Calafia cumple su tercera década |
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Para la Universidad Autónoma de Baja California constituye un gran motivo de orgullo presentar este nuevo ejemplar de la revista Calafia, en su treinta aniversario. Pocas revistas en el ámbito de la difusión científica y cultural de todo el país, han logrado mantenerse en circulación durante tres décadas, y menos aún, como el caso de Calafia, haciéndolo durante este largo trayecto con una calidad indiscutible, producto del esfuerzo y capacidad de todos sus editores y colaboradores, quienes la han apuntalado como uno de los más importantes lugares de encuentro y reflexión publicados en la región noroeste del país sobre las condiciones geográficas, los temas antropológicos y los procesos sociohistóricos que han construido lo que hoy es Baja California y México entero. Precisamente en recuerdo y homenaje de los constructores de Calafia, en este número de aniversario, el primero que se edita bajo la responsabilidad del Instituto de Investigaciones Históricas, se presenta un artículo de su directora, la doctora Catalina Velázquez, en el que se hace una recuento de las distintas etapas por las que ha pasado nuestra revista, así como un reconocimiento a sus creadores. El artículo se complementa con la elaboración de una recopilación hemerográfica de los artículos publicados en Calafia de 1990 a 1999, con lo que se actualiza este tipo de revisión documental anteriormente realizada en 1978, 1984 y 1990. Como parte también del recuento conmemorativo se incluye un trabajo del maestro David Piñera, primer director de la revista, quien nos recuerda las razones que se tuvieron, hace treinta años, cuando el vocablo era prácticamente desconocido, para bautizar a la revista con el nombre de Calafia. Resulta muy interesante conocer que la elección de tal nombre contribuyó como instrumento de reflexión para la posterior adopción generalizada de un concepto que hoy es parte indiscutible de la identidad cultural del bajacaliforniano. El artículo se presenta junto con un sugerente y bello cuento infantil del mismo autor sobre la reina Calafia. Y en el mismo espíritu del homenaje y el recuento, este número incluye también una semblanza sobre el ingeniero Adalberto Walther Meade, ex director de nuestra revista, como un sincero reconocimiento a su memorable labor de historiador y recolector incansable de los fragmentos de nuestra memoria. Pero siendo precisamente Calafia una revista que por su pasado mira confiada hacia el futuro, este número ofrece nuevas aportaciones para la comprensión de lo que hoy somos. En este sentido versa el trabajo del reconocido doctor Enrique Florescano, quien nos presenta una tesis muy interesante que cuestiona el enfoque tradicional sobre la reconstrucción del pasado. El maestro coloca la experiencia vital de los pueblos: cosmovisión, arte, mito y religión, como los principales conductores de la memoria colectiva y de la reconstrucción histórica, los cuales muchas veces han sido considerados por los historiadores en segundo plano. El presente número se completa con los importantes trabajos de Gabriel Trujillo, sobre los años del despegue del periodismo bajacaliforniano; José Raúl Navejas, que aborda las expediciones y vicisitudes de Alejandro Malaspina; Óscar Sánchez, quien nos recuerda con su trabajo que el narcotráfico no es un asunto nuevo en la región y, finalmente, Alberto Tapia, que propone la realización de una investigación formal para confirmar su hipótesis de que las playas de San Luis Gonzaga, ese hermoso rincón de la geografía bajacaliforniana, hayan sido asiento misional durante el siglo xviii. Vaya finalmente también una felicitación para todos aquellos que han colaborado en algún momento con la revista, deseándole a Calafia no otros treinta años, sino una larga y fructífera vida. |