Una cátedra de política y civismo en el estado 29

 

 

 Fernando Jordán*

 

 

Baja California eligió nutrida y pacíficamente a los diputados que integrarán el Congreso Constituyente. La victoria electoral fue del pri, pero el verdadero triunfo fue de todo el pueblo bajacaliforniano.

     El pasado 29 de marzo, a partir de las ocho de la mañana, el pueblo joven recién llegado su mayoría de edad cívica, empezó a presentarse a las 125 casillas electorales distribuidas sobre una superficie de 75 000 kilómetros cuadrados: el estado de Baja California. En las cuatro ciudades, en los pueblos, en la costa, en las aldeas de la montaña, en las comunidades del valle pródigo o del valle desértico, en los caseríos aislados del golfo de California, hubo durante todo ese día un constante peregrinar de una ciudadanía que daba el primer paso para decidir su futuro político en la elección de su Congreso Constituyente.

     Y mientras los hombres, dando un ejemplo a la nación y respondiendo a la confianza que por sí misma ha ganado Baja California, mostraban una sobriedad sin par en la ejecución de su acto cívico, conservando la calma, la ecuanimidad y la entereza que resulta de una firme decisión de gobernarse a sí mismos, el tiempo bajacaliforniano de una costa a otra, cambió total e inesperadamente, poniendo en la primera elección interna bajacaliforniana, la única nota desentonada.

     Fue un día de primavera, sereno en los hombres y rebelde en la climatología. La costa del Pacífico fue azotada por un mar de fondo que movía vientos huracanados del noroeste; llovió en Tijuana una lluvia pertinaz y glacial; en el amplio desierto hubo tormenta de arena, y en el valle pródigo del polvo y la tierra se levantaron en nubes que oscurecieron el horizonte y cubrieron de ocre a los hombres y a las cosas. Al atardecer, una tormenta de nieve barrió la montaña y, por la noche, los caminos entre el este y el oeste estaban obstruidos por una barrera de hielo. Antes de terminar el día 29 de marzo, el telégrafo había sido interrumpido al caerse los postes de la línea, sobrecargados de nieve, y entre la capital, Mexicali y las ciudades del occidente, no había más comunicación que la de los radios oficiales, que tartamudeando pasaban a duras penas los informes sobre el desarrollo de las elecciones.

     Tal vez no se escuchaba claramente todo lo que comunicaban, pero hubo en cambio una frase tan insistentemente repetida, que puede considerarse la típica y característica de los primeros comicios bajacalifornianos: “Ningún incidente... Ningún incidente... Ninguna novedad...”. Poco antes de la medianoche, a pesar del tiempo, de la obstrucción en las comunicaciones y de la enorme superficie del estado, podía saberse el resultado: “Triunfo absoluto y arrollador del pri”.

     El Partido Revolucionario Institucional triunfó. Esto es una noticia que nada tiene de nuevo, y en el mismo Suchiate, a 2 000 kilómetros de distancia, podría haberse sabido con toda anticipación. Por eso, la victoria del pri (del “invicto”, como llaman los diarios amarillistas) no es una noticia.

     Lo interesante de esta victoria está en conocer el porqué, el cómo, la forma, las condiciones y los métodos... está en saber qué es lo que hizo el pri para asegurarse el triunfo. 

 

Los antecedentes

De acuerdo con el decreto presidencial, el primer paso que debiera dar la ciudadanía bajacaliforniana para responder a la transformación de su territorio en estado, era convocar a elecciones para Congreso Constituyente. Congreso que, como el nombre indica, se encargará de redactar los términos de una Constitución estatal que normará, para el futuro, todos los actos de su vida política. Atendiendo a ello, en el mes de enero pasado los partidos políticos nacionales iniciaron sus actividades buscando candidatos para diputados constituyentes, e incitando a la ciudadanía a sumarse a unos u otros, y a interesarse por la política local.

     Desde luego, el pri, el pan y la fppm, multiplicaron sus actividades y duplicaron sus energías.

     Los tres sectores del Partido Revolucionario Institucional, popular, obrero y campesino, celebraron asambleas en las cuatro ciudades del estado y en ellas, con amplia libertad, fueron elegidos los candidatos a diputados. La Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (fppm) hizo aproximadamente lo mismo y escogió a sus hombres. En una escala mucho menor, el Partido Acción Nacional repitió el procedimiento.

     Fue el pri el único partido que presentó candidatos a los siete distritos en que dividió al estado la junta local electoral. La Federación solamente encontró candidatos para cinco distritos, y el Partido Acción Nacional para los dos restantes. En esta forma, fueron siete los candidatos del partido oficial, contra siete (sumados) de los partidos de oposición.

     Durante tres meses hubo en la ciudad y en el campo un derroche de publicidad y de esfuerzo de convencimiento. Carteles, mítines, reuniones, desplegados en diarios y revistas, discursos, etcétera, fueron el platillo cotidiano de la ciudadanía y, durante ese lapso, como en el día de las elecciones, “ningún incidente”.

     Hubo uno, es cierto; un incidente que causó revuelo y que inclusive podría haber influido en los comicios: la detención de Rosas Magallón, el candidato de Acción Nacional por un distrito de Mexicali; pero exceptuando esto, que en realidad nada tuvo que ver con el proceso electoral, toda la actividad política en Baja California se caracterizó por su elevado concepto cívico, su seriedad, su nobleza de propósitos y en la rectitud de sus métodos. Y esto, sea dicho en cada uno de los tres partidos: el pri, el pan y la fppm. Si casi a manera de anécdota pudieran incluirse algunos hechos que parecieron desentonar, podría también agregarse que ninguno fue parte del método político, y que quienes cometieron alguna infracción fueron los primeros en rectificar, espontáneamente, porque sólo la rectitud y la seriedad podían haber influido en un pueblo que, si bien joven, no se ha cimentado aquí para perder el tiempo en tonterías, sino para ejercer con amplia libertad el más noble derecho del hombre: el de vivir.

 

El pri en Baja California

Para dirigir la campaña electoral del Partido Revolucionario Institucional vino a Baja California el político chiapaneco Julio  Serrano Castro, abogado, senador, ideólogo y orador de fuste. Bajo su dirección, el Comité Regional impulsó y desarrolló una campaña de gran altura y de serias proyecciones, toda ella llevada a cabo con una actividad verdaderamente relámpago.

     Si a la actuación personal de Serrano Castro, que con sólo tres meses de contacto con Baja California, logró interiorizarse e interesarse en sus problemas y aspiraciones, se agrega la selección de candidatos hecha por los diversos sectores del pri (una selección que por sí sola no admitió rival), es fácil decir, objetivamente, una de las condiciones que hicieron viable el triunfo del pri.

     Para cualquier ciudadano libre de partidarismo y con suficiente criterio, los métodos que puso en práctica el presidente del Comité Regional y el nombre de los candidatos del partido, eran razones suficientes para decidir su elección en los comicios.

     Cuando el redactor preguntó a Serrano Castro cuáles habían sido las condiciones que habían garantizado el triunfo de su partido, éste las sintetizó en cinco puntos:

 

1. Doctrina del pri, que sintetiza todas las aspiraciones del pueblo, atendiendo por igual a las esperanzas y las realidades de los diversos sectores de la ciudadanía.

2. La influencia de la política del presidente de la república, que ha captado totalmente la confianza del pueblo, por su lucha por la justicia, la honestidad, contra los monopolios, contra la carestía de la vida, y por el progreso general de México.

3. Los métodos políticos aplicados: seriedad, supresión de insultos a los adversarios políticos, de enfoque de los problemas estatales, atención de diversos servicios sociales, fundando dispensarios, distribuyendo alimentos y pugnando por el mejoramiento económico y educativo del pueblo.

4. La selección y postulación de gente de gran arraigo en el pueblo bajacaliforniano, en quien el pueblo tiene fe, confianza y simpatía.

5. La afirmación de que el pri no presentaría ningún proyecto de Constitución, la cual despertó la confianza de los electores, y la garantía de que los constituyentes, al tomar posesión, no serían ya representantes del partido, sino representantes de todo el pueblo de Baja California, atendiendo por igual a los problemas e intereses de la ciudadanía general y no de una sola facción.

 

El pan y la fppm en Baja California

La lucha política en la campaña electoral, realizada por la Federación de Partidos del Pueblo y del Partido de Acción Nacional fue también de elevada categoría y desarrollóse con amplitud de miras. Pese a la actividad demostrada por los directores de ambas organizaciones políticas, no pudieron competir con el partido oficial. Esto por dos o tres razones principales: escasez de material económico, de material humano y por la poca claridad de sus métodos.

No puede negarse que los candidatos presentados por la Federación (cinco candidatos) y por el pan (dos candidatos) son todos gente estimable, respetable y honesta; algunos de ellos, inclusive con visión política para el puesto que aspiraban. Pero, comparadas sus planillas con las del pri, nótase entre ambas una fundamental diferencia. Mientras el pri lanzó candidatos en un gran porcentaje nativos o al menos viejos residentes, de gran arraigo y mucha simpatía, el pan y la fppm, echaron mano de hombres con poco tiempo de residencia (con algunas excepciones), los cuales, por razón natural, no podían tener el “arrastre” de los candidatos del partido oficial.

     Pero acaso más grave que la falta de dinero o la escasez de material humano, fue un error político el que cometieron los partidos de la oposición. En vista de lo reducido de sus recursos, los henriquistas y los panistas firmaron un pacto de unión válido hasta el día de las elecciones. De acuerdo con las declaraciones del dirigente de la Federación, tal unión no era en modo alguno ideológica, sino que tenía como única finalidad la de unir fuerzas, numéricamente, para contrarrestar la fuerza del pri. En cuanto a estrategia política, el pacto entre los panistas y henriquistas acaso fuera válido, con su precisa finalidad y su vigencia por un tiempo limitado; pero para el pueblo bajacaliforniano, tal unión fue desconcertante. En los dos meses y medio de campaña, pocos candidatos fueron los que llegaron a explicarse la unión entre un partido que ha presumido de tendencias izquierdistas y otro cuyo conservadurismo es reconocido.

     Sería difícil definir hasta qué punto perjudicó a los henriquistas la unión con el pan. No solamente por que se le relacionó con las recientes elecciones, sino porque en el futuro esa liga tendrá consecuencias, aun cuando no vuelva a realizarse. A los ojos de los observadores, poco versados en política, el pacto demostró poca firmeza de principios y recursos estratégicos contradictorios.

     Quien, para su publicidad nacional, capitalizó el pacto fue el Partido Acción Nacional. Obrando parcial y egoístamente hizo aparecer en sus órganos capitalinos de publicidad como suyas todas las concentraciones en los mítines, sin mencionar, aunque fuera de paso, que por lo menos la mitad de los concurrentes a los actos fueron partidarios de la Federación de Partidos del Pueblo.

     Al finalizar las elecciones, los dirigentes de los partidos de oposición se quejan de los métodos del pri, de la parcialidad de la junta local electoral y de interesada intervención del gobierno. Las declaraciones oficiales hechas por ellos el martes 31 de marzo carecen de seriedad, son contradictorias y absolutamente vacías; aunque esto no quiere decir que por ello vayan a dejar de insistir en el tema durante el tiempo que falta para declarar oficialmente a los triunfadores.

     El caso de Rosas Magallón sirvió estupendamente al pan y a la Federación para hablar de procedimientos indebidos durante la campaña. La prisión de este candidato del pan fue el último capítulo en una larga serie de discusiones legales entre el juez de lo Penal y Magallón. El origen de esto se encuentra en un ataque que,  por insulto a la autoridad, hizo levantar el citado juez, quien por ello condenó al autor a 72 horas de arresto. El incidente tuvo lugar hace siete meses y, desde entonces, Magallón, abogado de profesión, estuvo utilizando todos los recursos de ley para evitar la pena. La confirmación de ésta, dictada por el Tribunal de Guadalajara, fue recibida precisamente en los últimos días de la campaña, y, de acuerdo con ella, Magallón fue detenido y encerrado en la cárcel para cumplir el arresto. Fue una coincidencia, muy a tiempo, que favoreció mucho a Magallón,  y perjudicó al pri, no obstante que Serrano Castro, muy hábilmente, estuvo haciendo lo posible para que el juez concediera la libertad al adversario de sus propios candidatos.

 

El gobierno y los comicios

Quejáronse también los oposicionistas, de que el gobierno del licenciado Alfonso García González había presionado para decidir las elecciones en favor del pri. La queja, externada personalmente a este observador periodístico, careció de precisión, y no hay manera de fijar en qué consistió tal intervención oficial. Podría aceptarse, que si  hubiérase dado uno que otro caso de intervención personal de algún miembro del gobierno, porque “nunca faltan mejores papistas que el propio Papa”; pero ninguno de ellos, en el caso de haber sucedido, pudo tener la menor influencia en el resultado de las elecciones.

     Desde un punto de vista absolutamente político,  entendiendo la política como un deber ineludible del ciudadano, hacíase necesaria una intervención del gobierno. Una intervención en el sentido de educar, de propiciar, de encender más entusiasmo sobre las elecciones de constituyentes. Pese a que tal actitud hubiera sido beneficiosa para cimentar un espíritu cívico, el gobierno de García González abstúvose totalmente de intervenir en la campaña electoral. Al terminar el proceso y después de la realización de los comicios, el gobernador García González hacía la declaración que aparece en estas mismas páginas.

 

El Congreso Constituyente

Con excepción de uno solo de los distritos, donde el candidato henriquista puso en aprietos al del partido oficial, en todos los restantes el triunfo del Partido Revolucionario Institucional fue claro y arrollador. Los comicios se realizaron en un perfecto orden, con escasas discusiones al iniciarse los cómputos parciales, y sin que hubiera sido necesaria vigilancia alguna. El ser domingo, el tiempo infame que prevaleció y las circunstancias de que conforme a la ley electoral habían estado cerradas las cantinas durante las 24 horas anteriores, dieron un matiz de extremada calma al acto cívico.

Los candidatos del pri triunfaron con un porcentaje total de 68 por ciento,  que en el primer distrito llegó apenas al 54 por ciento y en otro a casi 80 por ciento.

     Los triunfadores del pri, que dentro de algunas semanas constituirán el Congreso Constituyente del Estado de Baja California son los siguientes: Celedonio Apodaca (líder obrero) Francisco Dueñas (doctor y profesor), Aurelio Corrales Cuevas (líder campesino), Alejandro Lamadrid (abogado), Miguel Calette (industrial) y Evaristo Bonifaz (abogado). De estos, tres son nativos de Baja California, y los demás viejos residentes, el que menos con doce años de vivir en el exterritorio y ahora estado.

     En las manos de estos siete hombres queda la redacción de la Constitución Política de Baja California, una Constitución que, como lo ha expresado el presidente del comité regional, deberá ser la expresión genuina de los principios democráticos y revolucionarios, que permita el desarrollo y el progreso del estado de Baja California y de todas sus fuerzas sociales económicas, y para que impere un régimen de justicia social que haga posible la solución de los problemas que aquejan a las grandes masas campesinas, obreras y a la clase media.

     Una Constitución, en fin, que sea tan característica y ejemplar, como ha sido, tanto la formación  y el desarrollo de la Baja California, que como los comicios ejemplares celebrados el 29 del pasado mes de marzo.

 

Espíritu cívico

 

El pueblo bajacaliforniano ha figurado en distintos aspectos a la vanguardia del progreso nacional. La primera actividad cívica como habitantes del estado 29 ha puesto de manifiesto su alto espíritu cívico y su educación.

El ejercicio del voto no se vio empañado por ningún incidente, realizándose todo el proceso dentro de un absoluto orden.

Los candidatos que obtuvieron una mayoría innegable en el sufragio representan los ideales de la revolución mexicana, mismos que el gobierno federal y del estado realizan constantemente, ideales cuya bondad del progreso de nuestra patria nadie puede discutir ni mejorar.

El régimen que encabeza el señor presidente Ruiz Cortines, a través de la intervención de las autoridades respectivas, ha puesto una vez más en práctica su lema de equidad y justicia nacional. Siguiendo los lineamientos establecidos por el primer magistrado de la nación, las autoridades federales y estatales conservaron una actitud de observadores obedientes de la ley y absolutamente imparciales. La forma en que se desarrolló la elección demuestra indubitablemente, lo infundado y tendencioso de los ataques que a ellas fueron dirigidos durante la campaña político-electoral, por contendientes que en esta forma pretendieron atraerse la simpatía y el apoyo popular.

 

Mexicali, B.C., 30 de marzo de 1953.

Licenciado Alfonso García González

Gobernador Provisional de Baja California.

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* Publicado en Impacto el 11 de abril de 1953, pp. 18-22.