Esta brevísima historia de la colonización sinarquista en Baja
California, relata el fracaso de un movimiento católico surgido en León, Guanajuato, en mayo de 1937 y que
en pocos años se convirtió en una movilización con fortaleza
oposicionista nacional. Se trata de un pequeño acontecimiento que
evidenció, en plena modernidad, las características tradicionalistas de
un movimiento social cuyo simbolismo católico y conservador no fue
obstáculo para ser parte de la posrevolución mexicana de inicios de la
década de los cuarenta. La colonización fue también un hecho
significativo para el movimiento sinarquista en sí, pues probó sus
debilidades políticas e ideológicas en el momento en que poseía una
fuerza indiscutible frente a la posrevolución hecha gobierno. Además,
fue un acontecimiento que dejó huella onda en la región y territorio
sudcalifornianos, por el impacto que produjo en el espacio, en la
política local y en el papel estratégico que cumplía en ese momento Baja
California en el contexto de México y la segunda guerra mundial. El
contexto de la colonización, su causa más profunda, fue la siguiente.
En agosto de 1940, Salvador Abascal fue nombrado jefe nacional de la
Unión Nacional Sinarquista (uns), que por ese entonces ya se había
convertido en una de las principales fuerzas de oposición al régimen
posrevolucionario. La movilización de protesta contra la política
cardenista, la tendencia de la educación socialista, las aplicaciones y
funcionamiento de la reforma agraria, el manejo y doctrina de las
organizaciones oficiales (Confederación de Trabajadores de México,
Confederación Nacional Campesina, Partido de la Revolución Mexicana) y
las manifestaciones de los principales líderes de cariz comunista y
socialista, evidenciaron la fortaleza de un movimiento que se
autodefinía como católico, espiritual, nacionalista, popular y
contrarrevolucionario.1
El líder Abascal aumentó la fortaleza y presencia del movimiento
sinarquista en la sociedad mexicana, mediante un marco ideológico,
psicológico y estratégico, que no sólo acrecentó la militancia sino el
grado de protesta social contra el régimen. La obsesión por la
disciplina y el orden, el catolicismo tradicional y la defensa de la
Iglesia, el nacionalismo y el hispanismo, la salvación social e
individual y el ataque furibundo contra todo lo que significaba
revolución, pronto atrajeron a las masas y dieron una presencia
cotidiana a la movilización sinarquista.
Abascal supo aprovechar la política de la “unidad nacional” del
presidente Manuel Ávila Camacho para extender la presencia del
sinarquismo como fuerza sociopolítica, aunque lo negara. El nuevo
presidente de México, considerado en la época como de centro-derecha
oficial, y después de haber pactado con los sinarquistas en el proceso
de campaña, se manifestó moderado y conciliador a pesar de las críticas
que Abascal había hecho desde el movimiento.
Hacia fines de 1940, el sinarquismo contaba en sus filas con más de cien
mil militantes activos en todo el país. El líder Abascal se propuso que
ese apoyo masivo, conformado básicamente por campesinos, obreros y
sectores medios, se canalizara públicamente en todas sus dimensiones
desde la protesta furibunda hasta la presencia cotidiana en la opinión
pública nacional. Las “grandes marchas” sobre las ciudades principales
del Bajío, los ataques periodísticos contra la política estatal o los
adversarios comunistas, cardenistas o socialistas, las declaraciones
inflamadas de ideología católica y nacionalista, y la expresión obsesiva
del proyecto de orden social cristiano-sinárquico, fueron la tónica del
movimiento dominado por la personalidad de Abascal. Las respuestas
adversarias no hicieron más que crecer el apoyo social y la presencia
sinarquistas, cuestión que Abascal aprovechó para llevar a cabo algunos
proyectos que darían mayor fortaleza al movimiento y probarían su
capacidad de oposición contra el gobierno avilacamachista. Las
relaciones de la uns con el gobierno fueron buenas, a pesar de los
constantes ataques y críticas que los sinarquistas hacían al régimen.2
Fue entonces cuando Abascal contempló la posibilidad de la colonización
sudcaliforniana, empresa descabellada que debilitó al movimiento y puso
al descubierto, en todas sus dimensiones, la ideología conservadora,
idealista y autoritaria que aquel líder había impuesto al sinarquismo.
La simple idea de la colonización fue una utopía, una idealización
personal de Abascal, que deseaba rescatar en pleno siglo
xx el papel
desempeñado por los misioneros jesuitas o franciscanos en los siglos
xvi, xvii y xviii, para demostrar que con “sacrificio”, “fe” y
“espíritu” se podía realizar el ideal católico-sinarquista. La
conciliación con el presidente y la fortaleza y presencia del movimiento
sinárquico aceleraron el proyecto de la colonización, pues era el
momento adecuado para lograr los apoyos, sobre todo de orden económico,
que Abascal requería para materializar su ideal. Los sinarquistas lo
siguieron con vehemencia, pues la “providencia” había convertido a
Abascal en el “salvador divino” del pueblo mexicano, y la colonización
era una prueba más. La historia, sin embargo, fue dramática, triste y
cruel, tanto para el mismo Abascal como para el movimiento sinarquista
en su conjunto.
La colonización en proyecto
En agosto de 1941, después de un año de haber tomado posesión de la
jefatura nacional de la uns, Salvador Abascal realizó un viaje por Baja
California Sur. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de la
colonización. Esa idea representó una obsesión:
Sin descuidar ninguno de los aspectos de la lucha sinarquista, vamos a
poner todo nuestro empeño en colonizar el Distrito Sur de la Baja
California. Lo haremos, Dios mediante, con mucha lentitud, pero sin
retroceder ante ningún obstáculo. Vamos a llevar voluntarios
sinarquistas. El primer paso es instruir a todos los nuestros acerca de
lo que es la Baja California. Para eso escribo estas notas que tomé
durante mi reciente viaje a la península [...].3
Según el mismo Abascal, la idea no era tan descabellada y sí necesaria.
La Baja California contaba apenas con 51 000 habitantes y era una región
aislada (pero también estratégica), y que por lo tanto peligraba por la
ambición “judía” de los estadunidenses. Si el sinarquismo luchaba por la
unión de los mexicanos, entonces la colonización de ese territorio
enlazaría “espiritual y materialmente” a los bajacalifornianos con sus
connacionales. Al mismo tiempo se protegería a Sonora y Sinaloa de la
“inquina yanqui”, que buscaba tener en su poder al territorio y
arrebatar las “almas” hacia el protestantismo judío.4
El viaje de reconocimiento impactó a Abascal, pues consideró que el
clima era benigno para toda la gente, los campos eran extensos y
deshabitados, y los nativos veían con buenos ojos que el sinarquismo se
convirtiera en el colonizador de ese territorio.5 La zona de Santo
Domingo fue la que más agradó a Abascal para poner allí el primer
asentamiento expedicionario, pues se impresionó con el buen clima que
existía y la forma en que catorce familias vivían de los cultivos de
subsistencia.6 La carencia de una vida católica preocupó a Abascal, pues
sólo existían tres sacerdotes en todo el territorio sur y, por ende, no
había quién guiara a los “espíritus”, lo que hacía necesaria la acción
del sinarquismo.7
Desde que Abascal salió del territorio bajacali-forniano, en agosto de
1941, empezó a madurar el proyecto de la colonización como una
experiencia que rescataría la lucha misionera de los jesuitas que, junto
con la estrategia franciscana, insertaría al sinarquismo dentro de los
“grandes sacrificios” de los “cruzados católicos”. De la misma forma, el
sinarquismo ayudaría a poblar una región deshabitada, inhóspita y
aislada, que podía convertirse en un tesoro alcanzable para
losestadunidenses. La unión nacional (territorial y espiritual) era así
cristalizada por el líder del sinarquismo, cuestión que no se oponía
para nada a los postulados avilacamachistas y, tampoco, a la doctrina
católica que manejaba los dictados de la Iglesia y de la organización
secreta que dirigía a la uns.8
Los objetivos fueron muy claros para Abascal:
El principal objeto que yo perseguía era fundar un pueblo o varios
pueblos netamente cristianos que vivieran conforme al ideal católico;
que en lo social y político llegaran a servir de modelo. A la vez
pretendí empezar una obra de colonización que a mi juicio era
urgentísima para salvar no sólo a la península californiana, sino a
Sonora, Sinaloa y Nayarit y, por lo tanto, a la Patria [...]. 9
En los primeros días de septiembre, el líder del sinarquismo propuso la
colonización bajacaliforniana a los dirigentes de la organización
secreta llamada La Base y al propio presidente, Ávila Camacho. Para la
realización de esta obra debía contar con apoyos financieros importantes,
que sólo se podían conseguir con: las colectas que realizaba la
uns con
sus militantes, los supuestos apoyos económicos de los ricos que
conformaban el mando supremo de La Base (donde también participaba la
alta jerarquía católica), y el apoyo del gobierno. Abascal solicitó
ayuda al presidente Ávila Camacho ofreciendo el proyecto como una
colaboración del movimiento con la obra gubernamental de la “unidad
nacional”. El presidente contestó, por intermedio de su secretario
particular, el 12 de septiembre de 1941:
El C. Presidente de la República quedó enterado del mensaje que con
fecha 2 del actual le dirigió por el cual le ofrece la organización que
usted preside un plan de colaboración inmediata, tendiente a colonizar
en breve plazo, con familias sinarquistas, los terrenos actualmente
desérticos de la tierra, construcción de carreteras y creación de nuevas
industrias.
A este respecto, el propio Primer Magistrado me ha encomendado
manifestar a usted que acepta la colaboración que ofrece y espera se
sirva indicarle el plan que proyecta, así como las facilidades que desea
se le otorguen por parte del gobierno de la República.10
El proyecto presentado al presidente y al jefe supremo de La Base,
Antonio Santacruz, consistió básicamente en siete puntos: 1) Libertad
para movilizar a familias sinarquistas que la misma
uns seleccionara; 2)
Que la primera expedición se compusiera de 100 familias a lo sumo, que
partirían a Baja California en diciembre de 1941; 3) Que en la segunda
expedición se irían 1 000 familias que llegarían en el mes de febrero de
1942; 4) Que los colonizadores se encargarían de realizar los trabajos
para la construcción de una carretera de 600 kilómetros, conjuntamente
con el gobierno federal, entre La Paz y Santa Rosalía; 5) Que los
expedicionarios serían transportados con cargo al gobierno federal,
desde sus lugares de origen hasta La Paz; 6) Que a los colonizadores se
les dejara en plena posesión y propiedad de las tierras nacionales que
escogieran, y que, además, no se les cobrara ninguna contribución por
más de cinco años; y 7) Que hubiera garantías suficientes para que la
colonia tuviera “libertad absoluta” en lo religioso y educativo.11
Abascal tuvo audiencia con el presidente en el palacio nacional el día
30 de septiembre. Ávila Camacho prometió toda la ayuda necesaria para
que se realizara el proyecto, por lo que esto puso muy contento al líder
sinarquista que enseguida dio a conocer a la militancia la urgencia y
necesidad de la obra colonizadora.12
Además, Santacruz prometió gestionar con los católicos estadunidenses un
apoyo financiero suficiente para la obra de colonización. Abascal
anunció, entonces, que la primera expedición saldría el 18 de diciembre
de aquel año, y se iniciaron los trabajos de selección de la gente
adecuada para la “obra salvadora y misionera”.13
La obsesión de Abascal fue al extremo, pues en el cuestionario para la
selección de la gente se exigían los siguientes datos:
[...] a) Nombre y apellidos materno y paterno; b) edad; c) domicilio
actual; d) oficio; e) grado de instrucción; f) salud (enfermedades que
haya padecido, vigor físico, etc.); g) estado civil . Anotar si está
unido en matrimonio religioso; h) familia (nombres, edades, estado,
oficio, domicilio y salud de sus deudos); f) cuáles de esos deudos lo
acompañarán. (La colonia sinarquista se integrará por grupos familiares);
j) qué bienes tiene, cuáles deja; k) qué instrumentos de trabajo y qué
muebles llevará.14
La planeación de la colonización se hizo sin saber las necesidades, los
obstáculos y la cantidad de recursos que se requerían. Perduró la
intuición del líder Abascal que, por su personalidad obsesiva, dejó todo
a la “providencia”, al “espíritu santo” y a la “fuerza divina”. Jamás
contó con un plan que visualizara el conjunto de necesidades y
obstáculos, aún las características de la gente que iba a colonizar.15
El 7 de octubre, Abascal se entrevistó con el secretario de gobernación,
Miguel Alemán, y con el gobernador del territorio, Francisco J. Mújica,
para ultimar los detalles del apoyo gubernamental que, por cierto, nunca
recibiría.16
El entusiasmo del líder sinarquista fue mayúsculo, pues los militantes
apoyaron la iniciativa deseando convertirse en los “misioneros de la
salvación de México”. Pronto se escogió el lugar para la primer
fundación, de acuerdo con los consejos de varios técnicos que apoyaron a
Abascal. El valle de Santo Domingo, a 320 kilómetros de La Paz, era el
lugar designado para la “gran obra colonizadora” del sinarquismo. La
utopía y el simbolismo del proyecto era impresionante en la mentalidad
de Abascal:
Los colonos de la primera expedición se dedicarán a la agricultura, para
lo cual ya tenemos localizadas buenas tierras en las cuales caben
perfectamente hasta 400 pequeños propietarios, dedicados con sus
familias a cultivos intensivos. Esas tierras son excelentes para la
parra, el olivo, la higuera, el dátil. Se dan también, admirablemente,
en ellas el chícharo, el haba, la lenteja, el chile, el tomate, la
alfalfa, la sandía. Se levantan dos cosechas de maíz y de fríjol. [...].
De la segunda expedición unos se dedicarán también a la agricultura,
otros a la industria:calzado, ropa, pesca, etc., y otros muchos a la
construcción de la carretera que el gobierno fe quiere emprender para
unir La Paz con Santa Rosalía con el Distrito Norte. [...].
Dentro de un año saldrán más expediciones y seguirán saliendo después
hasta que en cinco años tripliquemos la población del Distrito Sur,
[...].17
Abascal había pensado que Manuel Zermeño, jefe nacional del sinarquismo
en el periodo posterior, podría hacerse cargo de la obra colonizadora,
pero La Base no lo permitió pues sus miembros deseaban separar a Abascal
de la dirigencia nacional, por su “radicalismo opositor al gobierno y su
yancofobia”. Abascal aceptó con plácemes, sin ser consciente de la
intriga que Santacruz había producido contra él y, sobre todo, de las
verdaderas razones para encomendarle el proyecto colonizador del
sinarquismo.18
La ayuda del presidente Ávila Camacho para que el proyecto se realizara,
ocasionó la protesta de los adversarios de los sinarquistas,
principalmente de los diputados cetemistas comandados por Félix Díaz
Escobar, que vieron como peligrosa la obra coloni-zadora. Según sus
apreciaciones, el sinarquismo era financiado y apoyado por el fascismo
europeo, italiano, alemán y español, para tener un punto estratégico en
el país y así combatir a los estadunidenses. Protestaron ante el
presidente por ese apoyo y pusieron en la opinión pública la versión de
que el movimiento sinarquista, efectivamente, era un “fascismo mexicano”
y que la obra de la colonización pretendía luchar contra los Estados
Unidos, para arrebatarles el territorio que se había apropiado como
producto de la guerra de 1847. Las acusaciones eran absurdas, y Abascal
instruyó alos sinarquistas para que hicieran caso omiso de las
acusaciones que, realmente, eran descabelladas.19
Durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, sin embargo, la
uns
se dedicó a preparar la expedición de los “cruzados”, “misioneros” y
“providenciales” sinarquistas, que de esta forma colaboraban en “bien de
la Patria” y la “unidad nacional”. Abascal se sintió como el “enviado de
la providencia divina” para realizar esta obra “católica y misionera”,
aunque después aparecería la frustración y el desencanto.
El jefe supremo de La Base, Santacruz, envió a la
uns un técnico
holandés, experto en agricultura y colonización de tierras, que fue el
que ayudó a Abascal en el proceso de planeación. Wiegman partió a Baja
California, acompañado de Pedro Vargas Covarrubias, Felipe Vázquez y
Prisciliano Murillo, para analizar las posibles necesidades de los
futuros colonos y tantear el tipo de cultivos, la manera de irrigar y
hacer una lista de materiales. Bajo los análisis de Wiegman, Abascal se
lanzó a la colonización.20
Hacia fines del mes de noviembre, los dirigentes de La Base pidieron a
Abascal que él fuera el jefe de la colonización, pues en realidad era
una obra que había sido proyectada por él mismo. Por lo tanto, tenía que
entregar la jefatura nacional de la
uns. El 12 de diciembre entregó el
mando a Manuel Torres Bueno, para dedicarse de lleno a la obra
colonizadora. Según Abascal, el cambio de mando había sido una
“jugarreta” de Santacruz, la embajada estadunidense y el gobierno
avilacamachista, que deseaban apartarlo por sus críticas y radicalismos
oposicionistas, pero esto lo entendió cuando la obra de la colonización
había fracasado. El nuevo líder nacional del sinarquismo pertenecía a
los cuadros medios del movimiento, y era de los más moderados y
manejables para los fines de la organización secreta. Abascal lo había
escogido con la anuencia de Santacruz, aunque después se arrepintió por
el poco apoyo que brindó a la experiencia bajacaliforniana.21
Abascal, sin embargo, vio el cambio como “providencial”. Implicaba un
“sacrificio” y una “cruzada” que lo llenaba de satisfacción porque su
utopía idealista y conservadora por fin se realizaba.22
Las complicaciones empezaron ocho días antes de que saliera la
expedición sinarquista, sobre todo porque los apoyos del gobierno nunca
llegaron para la transportación y tampoco los recursos de los católicos
estadunidenses, prometidos por Santacruz. La primera expedición se
realizó con los recursos aportados por los mismos militantes
sinarquistas que, mediante diversas colectas y donaciones, permitieron
la realización del proyecto. La primera expedición fue bautizada por
Abascal como “María Auxiliadora”.23
La uns, desde el momento de la colonización, inició un proceso de
declive que la condujo a su casi desaparición como una organización que
movilizaba a las masas contra el Estado posrevolucionario, desde el lado
de la derecha. Los conflictos de la colonización enfrentaron a los
líderes, a los militantes, a los colonos y a la organización con La
Base, la iglesia y el gobierno. Durante tres años, el proyecto y la obra
hicieron saltar la putrefacción del movimiento sinarquista y sus
debilidades. Abascal fue el principal actor de esta realidad.
La colonización se lleva a cabo
Después de diversos problemas en el proceso de selección de los colonos,
la carencia de recursos para la transportación y la compra de los
satisfactores más apremiantes, la expedición sinarquista a la Baja
California Sur partió el 18 de diciembre de 1941, desde diversos puntos
del centro del país.
Los expedicionarios salieron del Distrito Federal, León, Querétaro,
Acámbaro, Ario de Rosales, Pátzcuaro y Morelia. Todos los colonos
escogidos por Abascal eran de esos lugares, pues según sus apreciaciones
“esa gente era la que más soportaba los sacrificios y la que más sabía
de agricultura” y, sobre todo, era la más “moral” y “católica” del país.
La expedición se compuso de 85 familias, con un total de 400 personas
que se reunieron en la ciudad de Guadalajara, para partir de ahí a
Mazatlán y tomar un transbordador a La Paz.24
Las características de los colonizadores, emocionaron al “cruzado”
Abascal:
Y los expedicionarios sabían también, con el resto de los sinarquistas,
que iban a la península para no volver, para quedarse a vivir allá hasta
la muerte, puesto que sólo así es posible colonizar un país desierto; y
que iban como soldados, que voluntariamente se habían ofrecido y
alistado pero como verdaderos soldados de un movimiento patriótico en
una empresa eminentemente patriótica, de la cual no podrían desertar so
pena de ser considerados automáticamente fuera del Movimiento.25
El traslado de la gente tuvo que hacerse con las propias donaciones de
los sinarquistas, pues los apoyos gubernamentales, como se dijo más
arriba, nunca llegaron.
Tres destacados miembros de la Brigada Nacional de Propaganda de la
uns,
como Ramón de Anda, Jesús Sam López y Valentín Lozada, acompañaron a
Abascal en el viaje. En Guadalajara celebraron una junta en la que se
instruyó a los expedicionarios sobre el viaje a Mazatlán, y se celebró
una misa donde se cantaron los himnos del movimiento. En Mazatlán, los
expedicionarios se embarcaron rumbo a La Paz en el barco Salvatierra.
Apenas cupieron las 85 familias (compuestas, aproximadamente, de 400
personas), pero Abascal ansió “por la providencia” la llegada de la
misión completa. El gobernador del territorio, Francisco J. Mújica, por
intermedio de Manuel Zermeño que se encontraba en La Paz, autorizó desde
allá que el barco zarpara sobrecargado y en peligro desde Mazatlán.26
Los colonos sinarquistas llegaron a La Paz el 29 de diciembre, después
de dos días de travesía. Se acomodó a la gente en una bodega, mientras
que Abascal, los propagandistas y Zermeño arreglaron el traslado a Santo
Domingo, donde se asentaría “María Auxiliadora”. Se obtuvo todo el apoyo
del gobernador Mújica y el secretario de Gobierno, de apellido Billarent,
pues la expedición no llevaba recursos para el traslado. Finalmente, el
1º de enero de 1942, los expedicionarios partieron al lugar escogido por
Abascal para el asenta-miento de la colonia. El entusiasmo del líder
desbordó:
María Auxiliadora sería una comunidad católica, inatacable, que podría
vivir, en lo privado y en lo público, conforme a nuestro ideal católico.
Hasta entonces las relaciones de los sinarquistas entre sí y de éstos
con sus jefes no habían abarcado más que el aspecto cívico de los
desfiles y asambleas: la vida social no nos había pertenecido. Ahora sí
la teníamos en nuestras manos. Había sido menester irnos al desierto
californiano para conquistar el derecho de agruparnos estrechamente y de
vivir socialmente, en comunidad perfecta, todas y cada una de nuestras
ideas.27
El asentamiento sinarquista se formó de chozas de mezquite y hierba, y
se iniciaron los trabajos para cultivar en el terreno escogido para ese
efecto. Casi de inmediato hubo problemas de deserción, pues mucha gente
no aguantó el ritmo de trabajo y la rigidez a la que fue sometida por
Abascal.
En enero, el jefe de la colonia ya tenía un proyecto de constitución
interna, donde se plasmaban los porqué del asentamiento, así como las
reglas de convivencias; los puntos eran 27: 1) Se declaraba que en
nombre de la “Santísima Trinidad” la colonia se llamaba “María
Auxiliadora”; 2) Que basándose en los preceptos católicos se buscaba
formar una península de misioneros, que sirvieran a “América y el mundo”,
dedicándose al “amparo y patrocinio” de la “Virgen de Guadalupe” y otros
símbolos religiosos; 3) El jefe de la colonia tenía que sujetarse a las
leyes de la Iglesia Católica, tanto en sus acciones como disposiciones;
4) El jefe tenía por obligación escuchar las proposiciones de los
distintos jefes de familia; 5) El jefe, a su vez, tenía como obligación
escuchar las propuestas de las corporaciones que se iban a establecer (artesanos,
gana-deros, agricultores), aunque sus acciones eran absolutas y
definitorias; 6) Todas las compras y ventas comerciales de la colonia
debían hacerse por medio de una proveeduría, para no entrar en conflicto
con los nativos; 7) La jefatura también se encargaría de que el régimen
de propiedad pasara del comunal al privado y corporativo familiar,
dejando un régimen comunal para “los pobres”; 8) los colonos se
comprometían a defender la “integridad del hogar”, de acuerdo con “la
voluntad de Dios”, y el que no cumpliera con este precepto sería
expulsado; 9) Se expulsaría públicamente al individuo que maltratara a
su esposa; 10) También se expulsaría a aquél que se embriagara,
cometiera una falta o causara escándalo; 11) Se expulsaría al que
vendiera o distribuyera bebidas embriagantes en cualquiera de sus formas;
12) Quedaría expulsado también todo aquél que robara; 13) El saludo para
anunciarse sería “Ave María Purísima”, y la contestación: “Sin pecado
concebida”; 14) Los padrestenían la obligación de inculcar a sus hijos
el amor por la religión y la Iglesia católicas, en contraposición al
“asesinato, al robo y al pecado mortal”. Dentro de este precepto se
prohibía portar armas en cualquiera de sus formas, así como los juegos
de manos; 15) Las madres tenían por obligación enseñar a sus hijas a
vestir con modestia. Se imponía el uso del vestido largo a todas las
mujeres mayores de 14 años; 16) Todo mundo se obligaba a santiguarse
antes y después de los alimentos; 17) Diariamente debía rezarse el
rosario, ya fuera en las casas o en la iglesia; 18) A las 22 horas se
imponía el toque de queda; 19) Se prohibían los bailes en cualquiera de
sus formas, ya fuera en público o en privado; 20) La colonia se
comprometía a enviar una delegación anual a la Basílica de Guadalupe,
cada 12 de diciembre, así como una delegación a las juntas anuales de
jefes del sinarquismo; 21) Los colonos se comprometían a respetar el
lenguaje castellano, rechazando las “palabras pochas”; 22) El servicio
médico se consideraba como un servicio público que tenía que controlar
el jefe; 23) Establecido el régimen corporativo, la colonia debía
mantener a las viudas y los huérfanos; 24) Cuando hubiera fiesta
religiosa se permitía no trabajar, aunque el trabajo debía canalizarse a
la construcción de “templos, escuelas y carreteras” con la venia
parroquial; 25) Se declaraba a la Semana Santa como de retiro espiritual,
y se prohibían los viajes de placer o negocios; 26) La colonia se
esforzaría en crear un patrimonio municipal por medio de la producción
del olivo; y 27) La educación se declaraba “católica y obligatoria”.28
Las carencias de la colonia eran muchas y variadas. Abascal escribía
casi a diario al Secretario de Colonización de la
uns, Juan Ignacio
Padilla, solicitándole maquinaria, semillas para cultivos, materiales de
construcción, ropa, alimentos y dinero en efectivo, al mismo tiempo que
informaba de los diversos problemas de la colonia. La carencia de
materiales para extraer el agua e irrigar los cultivos, se convirtió en
una de las obsesiones cotidianas de Abascal, pues el comité nacional no
mandaba lo indispensable para el sostenimiento de la obra colonizadora.
Aunado a esto, los problemas internos de la colonia comenzaron a surgir,
principalmente manifestados por la deserción de muchas familias. Sólo en
los primeros meses partieron 25 de ellas, que no soportaron ni el ritmo
de trabajo, ni el clima y las reglas autoritarias de Abascal. La falta
de alimentación también cumplió su parte, y Abascal cada vez más subió
el tono de sus cartas contra la falta de apoyo.29
La situación de “María Auxiliadora” empezó a ser desesperada, según una
carta de Abascal a Torres Bueno, fechada el 3 de mayo de 1942, donde
afirmaba que la única fuente de ingresos era la que se enviaba de
México, y las cosechas sólo se podrían utilizar para subsistir.30 Poco a
poco, la realidad demostraba que el proyecto de Abascal era una utopía
irrealizable, pues lo que se necesitaba, principalmente, era el dinero
suficiente para infinidad de necesidades. A pesar de todo, Abascal
mencionaba en su correspondencia que la obra tendría éxito pasando un
año, y que “María Auxiliadora” se convertiría en el bastión de los
pueblos católicos, rescatados de las “garras revolucionarias”.
Rafael Déveze, de la Brigada de Propaganda de la
uns, se convirtió en el
principal ayudante de Abascal, pues era el enlace entre México, las
autoridades del territorio y la colonia. Entre los dos se encargaban de
conseguir los recursos necesarios para el funciona-miento de María
Auxiliadora y, sobre todo, eran los que más presionaban al comité
nacional para que enviara las peticiones y el dinero. Cada semana, el
jefe de colonización de la uns enviaba 500 pesos para la manutención de
350 personas; hacia septiembre de 1942, la suma ascendió a 650 pesos, la
cual no se incrementaría sino hasta mayo de 1943 (750 pesos). Era obvio
que el dinero no alcanzaba sólo para la manutención de las familias
colonizadoras, mucho menos, para la compra de herramientas para la
agricultura, el bombeo del agua, la irrigación y otros proyectos que
deseaba realizar el jefe.31
Además, Abascal exigía el envío de profesores y sacerdotes, pues el
funcionamiento de la cohesión dentro de la colonia era importante y,
sobre todo, aseguraba el cumplimiento del proyecto de “pueblo ideal”. El
incumplimiento del comité nacional desesperaba continuamente al “cruzado”,
por lo que tuvo que recurrir al gobernador del territorio para lograr su
apoyo en gastos altos (sobre todo de maquinaria). El gobernador Mújica
ayudó en lo que pudo a Abascal, por lo que éste varió el concepto que
tenía de aquel personaje.32
La constante actividad de los colonos, ya sea en el trabajo, las
asambleas o los actos simbólicos, los mantuvo a pesar de las necesidades
y los conatos de deserciones que pulularon. Mientras tanto, Abascal
empezó a sospechar que había sido objeto de un juego sucio, y que las
promesas de ayuda de Santacruz sólo se habían dado para impulsarlo a
aceptar su retirada de la jefatura nacional de la
uns. El líder comenzó
a notar que la organización sinarquista tomaba diferentes virajes, sobre
todo, en favor del gobierno y de los Estados Unidos, y que existía un
decaimiento de la acción opositora del movimiento. Aunado a esto, la
falta de un apoyo global y efectivo para la colonia, le hizo pensar que
los miembros de La Base y el jefe Torres Bueno habían intrigado para que
la obra fracasara rotundamente, y él –Abascal– saliera desprestigiado
ante el movimiento y la opinión pública. Hacia diciembre de 1942 se
propuso viajar a México para aclarar los nubarrones que, definitivamente,
habían sido reales y efectivos, por lo que su obra colonizadora, su
utopía, estaba peligrando.33
El mismo Abascal resumió la situación que experimentó la colonia en
1943, ya cuando existía abiertamente el conflicto con Torres Bueno y los
líderes de La Base:
Mi correspondencia, nutridísima, de enero a junio de 1943 es una pura
repetición de los siguientes puntos: que padecemos hambre; que la
desnutrición y la falta de partera y de médico eran fuentes inagotables
de enfermedades costosas, al grado que había meses en que se juntaban en
nuestra casa de La Paz de 30 a 40 personas, entre enfermos y familiares
[...]; que teníamos seis pulgadas de agua inagotable: cuatro en Santa
Cruz [barrio de la colonia bautizado así por Abascal] y 2 en Don Vasco [nombre
puesto también por Abascal a un barrio de la colonia] agua que no
podíamos aprovechar bien, ya por falta de dinero para el combustible, ya
por descompostura de los pésimos equipos de bombeo instalados [...]; que
teníamos otros dos pozos con mucha agua, sin motores para las bombas; y
que la gente no podía producir más de lo que ya estábamos produciendo
mientras no recibiéramos buena y suficiente maquinaria.34
Para febrero de 1943 quedaba en la colonia una población de 282
personas, que fueron las que más resistieron las penurias, el duro
trabajo, las enfermedades y el carácter del jefe Abascal. Mientras, los
desertores y algunos miembros del comité nacional hicieron una vasta
propaganda contra el jefe de la colonia, tachándolo de “loco,
desequilibrado y poseído por el demonio”.35
Encolerizado, Abascal escribía al comité nacional quejándose de la
ineficiencia y las restricciones económicas. Por medio de José Trueba,
jefe de la colonia de Villa Kino, en Sonora, se había enterado que ésta
recibía una buena cantidad semanal y que era favorecida con equipos
necesarios y otros enseres.36 La fiscalización del trabajo de Abascal,
por parte del nuevo secretario de Colonización, Felipe Navarro, y de
Manuel Torres Bueno, que visitaron intempestiva-mente la colonia, enfrió
aún más las relaciones, ocasionando el conflicto que orilló al fracaso
de la obra colonizadora.37
Mientras que entraba el proceso del fracaso, la colonia siguió
sobreviviendo gracias a la venta del semanario El sinarquista –que
religiosamente enviaba el comité nacional de la
uns) –, las constantes
ayudas del gobernador Mújica y la venta de algunos productos cosechados
por los colonos. La obra colonizadora de Baja California había costado a
la uns, hasta ese momento, 120 000 pesos, según consta en las partes de
tesorería de la organización, hasta el mes de mayo de 1943.38 Nada de lo
prometido por Abascal en su proyecto se alcanzó por la carencia de los
recursos, pero se había gastado mucho dinero.
La realización de la colonización empujó el prestigio de la
uns como
movimiento colaborador del gobierno avilacamachista y más aún, acrecentó
el apoyo social de las masas que creyeron en el sinarquismo. Lo que fue
irreversible, sin embargo, fue el conflicto que la obra colonizadora
había ocasionado en el seno de la organización sinarquista y, sobre todo,
en el marco de las relaciones entre los dirigentes. Un factor importante
de esto fue la personalidad de Abascal que, obsesivo, se había lanzado a
una empresa difícil, sin apoyos seguros y basado en una planeación
intuitiva y nada profesional. Sobrevino pronto el final de la utopía.
La colonización, un fracaso
A mediados de 1943, ante la falta de apoyo del comité nacional, el
cambio de orientaciones del movimiento y las intrigas entre los líderes,
Abascal decidió romper con la uns y con La Base, después de una
discusión con Santacruz. El jefe de la colonia afirmó que:
Con absoluta franqueza le dije que él [Santacruz] y Torres Bueno estaban
llevando al sinarquismo por un despeñadero; que yo ya no era miembro de
la organización; que si no lo hacía público era tan sólo por el bien de
María Auxiliadora y por la esperanza –aunque leve, que aún me alentaba–
de que pronto cayeran los dos tristes compadres, para que se dedicaran a
la enseñanza del catecismo; que no entregaría yo la Jefatura de la
Colonia sino en el momento arriba indicado [el apoyo completo a las
necesidades de la colonia, y el cambio del entreguismo al gobierno]; y,
por último, que si la Jefatura Nacional de la
uns seguía con su política
de absoluta sumisión a poderes extraños y de sabotaje contra la Colonia,
yo los atacaría públicamente a ellos dos, sin andarme por las ramas.39
Abascal comprendió muy tarde que el proyecto de la colonización había
sido apoyado, primero, para separarlo de la jefatura nacional de la
uns,
y segundo, para que ante el fracaso saliera desprestigiado del
movimiento y, sobre todo, ante los adversarios y la opinión pública. El
líder tampoco visualizó la magnitud de la misma colonización ni el
conjunto de necesidades que requería para que tuviera éxito. La utopía
era irrealizable desde el principio, pero la obsesión de Abascal por
demostrar que el sinarquismo podía crear un orden lleno de
“catolicismo”, “felicidad” e “igualitarismo”, se impuso.40
El fracaso de la colonización bajacaliforniana era evidente, tanto en el
nivel interno como en el externo: “Hay un hondísimo y tempesuoso
descontento general por la falta de maquinaria y de alimentación
suficiente. Nadie piensa ya en salir, sin embargo. Es tiempo, pues, de
salvar la obra”, le escribía Abascal al secretario de Colonización de la
uns, Gustavo Arizmendi.41 Los colonos, doscientos cincuenta en total,
aguantaban la carencia de las más ínfimas necesidades, sólo los unía el
“espíritu sinárquico-cristiano” que el jefe Abascal les había metido
hasta la médula.42 La situación era bastante crítica:
[...] en año y nueve meses no habíamos comido más carne que la de cinco
reses entre todos. Gastábamos mucho en medicinas y tónicos para los
anémicos y en alimentos especiales para los muy enfermos en La Paz.
Castellanos [un médico] me decía que casi toda la Colonia estaba anémica
y necesitadísima de una buena alimentación. La gente quejaba de que ya
no se sentía con fuerzas [...].43
Los últimos meses de 1943, la colonia sobrevivió gracias a la ayuda del
gobernador del territorio que, a petición de Abascal, dio maquinaria,
semillas y alimentos. Mújica se convirtió en el benefactor de la
colonia, lo que Abascal le agradeció. Aparte, se obtenían recursos de la
venta del periódico sinarquista, así como de la venta de algunos
productos cosechados por los colonos y que ofrecían en La Paz. La
situación se tornó desesperada, y el jefe Abascal gestionaba por carta
diversas ayudas, ya fuera con su familia política, miembros de la
jerarquía eclesiástica o familias ricas que conocía en el centro del
país.44
El pleito con Torres Bueno se hizo abierto, por diferencias en cuanto al
manejo de las orientaciones del movimiento, pero en el fondo el
conflicto se debía a la falta de apoyo a la obra colonizadora de
Abascal. En los primeros meses de 1944, los miembros de La Base y Torres
Bueno, se movilizaron para encontrar una solución a las constantes
críticas y amenazas de Abascal. Si éste descargaba su rencor contra
ellos sería terrible, pues se daría a conocer que el sinarquismo estaba
siendo dirigido por la Iglesia católica, y esto no convenía a los
miembros de La Base por ningún motivo.45
El 29 de marzo de 1944, la utopía sinarquista de la colonización
bajacaliforniana se vendría abajo, pues Abascal fue separado hábilmente
de la jefatura de la colonia. La llegada del padre Miguel Madrigal,
supuestamente enviado del arzobispo de México, Luis María Martínez;
Manuel Zermeño; enviado de La Base y Torres Bueno, y José Valadés a
María Auxiliadora, era para pedirle a Abascal que renunciara a la obra.
En palabras del “cruzado” derrotado:
Padre –le dije con voz tranquila–, he pensado distinto: yo no he
luchado, en realidad, sino por la Iglesia, pues la Patria sin la Iglesia
no tiene para mí significado alguno. Es así que el Jefe de la Iglesia en
México, su legítimo representante, me pide que entregue esto y mi honor;
luego debo entregar una y otra cosa. La responsabilidad es suya. Al
darle gusto a él no hago más que obedecer a mi Madre la Iglesia.46
Dos días después, Abascal entregó la jefatura –bajo juramento ante la
Iglesia y el arzobispo de México– de la colonia a José Valadés, y desde
ese momento se convirtió en un adversario más del sinarquismo. Si había
aceptado la separación como jefe de la obra colonizadora, era porque se
le prometió que se daría apoyo suficiente para que siguiera existiendo y
prosperara. En palabras de Abascal:
Dos razones más había para sacrificarme: la promesa, en la que el Padre
[Madrigal] y yo creímos, de que si yo entregaba la Colonia recibiría
ésta de inmediato toda la ayuda necesaria para su florecimiento. Y la
segunda era que si yo no hubiera entregado, quizá se habría lanzado el
entredicho, o sea, la excomunión, sobre el pueblo entero mientras yo no
saliera de él.47
Las deudas de la colonia eran muchas, pues se debía dinero al gobierno
del territorio por la compra de una bomba para extraer agua, a varios
colonos que habían prestado para diversas cosas y a sinarquistas de los
Estados Unidos que habían prestado algún dinero al jefe Abascal. Los
principales recursos de la colonia, en el momento en que este último
dejó la jefatura, eran algunas joyas, 4 caballos, 16 mulas, 30 cerdos,
28 vacas, 28 becerros, 4 bueyes y 2 terneras, más lo construido para
extraer el agua y los motores inservibles.48 La población de la colonia
ascendía, en el momento de la partida de Abascal, a 247 personas que
tuvieron que seguir soportando las penurias y enfrentar el conflicto
entre los líderes y el cisma de la organización sinarquista. La obra
colonizadora de Baja California costó, hasta el mes de marzo de 1944, la
cantidad de 160 000 pesos, sin que hubiera tenido ningún éxito con
relación al proyecto original.49
La experiencia sinarquista de la colonización sudcaliforniana había sido
un rotundo fracaso. Con la partida del líder Abascal, que fue su
creador, María Auxiliadora no tuvo más razones de existir. El cisma
interno de la uns, a mediados de ese año, y el enfrentamiento con La
Base y el gobierno, casi desaparecen la presencia de los sinarquistas en
el país, en mucho había tenido que ver la obra colonizadora de Baja
California. En poco menos de dos años, la colonia perdió el control de
la uns, aunque varios de los colonos siguen viviendo en esa zona
esperando, quizás, la implantación de un orden cristiano y simbólico
donde el recuerdo de la colonización se ha convertido en parte de su
identidad. El proyecto y la utopía jamás se realizaron, pero pervive en
la memoria de los actores manipulados por el simbolismo de un líder
tradicional, que no fue capaz de cumplirle a sus bases sociales, ni al
movimiento que enarbolaba con pasión. La colonización, sin embargo, fue
un acontecimiento cuyo impacto aún se mantiene en la historia regional
contemporánea de sudcalifornia.
____________________________________
* Instituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana.
Notas:
1 Sobre estas definiciones ver: Pablo Serrano Álvarez,
La batalla del
espíritu, el movimiento sinarquista en el Bajío, 1931-1952, México,
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992, Col. regiones, vol.
2.
2 Ibid., t. 2, p. 200.
3 Salvador Abascal, Mis recuerdos, sinarquismo y María Auxiliadora,
(1935-1944), con importantes documentos de los Archivos Nacionales de
Washington, pról. de Salvador Borrego, México, Tradición, 1980, pp.
291-292. Tal cual me lo reiteró un viejo sinarquista, el doctor Rubén
Mangas Alfaro, en entrevista celebrada en el Distrito Federal el 17 de
marzo de 1988.
4 Ibid., pp. 292,293 y ss. Cfr. con James Wilkie y Edna Monzón de
Wilkie, entrevista con el licenciado Salvador Abascal, realizada en la
ciudad de México el 17 de agosto de 1964, Programa de Historia Oral,
Universidad de California-Berkeley y El sinarquista, México, D. F.,
septiembre de 1941. Además, “Ideas sobre la colonización de Baja
California Sur”, mecanoescrito sin autor, fechado el 16 de octubre de
1941, Archivo del Comité Regional de Guanajuato de la Unión Nacional
Sinarquista, León, Guanajuato [en adelante se citará como
acruns-León,
Gto]. Este mismo documento se encuentra en Archivo Comité Nacional de la
Unión Nacional Sinarquista, microfilm, Biblioteca de Antropología e
Historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia, rollo
12.11.23 [en adelante se citará como
acnuns-binah].
5 Salvador Abascal, Ibid., pp. 294-300.
6 Ibid. , pp. 300, 301. El Sinarquista, números de septiembre de 1941.
7 Ibid., p. 307.
8 Ver, al respecto, las apreciaciones de Jean Meyer, El sinarquismo, ¿un
fascismo mexicano?, 1937-1947, trad. de Aurelio Garzón, México, Joaquín
Mortiz, 1979, Cuadernos Joaquín Mortiz. Sobre la labor misionera, y el
pensamiento de Abascal en este sentido ver Ibid., p. 337 y s.s. Acerca
de la ideología de Abascal, en su conjunto, véase Pablo Serrano Álvarez,
op. cit., t. 2, p. 56 y ss.
9 Salvador Abascal, Ibid., p. 338.
10 Este documento, junto con la petición del día 2 de septiembre, de
Abascal, se encuentra en Archivo General de la Nación,Unidad
Presidentes, fondo Manuel Ávila Camacho [en adelante se citará como
agn-gp-fmac], exp. 544.61/39. El telegrama se encuentra reproducido
también en Salvador Abascal, Ibid., p. 339.
11 Ver “Proyecto de colonización de la Baja California” de Salvador
Abascal en agn-up-fmac, exp. citado. El mismo proyecto se encuentra en
acruns-León, Gto. y una parte, modificada en redacción, está publicada
en Salvador Abascal, Ibid., p. 343. Para reafirmar ver Jean Meyer,
op.
cit. y Cfr. con Anne-Marie De la Vega, Histoire du mouvement
sinarquiste, 1934-1944, contribution a l’histoire du Mexique
contemporain, Thése de III cycle, París, I, 1975, vol. 1.
12 El Sinarquista, números de octubre de 1941.
13 Instrucciones del jefe a los líderes estatales de Michoacán,
Guanajuato y Querétaro, octubre de 1941, en
acruns-León, Gto. Ampliar lo
anterior con Servando Ortoll, “La colonización bajacaliforniana del
sinarquismo, en el contexto de la Segunda Guerra mundial”, mecanoescrito
inédito, p. 10 y ss.
14 Salvador Abascal, op. cit., p. 342. Las instrucciones también se
encuentran en acruns-León, Gto.
15 Esto se desprende de amplia correspondencia sostenida entre Abascal y
algunos jefes regionales de la
uns, sobre todo, de Guanajuato,
Michoacán, Querétaro y Estado de México, entre octubre y noviembre de
1941, expedientes sin catalogar del
acruns-León, Gto.
16 Ver Salvador Abascal, Ibid., p. 344.
17 Salvador Abascal, Ibid., pp. 351,352.
18 Entrevista de Servando Ortoll y Pablo Serrano Álvarez, con el
ingeniero Gildardo González Sánchez, realizada en la ciudad de Colima el
11 de junio de 1989. Cfr. con la entrevista de James Wilkie y Edna
Monzón de Wilkie con el licenciado Salvador Abascal, ya citada. Ver las
apreciaciones de Jean Meyer, op. cit.
19 Ver agn-up-fmac, exps. 542.1/2371 y 542.1/38, leg. 3. Las respuestas
de la
uns se encuentran en extensos boletines de prensa, consultados en
acruns-León, Gto.
20 Ver Salvador Abascal, op. cit., p. 377. Cfr. Con extenso material de
la planeación de la colonia en acruns-León, Gto.
21 Ibid., p. 435. Ver correspondencia de Abascal, entre el 15 de
noviembre y el 12 de diciembre de 1941 en
acruns-León, Gto. Cfr. con
Jean Meyer, op. cit. y Anne-Marie De la Vega, op. cit., vol. 2.
22 Salvador Abascal, Ibid., p. 435. Cfr. Entrevista de James Wilkie y
Edna Monzón de Wilkie con el mismo Salvador Abascal, ya citada.
23 Salvador Abascal, Ibid., p. 442.
24 “Estadísticas de la colonización de Baja California”, diciembre de
1941, en acruns-León, Gto. Este documento se encuentra reproducido
también, en partes, en acnuns-binah, rollo 12.33.44.
25 Salvador Abascal, op. cit., p. 445. El autoritarismo permeó el manejo
que hizo Abascal de la colonización. La amenaza de expulsión y la
rigidez fueron la tónica.
26 Salvador Abascal, Ibid., p. 448. Esto lo confronté en una entrevista
con Ramón Torres Robles, celebrada en León, Gto. el día 16 de abril de
1988. Igual se afirma en la entrevista de James Wilkie y Edna Monzón de
Wilkie con Salvador Abascal, ya citada.
27 Salvador Abascal, Ibid., p. 455.
28 Ver Salvador Abascal, Ibid., pp. 463-465. Este proyecto se encuentra
microfilmado en acnuns-binah, loc. cit., inserto también en el conjunto
de correspondencia que tuvo la colonia con el Comité regional de la
uns
en Guanajuato durante los primeros meses de 1942,
acruns-León, Gto.
29 Ver Salvador Abascal, Ibid., pp. 469-499. La correspondencia era
desesperadamente abundante entre 1942 y 1943. Ésta se encuentra toda en
acruns-León, Gto. y en acruns-binah, diversos rollos de micropelícula.
30 La carta se encuentra en acruns-León, Gto. Está reproducida en
Salvador Abascal, Ibid., pp. 513-520.
31 Correspondencia de Abascal con Juan Ignacio Padilla, septiembre a
diciembre de 1942, en acruns-León, Gto. Ver también Salvador Abascal,
Ibid., pp. 550-570 y Jean Meyer, op. cit. y Anne-Marie De la Vega,
op.
cit.
32 Entrevista de Pablo Serrano Álvarez con el doctor Rubén Mangas
Alfaro, ya citada. Así se muestra también en diversos pasajes de las
memorias de Abascal, también citadas.
33 Salvador Abascal, Ibid., pp. 593 y ss. Ver, además, José Trinidad
Cervantes, ¿Qué han hecho los partidos políticos?, la
uns, en letargo,
está en espera de un líder, México, artículos publicados en El
Universal,
uns, s.f.; Joseph Ledit,
El frente de los pobres, México,
Ediciones Spes, 1955; y las obras ya citadas de Anne-Marie De la Vega y
Jean Meyer.
34 Salvador Abascal, Ibid., pp.593, 594.
35 Entrevista de Pablo Serrano Álvarez con José Trinidad Cervantes,
realizada en el Distrito Federal, los días 10, 11 y 15 de marzo de 1988.
Cfr. con Salvador Abascal, Ibid., pp. 600 y s.s.
36 Carta de Salvador Abascal a Juan Ignacio Padilla, marzo de 1943,
acruns-León, Gto. Existe escasa información sobre la colonia de Villa
Kino, excepto la correspondencia e informes de José Trueba a Manuel
Torres Bueno, durante 1942, en el mismo archivo. Informaciones aisladas
se encuentran en el agn-up-fmac.
37 Ver Salvador Abascal, Ibid., pp. 619 y ss.
38 Ver esa documentación en acnuns-binah, rollo 12.78.66.
39 Salvador Abascal, Ibid., p. 624. El subrayado es de Abascal. La
correspondencia mantenida por Abascal y Déveze con el comité nacional
evidenciaba el grado de enfrentamiento, en los sentidos que marca la
cita. Esta documentación se encuentra en
acnuns-binah, diversos rollos
de microfilm, y otra parte está en
acruns-León, Gto. El conflicto que
orilló al fracaso de la colonización sinarquista está expuesto en
Anne-Marie De la Vega, op. cit., vol. 2 y en Jean Meyer, op. cit.
40 Entrevista de Servando Ortoll y Pablo Serrano Álvarez con Gildardo
González Sánchez, ya citada.
41 La carta puede consultarse en acruns-León, Gto., aunque está
reproducida incompleta en Salvador Abascal, op. cit., pp. 633.
42 Entrevista de Pablo Serrano Álvarez con José Trinidad Cervantes, ya
citada.
43 Salvador Abascal, op. cit., p. 637. De esta situación no informaba
El
Sinarquista, que siempre ensalzaba la obra colonizadora del sinarquismo.
44 Alguna correspondencia de estas gestiones se encuentra en
acruns-León, Gto. Esto se desprende también de Salvador Abascal,
Ibid.,
pp. 648 y s.s
45 Ver, al respecto, Servando Ortoll, Las Legiones, La Base y el
sinarquismo, ¿tres organizaciones distintas y un sólo fin verdadero?
(1929-1948), mecanoescrito, pp. 10 y ss.; del mismo autor, “Modes of
Historical Consciousness: Mexican Sinarquistas and Revolutionaries in
the 1930’s and 1940’s a Tentative Appraisal”, mecanoescrito, Columbia
University, pp. 20 y ss.; cfr. también con Joseph Ledit, op. cit. y Jean
Meyer, op. cit.
46Salvador Abascal, op. cit., p. 680. Cfr. con Entrevista de James
Wilkie y Edna Monzón de Wilkie con Salvador Abascal, ya citada.
47 Salvador Abascal, op. cit., p. 682.
48 Carta de José Valadés a Manuel Torres Bueno, 15 de abril de 1944,
acruns-León, Gto. Ver Salvador Abascal,
Ibid., p. 684.
49 Tesorería de la uns, balance del primer trimestre de 1944, en
acnuns-binah, rollo 12.88.123.
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