Aspectos de la educación pública en el norte de Baja California, 1882-1914 |
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María de Jesús González Solís* |
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El objetivo de este escrito es presentar algunas características del campo educativo en el Partido Norte de la Baja California. Respecto a las escuelas, veremos su número, ubicación y sus diversos tipos en cuanto a su jurisdicción. También nos referiremos a los profesores de los programas educativos y libros utilizados. Finalmente, se revisará el número de alumnos que se beneficiaban con la educación formal. Para realizar esta investigación se consultaron fuentes hemerográficas, bibliográficas y principalmente documentos del Archivo General de la Nación de los fondos Gobernación, Instrucción Pública y Bellas Artes, así como la Colección Pablo Herrera Carrillo, todas estas reproducidas en el iih-uabc.
Partido Norte de la Baja California, 1882-1888 La vinculación con el gobierno central La relación del Partido con el sistema nacional en el campo educativo fue casi nula, ya que dependía de las decisiones tomadas por el jefe político residente en La Paz, Baja California Sur, quien a su vez mantenía comunicación para tratar los diversos asuntos de la península con la Secretaría de Gobernación en la ciudad de México. De acuerdo a cálculos realizados para este trabajo, entre 1884 y 1886 se observa que del presupuesto asignado para la educación en toda la península, al Partido Norte sólo se enviaba entre 5% y 8% aproximadamente. En 1882, el señor Manuel G. Martínez fue comisionado y enviado por el Ayuntamiento del Partido Norte de la Baja California, a la capital del país para exponer ante las autoridades correspondientes la situación de la región. Ahí notificó la aparente inexistencia de escuelas, las dificultades de los profesores para obtener sus sueldos, que el personal carecía de título y la necesidad de un inspector,1 lo que nos hace pensar en las grandes deficiencias que había. Esto, en gran medida, era debido a la dependencia de las resoluciones tomadas por el jefe político, residente en La Paz.
Las escuelas En 1882 la población en edad escolar de la península, sin considerar a los indígenas, era de 8 000 menores; de éstos asistían a la escuela 652 niños y 469 niñas,2 cifra que representaba el 13.8% del total de la población en edad escolar. Sin embargo, este porcentaje aumentaba un poco debido a que los hijos de las familias con mayores recursos eran enviados a realizar sus estudios a San Francisco, California. El número aproximado de escuelas era entre 25 y 29, pues no está muy clara la información en los documentos estudiados. De éstas, 18 eran nacionales, cinco municipales y cuatro particulares. Del total, 15 eran para varones, 6 para mujeres y otras 6 eran mixtas.3 En el Partido Norte, sólo Real del Castillo y Santo Tomás contaban con un establecimiento escolar, en cada uno de ellas asistían entre 50 y 80 alumnos. Durante este periodo no era constante el funcionamiento de las escuelas ya que, mientras unas iniciaban sus labores, otras dejaban de trabajar. En el Partido Norte, hasta 1888, el funcionamiento de escuelas fluctuó de cero a tres. Éstas se ubicaron en Ensenada, Real del Castillo y Santo Tomás. En reportes de 1886-1887 sobre gastos oficiales del Partido Norte, no aparecen establecimientos en funciones. Había casas que se rentaban para utilizarlas como escuelas y algunas no llenaban los requisitos, según informe de 1882, en donde se manifiesta la necesidad de
Un edificio para una escuela en la cabecera, pero un edificio que llene las condiciones de un único plantel de enseñanza en un Partido de más de cien leguas. El condado de San Diego, nuestro vecino, un pueblito de los ee.uu., tiene un edificio para escuelas tan amplio que allí podían residir todas las autoridades juntas del Territorio”.4
El profesorado Los preceptores, como se les llamaban en la época, estaban en una situación precaria por falta de preparación, inestabilidad de los sueldos y la escasez de materiales para su trabajo. La formación del personal educativo fue uno de los grandes problemas de la región. Manuel G. Martínez, informó al gobierno del país la inexistencia de profesores con título,5 ya que quienes se dedicaban a la impartición de clases eran en su mayoría abogados, políticos, militares o personas con educación primaria, que de manera circunstancial optaron por esta actividad. En mayo de 1887, el jefe político informó al secretario de Gobernación que había un sobrante del presupuesto debido a la clausura de escuelas por la falta de profesores y por haber disminuido los sueldos de los que no estaban titulados.6 Respecto a los sueldos, los docentes tenían enormes problemas para cobrarlos, pues tenían que nombrar un representante que acudiera a La Paz y enfrentar a enormes dificultades para trasladarse.
Programas y libros de texto El material para trabajar era deficiente y escaso. Respecto a los libros, llegó a haber quejas porque al parecer “no llenan las exigencias de sistemas ya modernos pero ni antiguos: son impresos algunos en los Estados Unidos y padecen errores ortográficos”. Se solicitaron mapas “para las escuelas y oficinas, pues los habitantes del Partido saben mejor la situación topográfica de New York que de la capital del Territorio”.7 Aunque existía el reglamento para educación de 1873, hubo profesores que improvisaban y aplicaban sus propios programas. Años más tarde, el día 2 de septiembre de 1880, se dio a conocer un nuevo programa para la educación primaria elemental y la primaria complementaria (grados quinto y sexto) de la península. Dicho programa se apoyaba en las ideas de escuelas de Europa y el resto de América. Las materias que se contemplaban para los cuatro años de la primaria elemental, eran: letras y lectura, aritmética, geometría, álgebra y geografía. Para las niñas de cuarto año, se añadía dibujo, ornato, costura, bordado, así como cosmografía e historia universal. Según el plan de estudios para la escuela primaria complementaria, se debían impartir las materias de gramática, retórica, trigonometría, álgebra, dibujo, geografía, inglés, historia general y estudios de la Constitución de la república.8 De lo anterior, se concluye que la educación en el Partido Norte de la Baja California presentaba grandes deficiencias, principalmente por depender de las decisiones de las autoridades residentes en la ciudad de La Paz, quienes le daban mayor atención al sur de la península, lo que generaba que el presupuesto asignado a esta región fuera muy limitado, razón por la cual las escuelas en funcionamiento llegaron a ser de cero a tres. Aún cuando existían los planteamientos oficiales se improvisaron programas educativos. Es probable que esto se haya debido a las dificultades de comunicación entre el norte y el sur de la península, pero también por falta de inspectores. El panorama presentado de acuerdo a las fuentes consultadas, refleja que en el norte de Baja California existía una enorme necesidad de promoción de la educación escolarizada, durante el periodo señalado.
Distrito Norte de la Baja California, 1888-1914 Con el cambio de categoría política de Partido a Distrito Norte de la Baja California, se terminó la dependencia con la ciudad de La Paz, ubicada en el sur de la península. A partir de 1888, los asuntos educativos fueron tratados de manera directa desde la capital del Distrito, con las autoridades del país. Las condiciones cambiaron favorablemente, pues se asignó el mismo presupuesto que se enviaba para toda la península al ahora Distrito. La asignación para el ciclo 1888-1889 fue de 10 000 pesos, lo que contrasta con el enviado en el periodo anterior desde La Paz, de sólo 722 pesos; los nuevos recursos permitieron la planeación de nuevas escuelas.
Las escuelas En el primer presupuesto del Distrito Norte se proyectaron cinco escuelas para niños y dos para niñas, además de un profesor ambulante para cinco ranchos en la costa. A Tijuana y Ensenada le asignaron, a cada una, dos escuelas para ambos sexos. A Real del Castillo, Tecate, Santo Tomás y San Quintín les correspondió sólo una escuela para varones. Se esperaba que asistieran en todo el Distrito 574 niños y 158 niñas para ser atendidos únicamente por nueve profesores.9 Aunque el presupuesto se elevó, en un principio fue difícil aprovecharlo en su totalidad, pues de los 10 000 pesos otorgados para esta partida, únicamente se aprovechó la cantidad de 5 775.95 pesos, como lo informó el jefe político del Distrito, Luis E. Torres, al secretario de Gobernación. Ante esta situación su justificación fue que faltaba profesorado.10 El secretario de Gobernación le hizo un llamado de atención al jefe político, y en los siguientes reportes de gastos se aprecia cómo se fueron aplicando los recursos en su totalidad; incluso, en años posteriores se observó la necesidad de un incremento ante el desarrollo que se dio en el sector, como se puede advertir de una forma resumida en el siguiente cuadro 1. Las 17 escuelas nacionales que se registran para 1910 y 1011 estaban ubicadas de la siguiente manera: Ensenada tenía dos escuelas superiores para cada sexo y una mixta elemental. En Tijuana había dos elementales, una para cada sexo. Sólo existía una escuela elemental mixta como El Álamo, Maneadero, Real del Castillo, Rosario, San Telmo, Santo Tomás, Tecate, San Quintín, Calmallí, Mexicali, Pueblito y Guadalupe. Los establecimientos de Las Compuertas, Las Juntas y Tanama no se habían abierto por falta de director; mientras que otras tres, las escuelas 19, 20 y 21, sólo tenían asignado el lugar.11
Cuadro 1. Incremento de la oferta y de la demanda educativa en el Distrito Norte de la Baja California, 1888-1911.
El profesorado Durante este periodo, la situación de los docentes seguía presentando problemas importantes. Según la documentación de algunos funcionarios públicos como, por ejemplo, el juez de paz de la sección de Tecate en 1899, comentaba respecto a la preparación de las personas responsables de la educación escolarizada, que la directora de la escuela era una señorita de 17 años, con virtudes, buen carácter, de intachable comportamiento y de no escasa instrucción:
Asimismo, de la escuela de San Telmo, el juez de paz comentó que la “directora era una niña de 11 años que podría tener muchos conocimientos, pero que por su edad no la respetan ni atienden los demás niños”.13 Al revisar las “Noticias mensuales de estadística escolar de la Inspección General de Educación Primaria de las Escuelas Nacionales del Distrito Norte de la Baja California”, de 1910 y 1911, encontramos la suma aproximada de 66 profesores en la región, entre lo que aparece uno de los Estados Unidos y dos profesores examinados en el Distrito Federal.14 Respecto a los sueldos, la situación seguía presentando dificultades, pues éstos eran bajos. El día 30 de enero de 1889, el juez de paz de la sección de Tecate llegó a comentar que su sirviente ganaba cinco pesos más que el profesor. Desde su punto de vista el sueldo del profesor era demasiado bajo, por lo que justificaba la irregularidad en este trabajo, ya que quien laboraba en estas condiciones tenía que salir a trabajar en otras actividades para subsistir. Según el informe, los sueldos del director y su ayudante sumaban en total 65 pesos mensuales, razón por la que dicho juez estaba de acuerdo en que miembros de una familia ocuparan ambos cargos.15 Otra situación que se observa es que las profesoras recibían por su trabajo el 50% del salario asignado a los hombres. En particular en Tijuana, durante el periodo 1888-1889, fue menos de la tercera parte.16 De la documentación de 1888 a 1896, se concluyó que eran cerca de 38 los profesores que laboraron en el Distrito, entre los que se encontraban inspectores y un delegado. Se observa la movilidad de adscripción de algunos docentes en las distintas localidades.17 Ante esto, llama la atención que en algunas ocasiones el jefe político despedía o aceptaba la renuncia de personal, quien tiempo después era recomendado para otro lugar, tal es el caso de Martín Magallanes. Situaciones como éstas se debían a la falta de personal en este campo.
Programas y libros de texto En 1888 entró en vigor la Ley de Instrucción Primaria para el Distrito y Territorios federales. En ella se les prohibió a los profesores proponer e implantar sus propios programas educativos. Establecía que la instrucción primaria se dividía en elemental y superior. Respecto a la primera debía ser laica, gratuita y obligatoria.18 Entre 1889 y 1891 se llevaron a cabo en la capital del país dos congresos de instrucción. La invitación llegó al Distrito Norte para que asistieran tanto profesores como autoridades. En estos eventos se pretendía la homogeneización de la educación nacional en todo el país. En consecuencia de estos movimientos pedagógicos nacionales, el 10 de marzo de 1891, Luis E. Torres, jefe político del Distrito, solicitó a la Secretaría de Gobernación alrededor de 666 libros para profesores y alumnos, con el fin de poner en práctica el nuevo plan de estudios que entraría en vigor a partir del 7 de enero de 1892.19 El 6 de marzo de 1896 se expidió otra Ley reglamentaria de la instrucción primaria superior para aplicarse en el Distrito Federal, Territorio de Tepic y Baja California a partir del siguiente año. Algunas materias que se impartirían eran: moral, francés, historia de México, economía, política, ciencias físicas, música, ejercicios higiénicos, ejercicios militares, música y ejercicios domésticos.20 De esta manera, tenemos que ante el cambio de categoría jurídica, el Distrito Norte de la Baja California mejoró su situación debido a que se iniciaron nuevos proyectos educativos tanto a nivel local como nacional. Se observó un desarrollo cuantitativo en el aumento de establecimientos escolares, pues de existir en 1888 menos de tres escuelas en funcionamiento, para 1911 había 17 que laboraban con regularidad y seis estaban en proyecto. El número de alumnos atendidos también aumentó de manera importante. Sin embargo, el desarrollo cualitativo se dio en menor grado pues persistían los sueldos bajos, la improvisación de personal y la falta de profesores; esto último, debido a renuncias voluntarias y despidos, lo que generaba a la vez el cierre de escuelas de manera temporal. Esto nos refleja la enorme necesidad de personal capacitado y la manera en que repercutía en la educación. Llama la atención la recontratación de docentes a los que se les había aceptado la renuncia o se les había despedido por supuesta ineficiencia.
___________________________________ *Licenciada en Historia egresada de la Escuela de Humanidades de la uabc.
Notas: 1 Archivo General de la Nación (agn), Archivo General de la Nación, caja 315, Colección Pablo Herrera Carrillo, exp. 170, periodo 1882, iih-uabc. 2 Ibídem, exp. 167. 3 Ibíd. 4 Ibíd, exp. 170. 5 Ibíd. 6 agn, Gobernación, vol. 219, sección 2ª. 1887, exp. 5, iih-uabc, 1887-28. 7 agn, Archivo General de la Nación, op. cit., exp. 1770. 8 agn, Gobernación, vol. 4, exp. 37, año 1880-81, iih-uabc. 9 agn Archivo General de la Nación, Colección Pablo Herrera Carrillo, caja 315, exp. 188, iih-uabc. 10 agn, Gobernación, vol. 256, secc. 2ª. 889 (7), exp. 2, periodo 1889, iih-uabc 1889.16. 11 Noticias Mensuales de Estadística Escolar, Inspección General de Educación Primaria de las Escuelas Nacionales del Distrito Norte de la Baja California durante el año de 1910. Información obtenida de diversos documentos del agn, Instrucción Pública y Bellas Artes, cajas 104 y 106, son varios documentos y se encuentran en el iih-uabc. 12 agn, Gobernación, vol. 386, exp. 2, sección 2ª., periodo 1899, iih-uabc 1890.4 [33.7]. 13 agn, Gobernación vol. 286, exp. 2, 1899, iih-uabc 1899.11 [33.14]. 14 agn, Instrucción Pública y Bellas Artes, op. cit. 15 agn, Gobernación vol. 386, op. cit. 16 agn, Archivo General de la Nación, op. cit. 17 Ibíd. 18 agn, Instrucción Pública y Bellas Artes, caja 236, exp. 1, periodo 1888, iih-uabc 1899.11 [33.14]. 19 agn, Gobernación vol. 279, sección 2ª., exp. 19, periodo 1981.10 20 Dublán y Lozano, n.p. 29, exp. 117, vol. 26, iih-uabc.
Bibliografía Bazant, Miranda, Debate pedagógico durante el porfiriato, México, Ediciones El Caballito, Secretaría de Educación Pública, 1985. _____ Historia de la educación durante el porfiriato, México, El Colegio de México, 1993. Bonifaz de Novelo, María Eugenia, “La educación en Baja California en la segunda mitad del siglo xix a 1911”, en: Vivir en Ensenada, vol. iii, abril de 1993. Grijalva Larrañaga, Edna Aidé, “Educación y sociedad: Los orígenes de la instrucción pública en Baja California, siglo xix”, Calafia, vol. v, núm. 2, abril de 1984. Katz, Friedrich, La servidumbre agraria en México en la época porfiriana, México, Editorial Era, 1984. Martínez, Pablo L., Historia de la Baja California, México, Patronato del Estudiante Bajacaliforniano, A. C., Dirección Estatal de Educación y Consejo Editorial del Estado de Baja California Sur, 1991. Piñera Ramírez David, Historia de Tijuana. Semblanza general, Tijuana, B. C., uabc-xi Ayuntamiento de Tijuana, 1985. Zoraida Vázquez, Josefina, La educación en la historia de México, (introducción y selección), México, El Colegio de México, 1992, serie Lecturas de Historia Mexicana, núm. 7.
Archivos Archivo General de la Nación, fondos Gobernación, Instrucción Pública y Bellas Artes, en el Instituto de Investigaciones Históricas-uabc. Colección Pablo Herrera Carrillo, en el Instituto de Investigaciones Históricas-uabc. Colección Dublán y Lozano, Instituto de Investigaciones Históricas-uabc. |