Entrevista

Lo que llaman “asalto a las tierras” fue un movimiento social que no fue agresivo como lo ponen los líderes...

 

Alfredo Dipp Varela*

 

Llegamos al valle de Mexicali, mes y medio antes del reparto agrario. Ya había intenciones de parte del gobierno de llevar a cabo la acción ejidal definitivamente, no fue tan sorpresiva entonces. Veníamos del Banco Ejidal de Torreón; allá ya teníamos trabajo en el banco. Estábamos en la Comarca Lagunera y ahí ya había habido una expropiación agraria previa, un reparto agrario.

     El reparto empezó allá el 6 de octubre, yo trabajaba en una hacienda llamada El Retiro, de un español llamado don Jesús Cardón; trabajé ahí cerca de tres años, en calidad de rayador de campo, era el que anotaba en la lista de raya a los trabajadores que andaban trabajando en la limpia de canales, en la siembra, en el desahíje; uno sabía quiénes estaban en los canales, quiénes estaban en la pizca, y yo volvía a mediodía para comprobar.

     Viene el reparto agrario del 6 de octubre del 36 y en septiembre ya habíamos perdido el trabajo todos los que éramos empleados de las haciendas; pues dijimos, bueno ¿Y entonces, dónde vamos a trabajar?, no tenemos dónde.

     Entramos al Banco Nacional de Crédito Ejidal que nos aceptó contentos porque encontraban en nosotros muchachos ya con experiencia en el manejo de gente, en el manejo del cultivo del algodón, del trigo, cebada, alfalfa, los cultivos que fueron tradicionales también aquí; entonces lo que hacían era que si yo estaba en el área digamos, de El Indiviso en una hacienda, me cambiaban a Cuervos al Banco Ejidal y si estaba trabajando en una hacienda en Hechicera, por ejemplo me mandaban al Kilómetro 57, para que los ejidatarios no nos reconocieran como empleados de las haciendas porque en todos lados había rencor contra los rancheros. Avivaron el rencor contra los agricultores, contra los arrendatarios y aparceros de la Colorado River Land Company.

     Desgraciadamente, a dos empleados de la hacienda los asesinaron, a uno de ellos lo conocí, Efraín Álvarez, estaban los ánimos muy caldeados y avivados por la corriente socialista que había.

     Entonces empezamos a trabajar, pero primero un antecedente: el reparto agrario en La Laguna se hizo en forma demagógica; allá fue mucho más, porque la gente de San Luis Potosí, de Zacatecas y de Durango estaba acostumbrada a ir a las pizcas de algodón a la Comarca Lagunera, que así le llaman a la región. Llegaban con sus burritos cargados con algunas cobijas, con algunos morrales y empezaban a trabajar muy duro, casi sin comer. Comían un pan que le llamaban ladrillo; nosotros le decíamos hogaperros porque eran de granillo, gruesos, oscuros, pero eran nutritivos; con un hogaperros de esos nos acercábamos a la pila del agua, tomábamos agua y ya era una comida, costaba cinco centavos el ladrillo, tenía una forma de ladrillo cuadrado; llegaba la gente a trabajar de los tres lugares, de los tres estados y guardaban su dinero en los cintos que tenían doble vaqueta; entonces por ahí metían el dinero, le llamaban víboras, algunos traían dos o hasta tres víboras. Cuando viene el reparto el 6 de octubre, censan a los pizcadores, cuando el reparto debió haberse hecho con los que ya estaban viviendo ahí, que eran acasillados, que ya eran empleados, trabajadores de las haciendas, lo que resultó fue que en vez de siete, ocho hectáreas les dieron cuatro y media a cada uno.

     Fue una cosa parecida a la que sucedió en el valle de Mexicali con el reparto agrario porque no se reconocieron los derechos de los aparceros y arrendatarios, de los que ya estaban trabajando. Además de que fueron los que habían abierto las tierras al cultivo, las habían nivelado, habían preparado los terrenos.

 

El reparto agrario

El reparto agrario empezó en 1937; lo que hubo fue un movimiento, pero a lo que le llaman “asalto a las tierras”, fue un movimiento social que no fue agresivo como lo ponen los líderes, era gente pacífica que quería un pedazo de tierra.

El asesor principal de Cárdenas era Vicente Lombardo Toledano que había estado siete años en Rusia, en donde había ejidos colectivos, haciendas de consumo, jefes de trabajo y esas cosas.

     Existe un contrato que la Colorado River Land Company hizo el 14 de abril de 1936, cuando se crearon las famosas colonias de la Uno a la Diez, pero eso fue anterior. El contrato fue firmado por don Saturnino Cedillo que era secretario de Agricultura. Nosotros llegamos el 37, mes y medio antes del reparto. Veníamos ocho muchachos, yo tenía diecisiete años, el mayor, 24. Venimos ocho de la Comarca Lagunera y se dividió el valle en ocho sectores; éramos jefes de sector. La primera tarea fue irnos al campo inmediatamente, localizar un lugar en donde nos dijeron: “Ésta es su área, ustedes se ubican”; todavía no había ejidos. Llegué a un lugar que era un campo de japoneses que se llamaba campo Yamada, lo que es actualmente, lo que fue después el ejido, ahí viví.

Ocho sectores, bajo la dirección de un jefe de zona que era el ingeniero Esteban Gómez Pelayo, hijo del profesor Esteban Gómez Pereyra. Él era el director de indemnizaciones, porque había que indemnizar a los que les iban a quitar las tierras, pagándoles la limpia del canal, la preparación, el agua, la semilla; no había pago para regadores, para jornales, nomás lo básico. Se les iban a expropiar las tierras que eran de la Colorado River Land Company, pero que estaban en posesión, por contrato de arrendamiento, en manos de mexicanos, los arrendatarios y aparceros de la Colorado, los que tenían ahí sus famosos contratos de aparcería. Fuimos al valle a reconocer esos lugares, necesitábamos saber quién está aquí, quién vive acá, previo al reparto agrario, para que cuando llegara decirles: “Mira, tú tienes esto, hice esta nota, vete a cobrar al Banco Ejidal los trabajos hechos, de preparación, de siembra, de desahíje, cultivo, lo que fuera”.

     Déjeme hacerle un poquito de historia; nos remontamos al gobierno anterior al general Olachea, fue Carlos Trejo Lerdo de Tejada creo, luego lo averiguamos; coincidió el gobierno de este señor anterior al general Olachea con la depresión económica en Estados Unidos, empezada en octubre del 29, pero ya desde el 30 y el 31 se sintieron los efectos; entonces el 30 y 31 empezó a llegar mucha gente desde California, de Arizona, buscando en México, que era lo más cerca.

     Fernando España, decía que traía gente de allá, pero no la traía, pero les cobraba, lo que yo recuerdo es que la gente venía voluntariamente, porque la estaban expulsando, se quedaban sin chamba allá, traían unos cuantos dólares, traían unos velices llenos de ropa gruesa, con alcanforinas para desinfectar, petacas enormes que se abrían de esta forma, llegué a conocer dos o tres de esas. A toda esta gente llegando aquí, les daban pases para que se fueran a su tierra; esos pases los aceptaba el Sud Pacífico y los dejaban en Nogales o en Juárez, preferentemente en Nogales, y los chinos que fueron los que realmente abrieron el valle, abandonaron los ranchos y dejaron la mulada y los implementos en la hacienda Hechicera porque coincidió con la campaña antichina. Entonces, los campesinos que trabajaban con los chinos, también estaban obteniendo pases para irse, pero llega el general Olachea, suspende los pases a todo mundo porque se iba a despoblar la región.

     Se salen los chinos, abandonan los ranchos, el algodón se quedó sin pizcar, el general Olachea suspende los pases y empieza a poner comederos públicos en Mexicali, en la Netzahualcóyotl, en la Progreso, en la Baja California, en el municipio y en palacio de gobierno.

     Todos se estaban yendo, él empieza esa política para que la gente se quede en el valle; empezaron a darles un peso diario de comida, llevaba furgones  con provisión a Hechicera, a Paredones y a Delta. La gente llegaba en carromatos, en plataformas, como podían, me refiero a los que ya estaban aquí, los que no habían logrado irse, como don Francisco Campillo, hermano de don José Campillo de la hacienda Hechicera. Esta hacienda la fundó una compañía de Chicago, fue la empresa Cudahy; criaba cerdos, empezó con la crianza de puercos en Hechicera; entonces todavía se llegaron a ver de éstos; me refiero a que era una hacienda, porque si usted va al sur del país, va a Zacatecas, o a la Comarca Lagunera, hay haciendas de a montón, con cascos. Hechicera tenía casco de hacienda, tenía peones acasillados, tenía toda esa estructura, tenía su escuela, todavía existen once palmas que se plantaron en esos años, (quince a veinte) se llaman huasentonias, delgaditas, delgaditas, esbeltas, tienen quince metros y tienen 90 años de plantadas.

     Duramos mes y medio andando a caballo, haciendo recorridos para identificar plenamente las áreas de un rancho y de otro; volteaban y me decían: “Pues yo tengo 30 hectáreas”; “¿De dónde a dónde?” “Del canal, del bordo, de este barranco” en fin, entonces con eso hacíamos los cálculos. A ellos se los rentaba La Colorado.

     En la época de Olachea coincide con que don Juan Brittingham vendió sus acciones a la Anderson Clayton, en 1931; le piden que se quede un año más porque no encontraban a un americano que dominara el español y que conociera la región. El señor James Stone ya estaba aquí, tengo una foto que la traigo ahí, se la voy a mostrar, de 1928, donde está el señor Stone en Delta, siendo padrino de boda de una pareja que yo conocí, en 1937. Él está con los recién casados y con las dos hermanitas del novio. Todavía vive en San Luis una de ellas, es una señora ya grande. Usted va por terreno plano y para entrar a la ciudad, sube como tres metros, se fija, enfrentito en la primera esquina, la ve usted así, de frente: es el negocio de ella, ya que las demás ya murieron; entonces el licenciado Edmundo Guajardo y Homero Guajardo eran los abogados de la Jabonera y de la Colorado también.

     En ese caso, Edmundo Guajardo le sugirió a la Jabonera: “¿Por qué no se traen a ese gringo que está ahí en Delta? Ya está terminando el trabajo”; se refería a James Stone.

Stone dirigió todos los trabajos de colocación de la vía de ferrocarril desde el bordo Rodríguez hasta Médanos colocando pilotes de madera, porque era una laguna de agua todo eso y cuando no era laguna de agua pues eran tulares y monte; él abrió toda esa zona. Posteriormente, esos pilotes donde se puso la estructura como si fuera puente la rellenaron después con tierra y pusieron un terraplén y todo así fue. El tule se cría en lugares casi estancados donde hay mucha agua, lugares planos; entonces la colonia Carranza tuvo muchos tulares, porque había muchas lagunas, que se quedaban, venían las inundaciones y quedaban y ahí bajaban hasta que se iba consumiendo el agua.

     Entonces, la gente,  los campesinos, ya no se fueron y empezaron a trabajar; don Pancho Campillo se encargó de la zona norte, y de la zona sur se encargó el capitán Pedro Amezcua. Eso fue antes de mi llegada al valle.

     Estoy hablando de los Campillo que llegaron aquí en los años veinte o posiblemente antes, como el veinte, o dieciocho; por ahí llegaron ellos. Empezaron abrir las tierras al cultivo; Olachea recurrió a ellos que eran agricultores natos y que conocían para que se les diera trabajo a los jornaleros y que sembraran.

     Por ahí hay un convenio que no he podido localizar, un convenio mediante el cual el gobierno de Olachea pacta con la Jabonera en 1931 para que ésta le siguiera ayudando para sembrar algodón; aunque no había precio, pero también para que le dieran agua para la siembra del maíz, frijol, calabazas; para que pudiera comer la gente. Fue una mancuerna muy buena, salvó la región de la crisis económica, porque fue una de las caídas drásticas del precio del algodón, hasta cinco centavos llegó.

     Entonces, con eso los trabajadores, cada ocho días recurrían a Delta o a Hechicera o a Paredones que era donde se embarcaban; eran montones de carritos, unos en mula, otros a caballo, eran seis días de trabajo, seis pesos de comida; entonces empiezan a trabajar ¿cómo? pues si el chino tenía 80 hectáreas, pues buscan cinco u ocho personas para ese terreno.

     No eran terrenos nivelados, y propios para el cultivo; entonces se valían de un barranco o de una vereda por otro lado, o de un monte espeso, que era pesado abrir, eran como límites naturales, así podemos decir.

A los chinos y a los mexicanos se les rentaban terrenos, a veces se les daba gratis el primer año para que desmontaran; luego el segundo año pagaban el cuatro por ciento de la cosecha en bruto y así aumentaban hasta el máximo del quince por ciento que era el avance, pero entonces a los chinos los explotaron de esta manera; pero había varios niveles de chinos: los chinos obtenían crédito de otros chinos de acá de San Francisco y hasta hubo sucursal por acá en Caléxico. Venía un jefe de ellos que era el que contrataba las miles de hectáreas, él reacomodaba a los grupos de chinos que había traído Cantú para pizcar y que la Colorado le había pedido.

     En 1913 apenas empezaba el cultivo del algodón; el cultivo del algodón empezó en 1912; otra cosa, volviendo a esto, ya pasamos la etapa de los chinos; con los mexicanos ya en posesión de ranchos definidos, de un chino o de un grupo de chinos (nunca era uno solo, siempre eran grupos de cinco, de tres, de ocho y que se aislaban de la gente, tenían perros bravos para evitar que la gente se les metiera). Entonces ocupaban ese rancho; era el chino y las 80 hectáreas, “bueno pues se van a vender cinco”; pues a esos cinco mandaban, se quedaba uno de jefe para ir a traer la comida a Delta, estamos hablando de esta área, ocurría lo mismo en las demás. Entonces consiguieron sembrar un poco de algodón aunque la compañía sabía que no iba a tener buenos resultados, pero estabilizaba a la gente aquí.

     Fue un acuerdo de la Jabonera y de la Colorado con el gobierno del Territorio, con Agustín Olachea. Hay que buscar ese acuerdo, es muy valioso porque sienta las bases de un cambio estructural en el valle de Mexicali, por ahí debe de estar, fue el 31; entonces Olachea les da provisión, no había dinero, era pura provisión y la gente estaba trabajando, pero ya sembraban sus calabacitas, dejaban crecer las calabazas, que les llamaban sehualcas, grandes, así con costra gruesa para guardarla por meses para poder seguir comiendo.

     En fin, esa era la vida, vienen, trabajan en esos grupos; ya el 31 llegó Olachea, en octubre. El 32, 33 y 34, ya en el 35 la situación del precio del algodón mejoró, entonces la Jabonera dijo: “Ya no necesito, ya no tengo que ayudar a esta gente”; empezó a ayudarles en menores grupos, de esas 80 hectáreas que manejaban, seis las convertía en dos o en tres para que fuera más fácil manejarlas, para que cada quien se responsabilizara, en vez de 80 hectáreas que manejaban seis personas; las dividió para que fueran un grupo de tres, un grupo de dos y un grupo de uno; a petición de la misma gente; entonces esas 80 hectáreas fueron ya entre dos personas o entre tres; ya en ese tiempo se había definido quién era el líder, quién era el más trabajador, quién era el que tenía más experiencia en el cultivo y eso le sirvió de guía a la Jabonera para escoger a la gente, y  decían: “Pues mira, aquí hay ocho, van a ser dos de cuatro, tú te encargas de cuatro y tú de los otros cuatro”. Me estoy refiriendo a los campesinos que estaban ocupando los terrenos que habían abierto los chinos; entonces ya la Jabonera los ayudó directamente, estoy hablando del 35, del 36 y el 37. La Jabonera tenía el respaldo de la Colorado.

     La Colorado lo que no quería era que se despoblara el valle, coincidía con Olachea, ¿qué iban a hacer con esos terrenos?, ¿y la gente?, parecía que no le rentaban a los mexicanos, pero sí lo hacían. Los mexicanos somos más coyones, no aguantamos lo que aguantan los chinos y todavía lo vemos ahorita. Los chinos están acostumbrados a una disciplina familiar de miles de años, a una estructura familiar con un respeto al abuelo y al tío; aparte son frugales, se mantenían con cualquier cosita. Cuando estaban construyendo el ferrocarril que unió al este con el oeste, pues en cuanto hacían huelgas los trabajadores, metían chinos. Metían chinos y los odiaban, por eso los expulsaron, por eso fueron los que llegaron aquí, así se abrió el canal de Panamá, con chinos.

     Entonces, ¿qué pasa con la Jabonera? Está observando cómo trabajan ya grupos más pequeños con contratos de arrendamiento de la Colorado; ésta tenía establecido que para vender un terreno a una persona debía demostrar su calidad de agricultor, pa’ no venderle a doctores o a químicos, a tenderos o a ranchos. Era una medida sana, después acusaron a la Colorado de que no quería darle tierras a los mexicanos.

Sí les daba, pero tenía que rentarles primero las tierras a tres o a cuatro años, dos u ocho para darse cuenta. Conocí a un señor muy capaz, muy buena persona, Jesús Rubio, que era inspector de la Colorado, llegaba a Delta conmigo: “Alfredo, hágase de un pedazo de tierra”; luego llegaba, con rancheros: “Ya puedes ir a firmar tu contrato de propiedad, yo me comprometo sin avisarles”, porque ya habían sembrado dos, tres, cuatro años. Ya los habían calado. Ya habían demostrado su calidad de productores.

El 37 llega el reparto agrario y les dan unos cuantos días para que esa gente desaloje, y estoy hablando del 90 o del 95 por ciento de las tierras que estaban en cultivo.

     Había más porque estaban las colonias de la Uno a la Diez y estaba la Progreso; así es, ahora de esas 102 000 hectáreas digamos, el Veracruz, el Guerrero, estaban enmontados la mayor parte, y no se cumplía la disposición del presidente Cárdenas de que se entregaran tierras abiertas al cultivo; el Durango y el Sonora también tenían tierras ocupadas pero había una razón; el Veracruz se fundó con gente de Mexicali. Le voy a decir una frase del ingeniero Esquivel cuando platicaba con él, preguntándome algo me contestaba con una frase yucateca; “Verás, ven te explico”. Se funda primero el ejido Orizaba con gente de Mexicali, la mayor parte trabajaba al “otro lado”. No había suficiente tierra en Rancho Verde, que después se convirtió en el ejido Orizaba; entonces los mandan acá y le llaman Veracruz, pero la gente no se queda, no se arraiga; primero porque no era su hábitat y además no podían ir a trabajar “al otro lado” y abandonan el ejido Guerrero y el Veracruz.

     Se fue poblando poco a poco, pero duró mucho tiempo enmontado, tan es así que en los años 40, un ejido Marítimo que estaba delante de El Mayor y que se le habían ensalitrado sus tierras lo ubicaron en el Veracruz Marítimo que es la parte sur del ejido Veracruz que colinda con la colonia Chapultepec, donde vive gente muy emprendedora. Toda la gente, ejidatarios y colonos trabajaron duro, tenemos que ver que así era; pero los ejidatarios tenían puritito el deseo de tener su propia parcela, no en reparto ejidal sino como pequeños propietarios, no en forma comunal, sino en forma individual.

     Se determinó que el reparto agrario de los ejidos fuera de veinte hectáreas y hay dos o tres versiones; la que me satisface, no que convence más, otros pueden conocer mejor que yo, pero en ese tiempo hubo una amistad muy buena entre el señor James Stone y el gobernador del Territorio, teniente coronel Rodolfo Sánchez Taboada; entonces, cuentan que en un momento dado, platicando con el gobernador, el señor Stone le dijo: “Oiga, si van a repartir como en La Laguna cuatro hectáreas y media no va ser suficiente para que una familia viva”; y platicaron y todo; entonces el señor Stone dijo: “Pues deberían ser 50 acres”; o sea, veinte hectáreas, hasta ahí. Otros consideraban, y también es muy posible que así sea, que era tanta la tierra y tan pocos los campesinos que daba para 100 000 hectáreas, ¿dónde conseguían de a cuatro? Estaban repartiendo de a cuatro hectáreas, entonces tuvieron que decidir y  darles más tierra. En ese tiempo no se pensaba en el asunto del agua, sobraba, el problema en ese momento era que las inundaciones del Río Colorado eran constantes.

     Viniéndonos a 1937, salen los colonos con un papelito que les dábamos los jefes de sector para que cobraran en el Banco Ejidal los trabajos ejecutados ese año, no el desmonte que no lo habían hecho ellos solos, sino junto con los chinos. Los trabajos ejecutados eran preparación, limpia de canales, ya existían los canales; esos agricultores venían y cobraban en el Banco Ejidal la nota firmada por cada jefe de sector; cobraban por los trabajos hechos; el algodón se había cosechado en diciembre y enero; entonces el reparto empezó.

     Los trabajos hechos en ese año se les pagarían; y luego no preguntábamos, no discutíamos con el agricultor la superficie porque andábamos a caballo y si teníamos duda pues le dábamos una caminadita, veíamos de qué tamaño; era fácil sacar a ojo de buen cubero: “Ahorita tengo 38 hectáreas”. “Oye, me parecen como 30", “No señor yo le demuestro donde” “ándale pues”. No se trataba de argüir a la pobre gente, sino de darles algo y además no queríamos un problema y aun así se provocó un problema con los sentados, la famosa huelga de los sentados que empezó la segunda quincena de abril.

     Ellos ya sabían que los iban a indemnizar, que iba haber el reparto agrario, ellos ya lo sabían. Empezó la huelga, el movimiento de la gente; había zozobra, angustia era lo que privaba entre los agricultores que estaban sembrando, que tendrían trabajando la tierra del 32 para acá, posiblemente antes, también algunos mexicanos, que eran pocos, pero la mayoría eran de esa etapa del 31 para acá, del 32 para acá, que los había pescado Agustín Olachea, que los había detenido para que no se fueran.

     Creo que fue en marzo del 37, oímos hablar de Gabino Vázquez y lo vimos en dos, tres ocasiones posiblemente, en febrero y marzo; iba y venía de México, era un michoacano. Era el jefe del Departamento Agrario. Cuando don Gabino vino, la gente ya estaba identificada, sabiendo que los iban a sacar, que tenían que irse y que les iban a dar un papelito que podía  ser falso. La gente andaba asustada, “nos van a dar esto, pues que nos den esto”.

     Algunos, muy pocos, se quedaron en los ejidos pensando, como Filiberto Crespo, que era del ejido Oaxaca, él tenía un rancho junto con Jesús Andrade que era de Oaxaca también, le llamaban El Escondido; si usted llega a Delta y si viene rumbo a Estación Laguna rumbo a la ciudad, en la parte oeste del ferrocarril ahí estaba el rancho El Escondido, que creo que le corresponde actualmente al ejido Torreón.

Por ahí tengo una carta de don Filiberto Crespo avisándole a los del campo Yamada que se prepararan porque iba a llegar el licenciado Gabino Vázquez, y que los que ya están sembrando, y yo voy a ver si consigo algo; así decía, según esto, “Yo voy a quedarme con mi propia tierrita”; él tenía la confianza de que a él no se la iban a quitar, pero no, no fue así. Entonces quedó dentro del ejido, en una forma comunal, él dura dos años más y se va de aquí y fue uno de los líderes del reparto agrario. Jesús Andrade se queda, es el primer jefe de trabajo después de ser designado en marzo como delegado municipal en Delta y desaparece con Sánchez Taboada.

Nosotros empezamos en marzo, llegamos el 2 de marzo, un día después que llegó el señor gobernador, él llegó el día primero.

     Hay una carta en la cual él escribe a los japoneses, a los del campo Yamada diciéndoles que a los que se juntaban ahí, porque ahí en el campo Yamada se juntaban más gente que en el Pacífico, que en la colonia Dos del Pacífico donde estaba el grupo de los del Michoacán de Ocampo. Tenían sus reuniones los domingos, se juntaba mucha gente ahí en el campoYamada, venían desde Delta y ahí se les informaba qué estaba pasando, eso lo vivimos nosotros y veíamos a la gente pacífica, no estaba peleando, no eran revoltosos. Estoy hablando de los trabajadores, de los solicitantes de tierras; era gente pacífica, no era esta cosa que ahora se ha manejado del heroísmo; “Vamos a ver compañeros, vamos a informarles, vamos a hacer esto”; se iban a Mexicali y se juntaban con el que fue el primer diputado federal de ahí, del Michoacán de Ocampo, Hipólito Rentería. Fue el primer diputado, fue el líder principal acá en Michoacán de Ocampo y se juntaba con Filiberto Crespo, que era el que representaba a este grupo de acá. El hijo de él se fue a México al poco tiempo, era ingeniero; entonces las reuniones se tenían ahí los domingos, se juntaba mucha gente; platicaban, más bien, les explicaba Filiberto qué trámites estaban haciendo, etcétera y después ya salían las resoluciones de dotación ejidal; cuando se tardaban, había instrucciones de que se hiciera rápidamente el reparto porque urgía que se llevara a cabo pronto, por instrucciones del presidente Cárdenas.

     La imagen que hay es que todas las cosas se hicieron muy al vapor, que se hicieron repartos injustos, que a río revuelto ganancia de pescadores; hoy ésa es la imagen, que se hizo mucho, que hubo mucho desaseo en ese reparto. Por ejemplo, no había tiempo de medir los terrenos, se basaron en planos fotoaéreos que la Colorado les facilitó; entonces, aquí está un canal, aquí este borde, aquí está este barranco, pues cuántas hectáreas son, pues 4 000 hectáreas; bueno pues ahí está el Nuevo León, por decir así, fue el ejido más grande del valle; después le ganó el ejido Nayarit, porque tuvo dos autorizaciones para expropiación de otros terrenos rumbo a La Puerta; entonces con esto ya conocíamos bien a la gente, quiénes eran los líderes.

 

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* Entrevista realizada por Aidé Grijalva, 26 de febrero de 2002, en Mexicali, Baja California.