener tendencias “comunistas”:

Otro factor importante en el régimen de Maldonado fue su relación con los empresarios e industriales bajacalifornianos, un grupo de presión que veía con extrema suspicacia a un gobernador que parecía querer ser el Lázaro Cárdenas de Baja California y que, en vez de combatir las demandas de obreros, campesinos y paracaidistas, las auspiciaba.

Muchos de estos empresarios mostraban una desconfianza permanente ante un hombre al que se acusaba de comunista (aunque él mismo advertía que no era comunista, sino revolucionario), y que simpatizaba con líderes de la izquierda mexicana como el expresidente Cárdenas, Narciso Bassols y Vicente Lombardo Toledano, a todos los cuales invitó a Baja California en varias ocasiones.24

A contraparte de la imagen que el mismo Braulio Maldonado forjó de si mismo a través de sus escritos y de la lectura literal que de ellos han hecho algunos autores, tras analizar sus actos políticos se aprecia que su gobierno se encaminó a intentar consolidar en la entidad un desarrollo de tipo capitalista. Maldonado se concentró en estimular la producción agrícola-industrial, para lo cual consideraba imprescindible elevar la oferta de empleo, la productividad de los trabajadores y los salarios, único modo de lograr un mejoramiento general de las condiciones económicas. Para el caso de valle de Guadalupe, en aras de consagrar el desarrollo de empresas oliveras como eje de sus proyectos agroindustriales en la entidad, lejos de beneficiar a los trabajadores defendió los intereses empresariales en aras de tan ansiada industralización.

     Esta visión política-ideológica quedó manifestada en su manera de abordar el conflicto generado por la toma de tierras en el valle de Guadalupe. Dicha postura, que podemos calificar como ambigua, quedó plasmada en sus memorias en las que justificó muchas de las medidas adoptadas bajo la premisa de que beneficiarían a los trabajadores:

Ellos son los que trabajan y los que consumen y mientras mayor sea su capacidad para producir, mayor será su poder adquisitivo y mayor será el progreso y la estabilidad del estado. ésta ha sido la tesis político-económica de los Estados Unidos: producir mucho y consumir más. ésta es la tesis en que se nutren y se sostienen las sociedades contemporáneas de origen capitalista [...] que el pueblo gane más, para que compre más [...] durante el periodo del primer gobierno constitucional que nos tocó presidir, propugnamos por realizar un programa semejante [...] seguimos el mismo cauce, el mismo camino trazado por la sociedad capitalista en la que vivimos y de la cual no hemos podido salir.25

Uno de los principales problemas enfrentados por el gobierno de Braulio Maldonado fue el crecimiento demográfico en la entidad26 que trajo consigo problemas de infraestructura como la falta de empleos, viviendas, abastecimiento de agua, construcción de caminos, red eléctrica, escuelas, drenaje y obras públicas en general. Una medida de presión social en las áreas rurales fue la toma de tierras, único recurso de las familias para hacerse de un patrimonio. Estas movilizaciones causaron malestar y preocupación entre la iniciativa privada y originaron críticas al gobierno de Maldonado, a quien se acusó de apoyar estos movimientos.

     Al término de su mandato, Braulio Maldonado aprovechó estas acusaciones para construirse una imagen como defensor de los trabajadores:

El acomodo de miles y miles de hombres y mujeres provenientes de todos los rumbos de la patria, fue una de las tareas más sentidas que nos impusimos. Era necesario arraigar a mexicanos en nuestro lejano estado, había que darles tierras y un pedazo de terreno que construyera y proporcionarles la forma de ganarse el sustento diario.27

Con ello recogía una de las principales tesis del cardenismo: “mexicanizar” la frontera bajacaliforniana.

 

La disputa por la tierra

En el valle de Mexicali y el municipio de Ensenada existía, desde años atrás, fuerte presión social en demanda de tierras misma que puede rastrearse hasta 1923 cuando el entonces presidente Álvaro Obregón expidió una ley agraria fechada el 2 de agosto de ese año.28 La mencionada ley estipulaba la distribución de tierras ociosas o de propiedad nacional a aquellos ciudadanos mexicanos carentes de ella, circunstancia que detonó distintos reclamos y disputas entre demandantes de tierra y agricultores como el caso de los colonos rusos.29 En las décadas sucesivas estas disputas continuaron e involucraron actores de diverso origen y con intereses variados como se expondrá en las siguientes líneas.

     Una muestra de este tipo de exigencias la encontramos en 1948, cuando la autodenominada Unión de Trabajadores Mexicanos, Agrícolas, de Frutas, Legumbres y Fibras del Noroeste de México dirigió una carta al presidente Miguel Alemán Valdez, en la que decían representar a extrabajadores de los campos agrícolas de Yuma, Arizona, y Valle Imperial, California, deportados a México un año antes, razón por la que solicitaban 3 000 hectáreas próximas al Río Colorado, así como empleos o en su defecto, pasajes para retornar a sus lugares de origen.30 Otro caso fue la solicitud hecha en 1953 por un grupo autonombrado Agricultores de Ensenada, para que se les otorgaran tierras de cultivo en las inmediaciones de El Rosario, ubicadas al sur de ese puerto.31 Peticiones como éstas estuvieron a la orden del día, producto de las deportaciones de trabajadores mexicanos en Estados Unidos y el destino migratorio en que se convirtió Baja California.

     Dentro de este contexto, no resulta extraño que las tierras del valle de Guadalupe fueran codiciadas más de una ocasión, debido a sus favorables condiciones para la agricultura y la ganadería. Llegados a este punto es necesario ofrecer una descripción física del mencionado valle localizado en la costa norte de Baja California, a unos 28 kilómetros del puerto de Ensenada, a 24 kilómetros al este del Oceáno Pacífico y 79 kilómetros al sur de la frontera con Estados Unidos.32 Es una depresión geográfica formada entre montañas rocosas de matorrales y una prolongación de veinte kilómetros de largo en dirección este-oeste paralelo al lecho del río Guadalupe, y entre dos y ocho kilómetros de anchura, con clima seco estepario frío y una elevación de 300 a 500 metros sobre el nivel del mar, cubierto en su mayoría de granito causado por los deslaves originados en las montañas circundantes. El río es de carácter intermitente, la mayor parte del año permanece seco, aunque en invierno las lluvias nutren diversos arroyos con una precipitación pluvial de hasta tres pulgadas en 24 horas, lo que en casos extremos provoca inundaciones. La concentración de agua en el subsuelo permite la formación de depósitos naturales de tres a cuatro metros de profundidad, lo que ha favorecido cultivos de temporal.

     Los primeros reclamos sobre esas tierras provinieron de políticos, autoridades agrarias y agricultores, quienes en un principio trataron de obtener propiedades en el valle o incrementar las que ya poseían a costa del patrimonio de los colonos rusos. Por otro lado, los ejidatarios de El Porvenir, cuyos terrenos colindaban con los de la colonia rusa, reclamaban tierras para ampliar el fundo legal del ejido en virtud del crecimiento poblacional que experimentaban; por ello pedían tierras situadas en zona federal.

Al ser el valle de Guadalupe de proporciones geográficas estrechas,33 con el paso del tiempo los residentes locales, ejidatarios, colonos y rancheros, vieron reducidas sus posibilidades de cultivo y en menor grado pastoreo, por el agotamiento del suelo y escasez de nuevas tierras, el crecimiento demográfico y el paulatino establecimiento de agroindustrias. A esto hay que añadir la falta de agua, consecuencia de las sequías sufridas entre fines de los años 40 y principios de los 50, con lo que la disponibilidad de tierra fértil disminuyó. Esta situación agravó los conflictos agrarios.

      Las tierras en disputa eran las más rentables y productivas dependiendo de la dotación de agua existente. Las mejores tierras eran aquellas ubicadas al margen del río o las adyacentes, debido a que tenían mayor facilidad para extraer agua del subsuelo al no hallarse a tanta profundidad de la superficie, según se reportó en un informe hidrológico ordenado en 1941 por la Secretaría de Recursos Hidráulicos. Ahí mismo se sugirió no realizar perforaciones en virtud de que los mantos acuíferos no eran de mucho “espesor”.34 Se recomendaba en cambio, construir norias en la parte plana del valle, a profundidades entre los cinco y quince metros, que incluyeran depósitos de donde se pudiera bombear el líquido en caso necesario. Se advierte además que dado que la mayor parte del bombeo de agua extraída de los pozos existentes se hacía mediante el impulso de molinos de viento, para un mayor rendimiento, las bombas debían operar con motores de combustión interna. No obstante, la inversión económica para instalar este tipo de infraestructura demandaba que la producción agrícola se orientase a cultivos con mayor margen de ganancia que resultasen “muy remunerativos”.35 Las formas de extracción recomendadas eran poco viables para los pequeños agricultores que no contaban con el capital suficiente para comprar y mantener el funcionamiento de las bombas de combustión interna.

     El cultivo de productos más remunerativos, es decir, orientados a mercados externos, requería de mayor inversión, la que sólo era recuperable al cabo de unos años. Para poder competir bajo las nuevas condiciones, la mayoría de los agricultores necesitaban mecanismos crediticios. Las compañías agrícolas establecidas en valle de Guadalupe o con intereses ahí, fueron las encargadas de proporcionar préstamos para maquinaria y semillas a los pequeños agricultores, a cuenta de futuras cosechas. Esto los obligó a reorientar los cultivos tradicionales como trigo y cebada hacia frutos más comerciales como uva y olivo. No se trata de un hecho singular en el valle de Guadalupe, puesto que algunos estudios realizados en otras localidades mexicanas han demostrado procesos similares efectuados en la década de 1940, lo cual sugiere una política de Estado implementada en el medio rural para favorecer el desarrollo agroindustrial.

     Así se aplica en el caso de una antigua hacienda situada en los límites de Guanajuato y Michoacán que durante el cardenismo vio convertidas parte de sus tierras al régimen ejidal, donde una década después, el gobierno federal promovió la introducción de tecnología destinada a racionalizar el uso del agua mediante la creación de infraestructura hidráulica tendiente a facilitar el cultivo de productos y la crianza de ganado con fines comerciales.36 Al igual que en valle de Guadalupe, esta orientación de la producción rural trajo en esa localidad guanajuatense un incremento de las pugnas por tierra y acceso al agua entre “advenedizos, santaneses [oriundos de la localidad] y empresarios, convirtiendo a los vecinos en clientela de partidos políticos con capacidad de gestoría”.37 Es decir, esta serie de transformaciones guiadas desde el Estado demandó el concurso de prácticas corporativistas sobre la población tal como veremos más adelante, sucedió en valle de Guadalupe a fines de los años 50 .

     Durante su visita a la colonia rusa en 1949, el periodista Fernando Jordán, basado en informes de los colonos, denunció las maniobras de Federico Salazar Ahumada, delegado de la Secretaría de Recursos Hidráulicos en la entidad, instrumentadas para despojar a los molokanes de sus tierras y entregarlas al “general Miguel Santa Cruz, Pastor Valdez y Manuel Méndez”.38 Se trataba de las tierras aledañas al río Guadalupe localizadas en zona federal. Otro hecho digno de tomarse en cuenta, porque evidencia el interés de autoridades y particulares por apropiarse de terrenos en la zona, es la denuncia interpuesta en 1951 ante el presidente de la república, Miguel Alemán, por el “capitán de indios” Alberto Emes, quien a nombre de los 60 habitantes de San José de la Zorra, acusó a una pequeña propietaria y a funcionarios de la Agencia de Agricultura y el Juzgado de Primera Instancia de Tijuana de intentar despojar de sus tierras a la comunidad.39 Por su parte El Diario de Ensenada, en su edición del 7 de junio de 1951, publicó una solicitud de los habitantes de San José de la Zorra a través del Comité Agrario Regional Tijuana-Ensenada, para que les respetaran sus tierras en vista de que: “La Agencia de Agricultura de Mexicali dictó de repente una orden para que se entregue a otras personas una parte de esos terrenos, exigiéndoseles a los indígenas el desalojamiento inmediato de los mismos”.40

     El principal argumento de los detractores de los colonos consistió en solicitar los predios federales, que acorde a la ley, no podían ser usufructuados por extranjeros, como ellos consideraban a los colonos de origen ruso.41 Además de su origen étnico pesó el hecho de que algunos colonos tenían la ciudadanía estadunidense. Al respecto, Dewey menciona que antes de 1958, aún era posible vivir en Los Ángeles y seguir siendo propietario en valle de Guadalupe.42 Esta situación sirvió para que en diversas ocasiones se les acusara de vivir en Estados Unidos y tener abandonadas sus tierras en el valle.

     Durante la década de los años 50, buena parte de los colonos rusos emigraron a Estados Unidos a causa de las dificultades económicas producidas por las sequías. Los colonos que decidieron permanecer tuvieron que renovar las formas de cultivo e introducir tecnología adecuada para adelantarse a la competencia que podrían significar otros núcleos agrícolas como el ejido El Porvenir o bien por la necesidad de modificar sus métodos tradicionales de cultivo consistentes en la rotación de parcelas con el consiguiente desgaste del suelo,43 así como la necesidad de introducir sistemas de riego.

     En 1949, Jordán hizo notar: “Aunque no puede decirse que la mecanización agrícola de los rusos es muy avanzada, sí lo es en mayor grado que la de otros poblados agrícolas”.44 Los colonos informaron al periodista sobre el riesgo que corrían de perder sus tierras, por lo que éste vislumbró que al encontrarse la colonia en franca decadencia, la eventual pérdida de sus tierras aceleraría su desaparición.45

     El reportaje de Jordán levantó polémica en la esfera pública ensenadense como se aprecia en El Diario de Ensenada del 2 de enero de 1950 cuando tituló a ocho columnas: “Desaparecerá la colonia de Guadalupe”.46 El cuerpo informativo da cuenta de la llegada al valle de Guadalupe del delegado de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, ingeniero Salazar Ahumada, y del jefe de la policía de esa dependencia, general Miguel Santacruz, aludidos directamente en el expresado reportaje. La nota de El Diario de Ensenada se refirió al “descontento” de algunos vecinos del valle de Guadalupe y el ejido El Porvenir, por el reportaje de Jordán. En respuesta, los colonos rusos a través del presidente de la colonia, Alejandro Pivovaroff y su representante legal, el licenciado Evaristo Bonifaz, enviaron una carta a El Diario de Ensenada para desmentir que comisión alguna de ingenieros se hubiera presentado a realizar trabajos de rectificación del cauce del río en atención a la solicitud hecha en ese sentido por ejidatarios mexicanos, posiblemente los de El Porvenir .47

     Los colonos rusos, conforme a las leyes agrarias, reivindicaron su derecho a ocupar los terrenos en disputa en virtud de que éstas colindaban con sus tierras; además señalaron su extrañamiento de que “ninguno de los aspirantes a apoderarse de la zona federal de Guadalupe, es agricultor, lo que nos hace suponer que lo único que pretenden es traficar con este negocio”.48 A cargo del distrito de riego en Baja California estaba el ingeniero Eligio Esquivel Méndez; quien más tarde, como gobernador del estado, apoyó las gestiones de los habitantes del poblado Francisco Zarco, fincado sobre parcelas de los colonos rusos y pequeños propietarios mexicanos y brindó protección política al líder Eusebio Rojo Gómez.49

     La acusación hecha por los colonos rusos sobre las especulaciones de que eran objeto sus tierras, presuponen la existencia de personas interesadas en adquirirlas. En 1956, siete años después de publicado el reportaje de Jordán, Moisés, Basilio y Gabriel Nazaroff vendieron ocho parcelas (incluida maquinaria, pozos y plantaciones) a Ramón Marcé Rubió y Gerónimo, José y Juan Bertran Cusiné, por la cantidad de 169 000 dólares,50 equivalentes a 2 112 500 pesos, al tipo de cambio de la época. Los compradores destinaron los terrenos recién adquiridos a la producción de olivo y vid en gran escala, bajo la denominación comercial de Productos Vinícolas, S.A., que años después, con la incorporación de nuevos socios y mayor capital se constituyó en Formex Ybarra. Desde tiempo atrás, la vinícola Bodegas Santo Tomás compraba en valle de Guadalupe parte de la uva con la que elaboraba sus vinos; además estaba la empresa Olivares Mexicanos que poseía considerables extensiones de tierra y empleaba por temporadas a ejidatarios e indígenas de los poblados cercanos.

     Como ya se mencionó con anterioridad, la instalación  de compañías agroindustriales en el valle de Guadalupe dedicadas al cultivo de frutales, vid y olivo, fue uno de los principales objetivos que Braulio Maldonado se propuso como gobernador. Proyectaba desarrollar en la zona un emporio vitivinícola y sobre todo, olivarero; para ello contó con la colaboración de los industriales del ramo, de quienes se convirtió en su principal apologista:

La Comisión Nacional del Olivo que dirige nuestro dilecto amigo el ingeniero don Guillermo Liera B. tiene grandes proyectos para la plantación del olivo en Baja California [...] A la comisión Nacional del Olivo debe dársele todo el impulso y ayuda necesaria para que pueda cumplir con su importante programa, pero enfocando sus actividades hacia esa zona privilegiada de Baja California [se refiere al valle de Guadalupe].51

El mismo Braulio Maldonado dio cuenta de la llegada de empresarios al valle de Guadalupe dedicados a diversos ramos del agro: “[...] así han adquirido terrenos en el valle de Guadalupe, el señor general Abelardo L. Rodríguez, el señor Ángel Ferro, la empresa Olivares Mexicanos, S.A., la compañía Jugos Kerns S.A.; La Suiza, S.A., los hermanos Ibarra, una compañía vinícola y otras empresas nacionales y extranjeras”.52 Abelardo Rodríguez era propietario de Bodegas Santo Tomás, mientras que “una compañía vinícola” a la que se refiere es Productos Vinícolas, S.A.

     La información sobre las compañías que operaban en valle de Guadalupe y los grandes propietarios que había, puede refrendarse con lo señalado en una nota periodística de El Heraldo de Baja California que daba cuenta de la toma de tierras en valle de Guadalupe:

Todos los rusos poseedores de las disputadas tierras dicen estar nacionalizados [...] Casi la mitad les pertenece en tanto que el resto tiene “nuevos dueños” en las personas de los hermanos Jiménez de la Lechería La Suiza, general Abelardo L. Rodríguez, Esteban Ferro, Carlos Bufarte, dos ranchos del licenciado Braulio Maldonado, el industrial zapatero local señor Zaragoza y algunas otras conocidas personas más.53

 Es preciso subrayar la frase “nuevos dueños” que denota los visibles cambios de propietarios que hubo en valle de Guadalupe en los años previos a 1958. Muestra de ello es el caso de Esteban Ferro, quien fue gerente de Bodegas Santo Tomás, pero al cabo de un tiempo formó su propia empresa vinícola, Bodegas Miramar, establecida en valle de Guadalupe.

     El valle de Guadalupe ocupó especial interés en los planes que Braulio Maldonado tenía para industrializar el agro en la entidad debido a tres razones primordiales: primero, las condiciones naturales del valle en cuanto a clima y suelo; segundo, su ubicación geográfica que le daba un carácter estratégico para comercializar, nacional e internacionalmente, los productos obtenidos dada su cercanía con el puerto de Ensenada y la proximidad con el mercado del sur de California; por último, Braulio Maldonado tenía propiedades en el valle,54 lo que induce a pensar que también había un interés personal. Cabe mencionar que en 1945 Braulio Maldonado se hizo cargo de la delegación de gobierno en Ensenada, por lo que es probable que date de esa época la adquisición de sus dos propiedades en valle de Guadalupe, así como el establecimiento de acuerdos con inversionistas interesados en esa región.

     El proyecto de desarrollo olivarero en valle de Guadalupe contó con el respaldo de los grandes productores del ramo que desde años atrás habían manifestado su interés por invertir en la zona. Braulio Maldonado hizo eco de estos propósitos empresariales y ponderó las bondades económicas que el cultivo de olivo y vid traerían para Baja California y al país en general, que harían del valle una región modelo: “México y particularmente Baja California, podrían convertirse en el olivar más grande del continente americano, bastando para tal fin, el planeamiento y desarrollo de este cultivo, con entusiasmo, fe y con paciencia, garantizándose nuestra vida y nuestra economía por miles de años”.55 Al parecer la confianza en que Baja California podría convertirse en la principal región olivera del país era compartida o, en todo caso, respaldada en algunos círculos políticos y sociales vinculados al gobernador, quizá a sabiendas del interés personal que éste tenía en tal proyecto. Muestra de lo anterior la encontramos en una monografía histórico-política de Tijuana publicada en 1955 por Conrado Acevedo, entonces estudiante de leyes en la Ciudad de México y colaborador del senador Esteban Cantú.56 En la obra en cuestión, el novel autor se dio la oportunidad de dedicar algunas líneas a ponderar lo benéfico que resultaría para la economía de Baja California el desarrollo de la industria olivarera:

A últimas fechas se ha venido incrementando el cultivo del olivo, del que la totalidad de pruebas realizadas han mostrado excelentes resultados. En la actualidad existen sembradas cientos de hectáreas con olivos de las más finas variedades incluidas las españolas y griegas, abrigándose la confianza de que en pocos meses habrán de principiar a producir en forma abundante el preciado fruto de la aceituna, que con el tiempo permitirá imprimirle distintas características a la fisonomía económica del Estado.57

Más allá de las adhesiones y muestras de simpatía despertadas por lo que se consideraba representaba el desarrollo olivero (en el que las tierras del valle de Guadalupe resultaban fundamentales), el entusiasmo se veía frenado por una serie de circunstancias sociales. En primer término, porque no había mucho margen de acción para hacerse de tierras en el valle porque los colonos y los rancheros no estaban en disposición de vender; en segundo, la propiedad ejidal era intocable, al grado de que las comunidades indígenas aledañas como San José de la Zorra y San Antonio Nécua, tuvieron que acogerse a ese régimen de propiedad como única forma de proteger sus tierras ancestrales. De las dos opciones, el sector más vulnerable eran los pequeños propietarios, sobre todo los de origen ruso. Otro factor desalentador para los inversionistas, era la escasez de la mano de obra necesaria para las compañías agrícolas que en un futuro se establecerían. La toma de tierras instrumentada en 1958 y la subsecuente fundación del poblado Francisco Zarco tuvieron como propósito resolver estas cuestiones.

     A pesar de que algunos agricultores rusos accedieron a vender sus tierras, la mayoría se negó. Expropiarlos y luego entregar sus tierras a otros agricultores no era posible desde el punto de vista legal; además, los ejidatarios también querían la ampliación de la propiedad ejidal por lo que ante una eventual expropiación, ellos tendrían derechos prioritarios sobre esas tierras. La existencia de estos factores hizo necesario concebir un movimiento con cierto sustrato popular que participara en la toma de tierras del valle de Guadalupe. Para ello, se aprovechó la presencia en la entidad de cientos de demandantes de tierras, vivienda y empleo. Así, quedaría como un acto de justicia social dotar de un pequeño lote a estas personas y se lograría desplazar a los pequeños propietarios de sus tierras; además el arrojo y superioridad numérica de los solicitantes inhibiría a los ejidatarios, que estarían más preocupados por proteger sus tierras que en reclamar las parcelas de sus vecinos, ocupadas por los solicitantes. Es posible que para asegurar el éxito del movimiento y evitar toda interferencia de los ejidatarios, se les haya prometido una ampliación ejidal –como de hecho sucedió en 1959– a cambio de mantenerse al margen de la toma de tierras.

     La toma de tierras tenía que parecer un movimiento genuino para poder encubrir la intervención del gobierno estatal. Una acción de esa envergadura requería un alto grado de organización y movilización, recursos con que contaba la ugocm en ese momento. La ugocm perseguía la entrega de tierras a los campesinos y la formación de ejidos, y por el contrario, el objetivo del gobierno era facilitar el establecimiento de agroindustrias; esto hizo necesario que una vez ejecutada la toma de tierras, elementos afines al gobierno desplazaran a los líderes ugocemistas en la dirección del movimiento. La instalación de empresas agrícolas en valle de Guadalupe, traía consigo otro problema: ¿cómo suplir la falta de mano de obra necesaria para la producción? En los hechos, los agricultores del valle enfrentaban ese problema cada temporada de cosecha.

Con la finalidad de establecer un núcleo poblacional que proveyera de mano de obra a las empresas establecidas en valle de Guadalupe, se fundó en 1959 una comunidad de carácter urbano dentro de un medio predominantemente rural. En vista de que los solicitantes de tierras querían fundar un ejido, el gobierno argumentó que no existía tierra disponible para su creación. Esto se contradijo con la ampliación del ejido El Porvenir efectuada ese mismo año.

        Para la mayoría de los participantes en la toma de tierras, recibir un lote y material provisional para protegerse de la intemperie fue un logro y una conquista social. Así vieron resueltas dos de sus tres demandas principales: tierra y vivienda, y recibieron la promesa gubernamental de una pronta solución a la exigencia de empleo, la cual se planeó cumplir con el establecimiento de las agroindustrias. El embrión de solicitantes lo constituyeron los extrabajadores de la empresa Transportes y Caminos, S. A. (tycsa), quienes al verse desprovistos de sus empleos quedaron varados sin medio de sustento alguno en el campamento de la constructora.58 En busca de una solución a su problema se acercaron al gobernador Braulio Maldonado, que con frecuencia se trasladaba al rancho que tenía a descansar  en valle de Guadalupe. A decir de algunos testigos, fue él quien les sugirió reclamar esas tierras.59

 

Origen del movimiento de solicitantes de tierras

Entre 1955 y 1956, la compañía tycsa inició la construcción de la carretera Ensenada-Tecate en el tramo que atraviesa el valle de Guadalupe, pero por problemas económicos los abandonó en 1957. Al retirarse de las operaciones dejó a la mayoría de los trabajadores abandonados a su suerte en el campamento de la compañía a la altura de la colonia rusa.60 Al verse sin medio de sustento alguno, los trabajadores acudieron con el gobernador Braulio Maldonado en busca de ayuda para recibir alimentos y medios que les permitieran retornar a sus lugares de origen o trasladarse a las principales ciudades del estado para conseguir empleo.

     Entre los habitantes más antiguos del poblado Francisco Zarco existe la creencia de que Braulio Maldonado era accionista de tycsa, por lo que estaba implicado de manera directa en el problema. Por ello, Maldonado, al tratar de encontrar una salida al conflicto sugirió a los trabajadores organizarse para reclamar las tierras de los colonos rusos, bajo el supuesto de que estaba por finalizar el contrato hecho en 1906 con el gobierno de Porfirio Díaz, que les permitió usufructuar las tierras por 50 años, más una prórroga de cuatro.60 Acorde a lo anterior, una vez vencido el plazo las tierras quedarían a disposición de quien las necesitara previa solicitud.61

      Fue así como los extrabajadores de tycsa se organizaron para solicitar las tierras de los colonos rusos y promover la creación de un ejido. A fin de contar con mayor capacidad de movilización y obtener una base social más amplia, se acercaron a grupos de solicitantes de tierras del valle de Mexicali afiliados a la ugocm. Como ya señalamos, esta organización  era respaldada por la base social existente en sus tradicionales zonas de influencia en otros estados del noroeste; además, algunos de sus cuadros gozaban de la experiencia adquirida en anteriores tomas de tierras.

      Cientos de personas, en su mayoría provenientes de distintos puntos de la entidad, principalmente Ensenada y el valle de Mexicali, y algunos del interior del país, fueron trasladados al valle de Guadalupe con objeto de tomar posesión de las tierras. Los solicitantes justificaron este acto como una recuperación de tierras que habían estado en manos extranjeras. Dicha actitud se resume en una carta hecha pública, que dos años más tarde dirigió Roberto Rodríguez, encargado de Promoción Ejidal en Baja California, al gobernador del estado, Eligio Esquivel Méndez, que sintetiza el discurso manejado ante la toma de tierras:

No es cierto que los rusos se hayan asimilado a nuestras costumbres y manera de ser; porque ni piensan como mexicanos, ni quieren a México, y lo que es más, desprecian lo nuestro y no hacen nada por México [...] es en Estados Unidos donde tienen sus cuentas bancarias y sus negocios [...] ellos hablan mejor el inglés que el español, no siendo raro encontrar muchos que no entienden nuestro idioma.

[...] Por eso preguntamos: ¿Es realmente mexicano el que no trata de adaptarse a nuestras costumbres? Que no piensa en México. Que no da a sus hijos nuestro idioma preferentemente [...] ¡NI UN PASO ATRáS SEÑOR GOBERNADOR ESQUIVEL!, SIEMPRE DENTRO DE LA LEY, SIGA PREFIRIENDO A LOS MEXICANOS HUMILDES QUE NECESITAN UN PEDAZO DE TIERRA DONDE VIVIR Y TRABAJAR.63

 Antes de concluir este apartado es pertinente detenerse brevemente a comentar en torno a las representaciones64 sobre la colonia rusa y las nociones nacionalistas y de justicia social contenidas en la anterior cita. La percepción sobre las reticencias de los colonos a asimilarse cultural y socialmente al resto de la sociedad mexicana, a lo cual dieron pie los mismos colonos al privilegiar la endogamia, se hallaba arraigada a fines de los años 40 entre diversas capas sociales y era compartida por diversos personajes políticos, empresarios y líderes sociales y no faltó quien estuviera dispuesto a explotar políticamente esta situación. La pretendida singularidad social y cultural de la colonia rusa en el paisaje social regional debía mucho a las recurrentes celebraciones de su alteridad realizadas a través de reportajes periodísticos, crónicas de viaje y reportes académicos producidos a lo largo de la primera mitad del siglo xx. La mayoría de estos textos resaltaban, con variabilidad de matices y recursos lingüísticos, el toque de exotismo que veían en una aldea rusa localizada en territorio mexicano.

     Entre los observadores se contaban visitantes, aventureros, periodistas65 y académicos,66 algunos procedentes de la vecina California.67 Incluso en los años 50 hallamos esas visiones en los miembros de expediciones científicas mexicanas procedentes del interior del país como aquella que con fines de reconocimiento geográfico de la península encabezó Ángel Bassols Batalla de fines de 1958 a principios de 1959, en cuyo tránsito pasó por valle de Guadalupe.68 Las breves líneas que ameritó el paso por la colonia rusa de los exploradores mexicanos recogieron la visión de que las riquezas ofrecidas por esas tierras estaban desaprovechadas junto a las acusaciones por el  aislamiento y estado decadente de la colonia. Dicho discurso era usado por los políticos locales y otros interesados en tales tierras (fuera por motivos empresariales o agraristas) para legitimar sus pretensiones, y con seguridad este tipo de personajes fungieron como sus informantes en cuanto a los datos generales del mencionado asentamiento: 

Hasta hace poco tiempo los rusos que emigraron por acá por cuestiones religiosas y persecución política, a principios de siglo, cultivaban las tierras negras de este recodo pródigo de Baja California. Introdujeron aperos, cultivos, trigo, alfalfa, maíz, además del olivo, vid y cítricos […]; trajeron maquinaria y con su constante trabajo transformaron el valle. Después se formó el ejido El Porvenir, que tiene más de 60 000 olivos. En la actualidad, cuando muchos de los rusos han emigrado a los Estados Unidos o se han ido a residir a Ensenada, las zonas ociosas deben dividirse entre campesinos mexicanos sin tierra.69

Detrás de estas recomendaciones hay una presencia nacionalista y de justicia social acorde con el ideario posrevolucionario, a tono con la serie de argumentos que desde los años veinte comenzaron por los demandantes de tierra en Baja California y que como ya se ha visto páginas atrás, durante los años 40 se intensificaron para el caso de valle de Guadalupe enfocados contra los rusos; motivaciones similares continuaron esgrimiéndose después de la toma de tierras de 1958. Los expedicionarios mexicanos no se sustrajeron a la tentación de resaltar los rasgos de exotismo que denotaba la colonia rusa aunque acotadas por un sentido nacionalista y de salvaguardas de las instituciones nacionales que reafirmó la perspectiva de decadencia que señalaron desde un principio:

Curioso es en verdad este oasis eslavo en suelo nacional; las casas de adobe pintadas de blanco, la iglesia “sencilla y limpia” de religión Malakan [sic], los rostros blanquísimos y las rubias cabelleras de los rusos, su dulce y bello idioma, causan profunda impresión. Sin embargo, el aislamiento de los europeos con respecto a los mexicanos, sus estrictas leyes y su rebeldía a los ordenamientos nacionales, han llevado a la postre a la liquidación paulatina de la colonia rusa de Guadalupe. Converso con ellos y me informan que no hay más de 30 o 40 familias; su número decrece por momentos.70

El establecimiento del poblado Francisco Zarco

Los contingentes que arribaron al valle de Guadalupe tenían una composición heterogénea. Confluyeron grupos de campesinos traídos de Sonora y Sinaloa; otros, procedentes del valle de Mexicali, contaban con campesinos, jornaleros, desempleados y deportados de Esyados Unidos. Hubo también recién llegados de otras entidades del país, que al enterarse de que iban a repartirse tierras acudieron al valle de Guadalupe; finalmente estaba el núcleo fundador del movimiento, los extrabajadores de tycsa.

     Llegaron por los diversos caminos que conducen a valle de Guadalupe; se introdujeron entre los cultivos de uva y trigo y colocaron banderas mexicanas, derribaron algunas cercas que dividían las parcelas e instalaron sus campamentos al tiempo que los líderes lanzaban proclamas contra los “extranjeros” y reivindicaban el derecho de los mexicanos a recibir un pedazo de tierra. Los colonos rusos, al ver la actitud hostil de los invasores o paracaidistas, como calificaron a los solicitantes, buscaron refugio y demandaron ayuda de la fuerza pública.

     Dentro de los grupos de solicitantes de tierras destacaban por su grado de organización los del valle de Mexicali.  Estaban mejor articulados y se autodesignaban colectivamente bajo el nombre de personajes históricos como Lucio Blanco, Leandro Valle o Flores Magón.71 El núcleo urbano establecido a raíz de estos acontecimientos fue bautizado con el nombre de Francisco Zarco, tomado de uno de estos grupos.

La anuencia del gobierno del estado a la toma de tierras en valle de Guadalupe quedó de manifiesto con el apoyo logístico prestado para trasladar a los cientos de participantes; de otro modo no se explica que las caravanas de vehículos que trasladaron a los solicitantes por los caminos que conducen al lugar pasaran desapercibidas para autoridades estatales y federales. El Heraldo de Baja California señaló que se utilizaron diecisiete autobuses, 25 automóviles y varios trailers, para trasladar a la gente. Por ello, denunció que la operación contó con la protección de autoridades de Mexicali.72

     Familias enteras continuaron llegando al valle solicitando un pedazo de tierra, hecho que la prensa local magnificó: “El número de invasores ha aumentado considerablemente, afirmándose que son más de 4 000, prevaleciendo el elemento masculino, pero entre ellos hay un 33 por ciento de mujeres con niños, muchos de ellos en brazos”.73 Como ya indicamos, para el gobierno del estado el objetivo de la operación no consistió en expropiar todos sus terrenos a los pequeños propietarios, sólo las hectáreas necesarias para establecer un núcleo poblacional que proveyera la mano de obra y coaccionar así a los agricultores para vender sus terrenos ante el temor de futuras expropiaciones.

     Para acallar las protestas de organizaciones como la Asociación de Cosecheros y la Federación Mexicana de Organizaciones Agrícolas y con el propósito de disminuir la cantidad de solicitantes de tierras, el gobierno dispuso su desalojo con elementos del ejército local y la Policía Judicial del Estado y el auxilio del ejército federal. El operativo se llevó a cabo el 12 de julio de 1958. Enmedio de un gran despliegue de fuerza pública se les concentró en el parque Revolución de Ensenada, bajo precarias condiciones. Los agricultores rusos participaron de alguna manera auxiliando a la fuerza federal en el traslado de la tropa a bordo de sus vehículos particulares.74

     El día siguiente al desalojo, El Heraldo de Baja California acusó como autores intelectuales y principales promotores de la ocupación de tierras a las siguientes personas: Jacinto López, Eva de Ayón, ingeniero Eusebio Rojo Gómez75, Gorgonio Hernández Monroy, doctor Julio Prado y el delegado de gobierno en Guadalupe, Agustín Torres Pico. En la misma nota se agrega: “Algunos de los invasores de tierras dieron a entender tácitamente que esos líderes habían obedecido consigna del gobierno del estado para que llevaran a cabo el acto [..]”.76

     Pese al desalojo permanecieron pequeños grupos de solicitantes que resguardaron las tierras ocupadas . Por otro lado, las duras condiciones de vida que privaban en el parque Revolución hicieron desistir a muchos de su intento de solicitar tierras. De este modo, el movimiento perdió la fuerza inicial que tuvo y se desplazó de la dirección del mismo a los elementos más radicales. Aunque muchas de las personas trasladadas a Ensenada se retiraron del movimiento, una parte siguió ahí bajo pésimas condiciones, lo cual llamó la atención de particulares y empresarios locales que les brindaron ayuda humanitaria. A fin de hallar solución al problema de salud pública que representó el hacinamiento en el parque, se intentó ubicarlos en otros lugares como San Antonio de las Minas, localidad próxima al valle de Guadalupe,77 o en sitios más distantes como Real del Castillo, particularmente en terrenos de la familia House Gastélum.78

     El grupo de solicitantes permaneció en el valle de Guadalupe con la esperanza de que se resolviera el conflicto a su favor. Finalmente en agosto de 1959, a unos meses de terminar su mandato, Braulio Maldonado decretó la expropiación de 107 hectáreas de terrenos, que fueron fraccionados y distribuidos entre los peticionarios. Poco después, la superficie a repartir se amplió a un total de 164 hectáreas. Las expropiaciones afectaron a once propietarios: siete rusos y cuatro mexicanos, además de algunas extensiones de terreno que pertenecían en común a los colonos.79 Los propietarios obtuvieron un amparo legal e incluso acudieron a la presidencia de la república para defender sus tierras. No lograron finalmente revertir la expropiación.

     Para ese momento, Eusebio Rojo Gómez, líder del grupo de extrabajadores de tycsa, donde se desempeñó como sobrestante, se había erigido como dirigente principal del movimiento. Rojo Gómez contó con apoyo del gobierno del estado, cuidó los intereses oficiales y desarrolló una labor de apaciguamiento contra toda muestra de inconformidad surgida entre los solicitantes, que se apartara de los lineamientos gubernamentales. Desde un principio destacó como líder entre los extrabajadores de tycsa, aunque dentro del movimiento había otros dirigentes:

Coinciden los rusos y algunos vecinos, en que el instigador de este movimiento en Guadalupe lo fue el que se dice Ing. Eusebio Rojo Gómez, mismo que fue el intendente de la tycsa cuando llevaban a cabo obras de la carretera y que al ser despedido se quedó en ese lugar. Señalaban como su más cercano colaborador al delegado Agustín Torres Pico [...].80

Debe resaltarse la participación del delegado del gobierno estatal en Guadalupe quien fungía como colaborador de Rojo Gómez, lo cual nos da indicios del apoyo que éste tenía en las distintas esferas del gobierno estatal debido a la protección que le brindaba el gobernador en turno –Braulio Maldonado primero y Eligio Esquivel después–. El proceder de Rojo Gómez le acarreó conflictos en más de una ocasión con otros funcionarios y dirigentes locales, como sucedió en julio de 1959 cuando Maclovio Rodríguez, representante del ejido El Porvenir, lo acusó ante la Confederación Nacional Campesina (cnc) de intervenir en las labores de ampliación ejidal.81

     En los albores del movimiento, Rojo Gómez se afilió a la ugocm con fines estratégicos en tanto se organizaba la ocupación de las tierras. Una vez cumplido este propósito, actuó por cuenta propia pero  siguiendo las instrucciones recibidas  por autoridades estatales. Para noviembre de 1959, ya había entrado en conflicto con el comité regional de ese organismo en el que figuraba como secretario general. Dicho comité envió una carta al recién electo gobernador Eligio Esquivel –previo a su toma de posesión–, en la que desconocía a Rojo Gómez como su secretario general.82 Dicho comité fincaba una serie de cargos a Rojo como el de la indisciplina, malos manejos de las cuotas asignadas a los solicitantes de tierras en valle de Guadalupe, por denunciar ante el Departamento Agrario, sin consentimiento de la organización, que el ejido El Porvenir tenía abandonadas 40 hectáreas de terreno, y por haber creado una escuela en Guadalupe sin consentimiento de las autoridades educativas.83 En ese momento, Doroteo Quijas, uno de sus más cercanos colaboradores se desempeñaba como secretario de Organización y Propaganda del comité regional. Lo anterior nos da una idea de las concesiones y negociaciones hechas en los albores del movimiento entre los dirigentes de los distintos grupos de solicitantes respecto a la conducción del mismo, aunque la coordinación principal quedó a cargo de la ugocm. Esto explica porqué Rojo Gómez y algunos de sus allegados obtuvieron puestos de importancia en el comité regional aún y cuando su afiliación a la ugocm era reciente. Todo aquel que aspiraba a un lote en el poblado Francisco Zarco tenía que adherirse a esta organización.

     El cambio de gobierno de Braulio Maldonado a Eligio Esquivel no afectó la relación de Rojo Gómez con el poder político local ya que continuó recibiendo apoyo en sus actividades como líder del poblado. Aun antes de iniciar su mandato, el nuevo gobernador dio muestras de apoyar al movimiento y se comprometió a ayudarles en todo lo posible. En su campaña por la gubernatura, Eligio Esquivel visitó el valle de Guadalupe donde hizo el compromiso, en caso de resultar electo, de resolver las carencias más elementales del incipiente poblado.84 En una visita realizada en abril de 1960, ya como mandatario, reiteró sus promesas de gestionar servicios sociales para el poblado,85 lo que cumplió al poco tiempo con la creación de una escuela y un centro de salud.

     Meses antes, en febrero de 1960, Rojo Gómez llevó un nuevo grupo de solicitantes al valle de Guadalupe, para que se incorporaran al núcleo poblacional ya establecido.86 No obstante estas muestras de apoyo, en septiembre del mismo año les fue denegada de manera definitiva la petición originada en el movimiento de fundar un ejido, bajo el supuesto de que no había tierra disponible aun y cuando en octubre de 1959, se asignaron con carácter provisional –en tanto no se diera un pronunciamiento oficial– 3 596 hectáreas a la ampliación del ejido El Porvenir.87

     Desde que se decretó la expropiación de terrenos para dotar de un fundo legal al poblado Francisco Zarco se iniciaron las mediciones para dividir los lotes y delimitar las áreas destinadas a espacios públicos, así como la superficie reservada para un futuro crecimiento. El proyecto urbano presentó graves errores de planeación. Contra toda lógica urbanística el núcleo poblacional se edificó dentro del cauce natural del río Guadalupe a pesar de existir el precedente de inundaciones en esa parte del valle. La superficie total del poblado Francisco Zarco se delimitó en forma de polígono. El área urbana estaba surcada por calles anchas con rústicas habitaciones a los lados, fincadas en los predios repartidos entre los solicitantes. En aras de reivindicar un acto fundacional del naciente poblado formado por actores de diverso origen y actividades, la avenida principal recibió el nombre de 10 de julio, en conmemoración al día de la toma de tierras.88 Al igual que el resto del poblado, esta arteria quedó cubierta de arena años más tarde, producto de una crecida del río acaecida en 1980.

     Los lotes asignados a cada familia eran de corta extensión, destinados para uso habitacional. Salvo algunas excepciones como en los predios de mayor dimensión cercanos al río Guadalupe, no se podían utilizar para el cultivo a escala comercial; además, la mayor parte de sus habitantes no eran trabajadores del campo dada su procedencia urbana. Por otro lado, las escasas empresas agrícolas que en ese momento había en el valle de Guadalupe y los pequeños propietarios que aun quedaban, dedicados principalmente al cultivo de la vid, sólo proporcionaban trabajo temporal en época de cosecha. Por lo general, la mano de obra se reclutaba entre los ejidatarios de El Porvenir y las aledañas poblaciones indígenas de San José de la Zorra y San Antonio Nécua. Pronto, los nuevos pobladores se enfrentaron a la falta de empleo, además de que perjudicaron también a indígenas y ejidatarios al crear un excedente de mano de obra.

     Durante los primeros años de existencia del poblado las oportunidades de trabajo eran casi nulas, lo que obligó a varios de sus habitantes a buscar empleo en Tijuana, Ensenada y el sur de California, circunstancia paradójica porque fue precisamente hacia California donde emigraron los colonos rusos afectados por la toma de tierras. Conforme avanzó la década de los 60, los pobladores del Francisco Zarco desplazaron de las fuentes de trabajo en valle de Guadalupe a los jornaleros provenientes de El Porvenir, San José de la Zorra y San Antonio Nécua. La formación de un sindicato que restringió el acceso a las fuentes de empleo y rotó las plazas entre sus miembros cada cierto tiempo, favoreció la situación. De este modo, la dirección sindical, compuesta en su mayoría por colaboradores de Rojo Gómez, buscó siempre beneficiar a sus simpatizantes.

     Fue hasta principios de los años 70 cuando se crearon más opciones de empleo en valle de Guadalupe debido al establecimiento de compañías agroindustriales como el caso de la vitivinícola Casa Pedro Domecq.89 Este tipo de empresas, merced a su alto poderío económico, desplazaron a los pequeños productores de uva y vino. En lo concerniente a aspectos sociales, una de las carencias en materia de servicios fue el abastecimiento de agua, pese a estar situado el poblado en las proximidades del río Guadalupe. A partir de 1964, el gobierno federal restringió la extracción de agua del subsuelo con el fin de proteger los mantos acuíferos del río Guadalupe, medida recomendada desde 1941 en el estudio hidrológico ya citado. Esta disposición buscó proteger el suministro de agua para riego, requerido por las compañías agrícolas asentadas en el valle, así como asegurar el abastecimiento de agua para las industrias pesqueras de El Sauzal y la ciudad de Ensenada.

     Los cambios experimentados en la propiedad de la tierra en el valle de Guadalupe, no sólo modificaron el uso del suelo, sino que alteraron la composición étnica, social y cultural de la localidad y propició la llegada de compañías agrícolas que sustituyeron el régimen de pequeña propiedad y el desplazamiento de ejidatarios rancheros y colonos. Lo anterior constituyó un paradigma en el uso de suelo, relaciones de propiedad e industrialización del agro en Baja California, toda vez que el valle de Guadalupe se constituyó en un baluarte agrícola dentro del proyecto económico implementado en la entidad a partir de su conversión en estado.

 

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* Rogelio Ruiz Ríos, candidato a doctor en Historia por El Colegio de Michoacán; investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la uabc; e-mail: larealidad@yahoo.com

 

Notas:

 

1 El Heraldo de Baja California, Tijuana, en su edición del 11 de julio de 1958 habló de “más de mil paracaidistas”. Por su parte, José Alfredo Gómez Estrada cita en San Diego Union-Tribune que en su edición del 12 de julio del mismo año, mencionó cerca de 2 500 “invasores”, véase “El último refugio. Establecimiento, desarrollo y declinación de la colonia molokana del valle de Guadalupe”, Calafia, Mexicali, uabc, vii, núm. 4, noviembre de 1993, p. 31. Otros autores, posiblemente basados en testimonios orales u otras fuentes periodísticas, hablan de 3 000 personas; vid. George Mohoff, The Russian Colony of Guadalupe. Molokans in Mexico, edición de autor, California, circa 1993, p. 183.

2 “Los menonitas de Chihuahua, la vocación agrícola de una comunidad”, Claridades agropecuarias, México, núm. 137,  enero de 2005, p. 13.

3 Ibidem.

4 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 11 de julio de 1958, p. 1.

5 Eduardo Blanquel, “La revolución mexicana”, en Historia mínima de México, Daniel Cosío Villegas (coord.), México, El colmex, 1983, p. 154.

6 Esteban L. Mancilla y Olga Pellicer de Brody, “El entendimiento con los Estados Unidos y la gestación del desarrollo estabilizador”, Historia de la revolución mexicana (1952-1960), Luis González (coord.), México, El colmex, t. 23, 1980, p. 7.

7 Ibidem, p. 11.

8 Olga Pellicer de Brody  y  José Luis Reyna, “El afianzamiento de la estabilidad política”, Historia de la revolución mexicana (1952-1960), Luis González (coord.), México, El colmex, t. 22, 1980, p. 83.

9 Mancilla y Pellicer de Brody, op. cit., p. 167.

10 Pellicer de Brody  y Reyna, op. cit., p. 197.

11 Los datos generales sobre la ugocm han sido tomados de la obra de Gerrit Huizer, El potencial revolucionario del campesino en América Latina, Clementina Zamora (trad.), México, Siglo xxi, 1973, salvo cuando se especifica otra fuente de procedencia.

12 Luis Medina, “Civilismo y modernización del autoritarismo”, Historia de la revolución mexicana (1940-1952), Luis González (coord.), México, El colmex, t. 20, 1982, p. 171.

13 “Se trató de una movilización campesina de corta duración que influyó notablemente [...] en la política agraria del gobierno y que puede verse como un antecedente de los importantes repartos de tierras iniciados con el gobierno de López Mateos”, Pellicer de Brody y Reyna, op.cit., p. 121.

14 Ibidem, pp. 123-130.

15 Ibidem, p. 121.

16 Ana María Chávez Galindo, Encuesta demográfica de Baja California (consideraciones metodológicas), México, unam, 1986, p. 12.

17 Patricia Morales, Indocumentados mexicanos (causas y razones de la migración laboral), México, Enlace Grijalbo, Col. Política y Economía, 1989, p. 144.

18 Jorge Durand, Más allá de la línea (patrones migratorios entre México y Estados Unidos), México, cnca, Col. Regiones, 1994, p. 130.

19 Ibidem, p. 168.

20  Vernon Briggs y Jorge Bustamante proporcionan la cifra de 4 970 835 ingresos de trabajadores registrados dentro del Programa Bracero en los 22 años que estuvo vigente. En el mismo periodo, el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos reportó 5 128 598 detenciones (hay que tener presente que una persona podía ser detenida en diversas ocasiones). Citado en Patricia Morales, op. cit., pp. 226-227.

21 Mancilla y Pellicer de Brody, op. cit., p. 74

22 Diario Oficial de la Federación, México, 16 de enero de 1952, pp. 5-6.

23 Braulio Maldonado Sández, Baja California (comentarios políticos), Gabriel Trujillo Muñoz (prólogo), México, sep/uabc, Col. Baja California: Nuestra Historia, núm. 4, 1993, p. 81.

24 Prólogo de Gabriel Trujillo en ibidem, p. 19.

25 Ibidem, pp. 85-86.

26 Se estima que entre 1950 y 1960, los municipios de Tijuana y Mexicali incrementaron su población en un 7.5 por ciento; vid. Miguel Díaz y Joaquín Xirau Icaza, Nuestra dependencia fronteriza, México, fce, 1976, p. 58. Por otra parte, durante el gobierno de Braulio Maldonado, Ensenada aumentó de 70 000 a 210 000 habitantes; vid. Braulio Maldonado, op. cit., p. 94.

27 Ibidem, p. 87.

28 “Decreto facultando a todo mexicano mayor de diez y ocho años para la adquisición de tierras nacionales o baldías”, Periódico Oficial. Órgano del Gobierno del Distrito Norte de la Baja California, Mexicali, 30 de septiembre de 1923.

29 Solicitudes presentadas con motivo del decreto expedido por el C. presidente de la república con fecha 2 de agosto del año de 1923, Ensenada, 1923-1925, Libro del Registro Público de la Propiedad de Ensenada, Archivo Judicial de Ensenada en Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California [en adelante iih-uabc].

30 Unión de Trabajadores Mexicanos, Agrícolas, de Frutas, Legumbres y Fibras del Noroeste de México al presidente de la república, Ensenada, 1948, Archivo General de la Nación [en adelante agn], Lázaro Cárdenas, fotocopias en iih-uabc, exp. [26.77].

31 Unión de Trabajadores Mexicanos, Agrícolas, de Frutas, Legumbres y Fibras del Noroeste de México al presidente de la república, Ensenada, 1948, Archivo General de la Nación [en adelante agn], Lázaro Cárdenas, fotocopias en iih-uabc, exp. [26.77].

32 La información sobre las características físicas ha sido tomada de Oscar Schmieder, The Russian colony of Guadalupe Valley, Lower California Studies, Berkeley, University of California Press, v. II, núm. 14, 1928, pp. 409-434 y; Paul Waits, “Condiciones hidrológicas del Valle de Guadalupe, B. C.”, estudio realizado para la Secretaría de Recursos Hidráulicos, México, 12 de mayo de 1941, en Archivo de microfilm del iih-uabc, Colección Celso Aguirre, rollo 139, p. 2.

33 Vid. Schmieder, op. cit., p. 409.

34 Waits, op. cit., p. 2.

35 Ibidem, p. 3.

36 Jorge Uzeta, “Comunidad, Estado y agroindustria en Santa Ana Pacueco, Guanajuato”, en Eduardo Zárate (coord.), Bajo el signo del Estado, Zamora, El colmich, 1999, p. 88.

37 Ibidem.

38 Fernando Jordán, Baja California, tierra incógnita, Felipe Gálvez (prólogo), México, uabc, cecut, 1996, p. 56.

39 Comunidad de San José de la Zorra al presidente de la república, Ensenada, 1951, agn, Dirección General de Gobierno, fotocopia en iih-uabc,  exp. [27.38].

40 En sentido geográfico San José de la Zorra no se encuentra dentro del valle de Guadalupe, pero sus habitantes están vinculados económica y socialmente con la población del valle y las actividades que ahí se desarrollan, en virtud de la distancia de diecisiete kilómetros que media entre las dos localidades.

41 A mediados de 1939, los colonos rusos informaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores que nueve cabezas de familia, todos mayores de 35 años, se encontraban tramitando su carta de naturalización, dos aún no lo hacían y quince ya contaban con ella. “Listas de situación migratoria de los colonos rusos de Guadalupe”, agn, Lázaro Cárdenas, exp. 503.11/181, fotocopias en iih-uabc [9.8], fojas 18-24.

42 John Sanford Dewey, 1966, The Colonia Rusa of Guadalupe Valley, Baja California: a study of settlement competition and change, tesis de maestría, California State College en Los Ángeles, California, pp. 96-99.

43 Ibidem, p. 116.

44 Fernando Jordán, op. cit., p. 55.

45 Ibidem.

46 El Diario de Ensenada, 10 de enero de 1950,  pp. 1 y 4.

47 Ibidem.

48 Ibidem.

49 Antonio Gómez Gómez (1997), poblado Francisco Zarco. Entrevista realizada por Rogelio Ruiz, abril de 1997, en Archivo de la Palabra del iih-uabc [en adelante apiih-uabc] pho-e /1/54 (1); José Montes Ávila (1996), poblado Francisco Zarco. Entrevista realizada por José Luis González López, en apiih-uabc] pho-e /1/6 (1).

50Archivo particular del señor Joaquín Alves Iglesias, Contrato de compra-venta celebrado por Moisés, Basilio y Gabriel Nazaroff  a favor de Ramón Marcé Rubió y Gerónimo, José y Juan Bertran Cusiné, Ensenada, 1956.

51 Braulio Maldonado, op. cit., p. 129.

52 Ibidem, p. 155.

53 Las comillas son mías. El Heraldo de Baja California, Tijuana, 13 de julio de 1958, p. 8.

54 En el “Plano del predio de Colonia Guadalupe denominado Colonia Rusa, ubicado en el Municipio de Ensenada, B. C. N.”, realizado en septiembre de 1958 por la Dirección General de Catastro, Residencia Ensenada, aparecen dos propiedades a nombre de Braulio Maldonado, con una superficie de 10-90-00  y 44-16-00 hectáreas respectivamente. Colindantes con estas propiedades hay una a nombre de su esposa, Carlota de Maldonado con una superficie de 81-00-00 hectáreas. Los tres predios están ubicados al sureste del poblado de Guadalupe; en el lado sur de la carretera Ensenada-Tecate y el cauce del río Guadalupe.

55 Braulio Maldonado, op. cit., p. 127.

56 Este último había sido gobernador de Baja California cuando aún era Distrito político; luego de permanecer varios años en el ostracismo político fue reivindicado por el gobernador Braulio Maldonado.

57 Conrado Acevedo Cárdenas, Tijuana. Ensayo monográfico, México, Editorial Stylo, 1955, pp. 88-89.

58 Cayetano Sámago Rodríguez (1996), poblado Francisco Zarco. Entrevista realizada por Bertha Paredes Acevedo, 31 de octubre apiih-uabc, pho-e/1/10 (1).

59 José Ramón Guadalupe Aguirre (1996), poblado Francisco Zarco. Entrevista realizada por María Jesús Ruiz, 15 de noviembre, en apiih-uabc pho-E/1/15 (1).

60 Cayetano Sámago Rodríguez, entrevista citada.

61 Líneas atrás se ha señalado la similitud discursiva que existe con los solicitantes de tierras que presionaban por el reparto de las parcelas cultivadas por los menonitas en Chihuahua.

62 Félix Aguirre Vázquez (1996), poblado Francisco Zarco. Entrevista realizada por Carlos Alberto García Cortés y Rogelio Ruiz Ríos, valle de Guadalupe, 22 de noviembre, en apiih-uabc pho-E/1/16 (1).

63 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 27 de abril de 1960, pp. 1 y 8. Transcrito con mayúsculas como en el original.

64 Respecto al papel que las representaciones cumplen en una colectividad social con relación al desarrollo de ciertos procesos sociales y culturales, una autora ha señalado que las representaciones manifiestan una totalidad referente a la forma de ver y concebir el mundo, tienen un carácter operativo al orientar acciones, por tanto son históricas pues van cambiando acorde con las experiencias: “Las representaciones sociales son adquiridas, confirmadas y modificadas por los actores sociales como miembros de grupos y tienen como principal función coordinadora la de representar los objetivos e intereses de ellos.” En Virginia Trevignani Gagneten, La construcción de comunidad como utopía y como distopía, México, flacso México, Plaza y Valdez, 2004, p. 50.

65 Cfr. Fernando Jordán, “Rusia en México”, Impacto, México, tercera parte del reportaje “La tierra incógnita”, 17 de diciembre de 1949.

66 Cfr. Muestra de ello es el artículo publicado en 1928 por el geógrafo Oscar Schmieder, op. cit.

67 Cfr., por ejemplo: “Old Russia comes back in Mexico”, Baja California Western History, v. xx, 4 de noviembre de 1934, en San Diego Union-Tribune Publishing Co., 1952.

68 Ángel Bassols Batalla, “Segunda exploración geográfico-biológico en la península de Baja California”, Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, México, t. xcii, núms. 1-3, julio-diciembre de 1961, p. 35.

69 Ibidem.

70 Ibidem, p. 36.

71 Cfr. entrevista a José Montes Ávila, ya citada.

72 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 11 de julio de 1958, p. 1.

73 Ibidem, 12 de julio de 1958, p. 1.

74 La fotografía muestra una camioneta con el rótulo “A. Samarin, Ensenada, B.C.”  en la puerta del conductor. Las siglas corresponden a Alejandro Samarin, quien era uno de los colonos más prósperos. En el pie de foto se lee: “Los molokanes proveyeron de comida y transporte a los militares que los protegieron de los invasores”; archivo particular de la familia Mohoff, en Mohoff, op. cit., p. 187.

75 A pesar de que se le designaba con este título profesional no tenía ese grado de estudios.

76 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 13 de julio de 1958, pp. 1 y 8.

77 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 14 de julio de 1958; Cfr. entrevista a José Montes Ávila ya citada.

78 El Heraldo de Baja California, 17 de julio de 1958, p. 1.

79 Dewey, op. cit., p. 90. En el apéndice K, p. 169, el autor anexa una lista con los nombres de los propietarios afectados por la expropiación.

80 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 13 de julio de 1958, p. 8.

81 Confederación Nacional Campesina al Jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, Ensenada, 1959, archivo del Registro Agrario Nacional [en adelante aran] en Mexicali, B. C., expediente general del ejido El Porvenir.

82 Comité en el que Doroteo Quijas, uno de los colaboradores más cercanos de Rojo Gómez, ocupaba el cargo de secretario de Organización y Propaganda, véase “Federación de Obreros y Campesinos de Ensenada, B.C. a Eligio Esquivel Méndez, gobernador constitucional de Baja California”, Ensenada, 1959, aran, expediente general del ejido El Porvenir.

83 Ibidem.

84 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 3 de junio de 1959, pp. 1 y 8.

85 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 16 de abril de 1960, pp. 1 y 8.

86 El Heraldo de Baja California, Tijuana, 27 de febrero de 1960, p. 1.

87 La ampliación del ejido fue aprobada oficialmente en 1964 a costa de tierras nacionales y expropiaciones que afectaron los ranchos Matajanal, San Marcos y Bella Vista. En Dewey, op. cit., p. 65.

88 Otro caso de una comunidad en fase de construcción de sus referentes colectivos identitarios donde se acude a un símbolo fundacional para nombrar la calle principal de la misma lo hallamos en el estudio de Trevignani Gagneten, op. cit., p. 122.

89 “Se intensifica la industrialización en la entidad”, El Heraldo de Baja California, Tijuana, 26 de septiembre de 1972, p. 6-A. La nota periodística reseña la inauguración de la planta vinícola de la Casa Pedro Domecq en valle de Guadalupe.