R e s e ñ a
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Mario Alberto Magaña Mancillas* |
El maestro Luis González y González, en su obra El oficio de historiar, señala que “Poquísimos hombres de los de antes dejaron huellas suficientes de su trayectoria terrestre. [Por lo que] casi todos los protagonistas y los sucesos históricos son irreconocibles”. Es así que en algunos casos se requiere de empecinados por lograr reunir la información precisa para darles siluetas definidas a todos esos seres humanos, mujeres y hombres, que han poblado el pasado común. Muchas veces nos vamos por la libre porque es más barata, aunque no necesariamente sea la mejor ruta, ¿para qué indagar de individuos que no tuvieron la suficiente grandeza para dejar monumentos espectaculares? Por lo que Don Luis nos regaña con su tono microhistórico: “Quien se ocupa de las acciones humanas del pasado no tiene derecho a ser ignorante ni a una vida unidimensional”. Como el padre Fernando Consag, Carlos Lazcano, Denis Pericic y Michael Mathes, ni son ignorantes, ni mucho menos han tenido una vida unidimensional. El descubrir algo nuevo cada mañana, con cada documento, con cada paisaje, con cada nuevo amigo, los ha llevado a encontrarse en este excelente libro sobre y para Consag. Fernado Consag. Textos y testimonios es de esas obras que tratan de informar y formar sobre el pasado peninsular: “La idea de este trabajo es presentar una visión de la vida y obra de Fernando Consag, complementada con los textos que nos dejó y los testimonios escritos de sus contemporáneos” (p. 39). De manera más detallada los autores buscaron “publicar los documentos más importantes de Consag conocidos hasta ahora, y los testimonios de sus contemporáneos, en un solo volumen, en una edición la más accesible posible y de fácil lectura, pensando en dirigirla más a un amplio sector que a un público de historiadores [...]” (p. 58). Ésta ha sido una constante de las aportaciones de Carlos Lazcano en su serie de publicaciones sobre la Ensenada de Todos Santos, bajo la colección Documentos sobre la historia y la geografía del municipio de Ensenada. Pero, lo que no señalan los autores es que también están presentes sus propios testimonios sobre sus búsquedas personales bajo el pretexto de Consag. Tanto para Lazcano y Pericic están reflejados sus exploraciones por sus tierras natales: “Mientras el misionero croata-mexicano se exponía en sus entradas, a los ingratos látigos del sol, y a las mordeduras del frío, nunca se imaginó que muchos años después, su labor uniría tanto a gentes de su ciudad natal como a personas de las regiones que evangelizó hasta su muerte” (p. 36). La búsqueda de la propia identidad los lleva a recorrer el pasado por medio de la pluma a Pericic, y a Lazcano a pie primero y después con la pluma. En general, la obra está dividida en dos grandes bloques: el primero sobre la formación primera de Consag en su tierra natal en la Europa central, realizados por Pericic; y en el segundo, se relatan sus experiencias misioneras en la California jesuítica gracias al trabajo de Carlos Lazcano. El trabajo se ve enriquecido por la numerosa documentación recopilada, tanto publicada como inédita; esta reunión temática nos muestra un lado novedoso de la información ya conocida, pero bajo otros criterios. También es de resaltar el magnífico prólogo realizado en conjunto por el doctor W. Michael Mathes, “Las Californias de Consag, S.J., 1533-1768”, y por el doctor Damir Zoric, “El humanismo de Consag” (pp. 15-38), así como la introducción titulada “Huellas en el desierto: la obra de Fernando Consag en la Antigua California”, bajo la pluma de Pericic (pp. 39-62). La importancia de conocer la conformación previa de los sujetos históricos, se destaca en el capítulo primero “La Croacia de Fernando Consag (1703-1729)”, realizado por Denis Pericic (pp. 63-93), antes de pasar a la trayectoria del padre Consag en el continente americano, de 1730 en adelante (capítulo 2 “Consag en el Nuevo Mundo”), especialmente en California, es decir de 1732 a 1759 (capítulos 3 al 9, por ejemplo “Primeros años en California (1732-1737)” o “La entrada de 1753 y la fundación de San Francisco de Borja”), donde de manera detallada se van relatando los trabajos misionales y exploratorios del padre Fernando Consag. En estos capítulos, de manera cronológica, se sigue el caminar del jesuita explorador, a veces gracias a sus propios textos: “el padre visitador y el padre Juan me recibieron en Guadalupe en la vigilia del santo padre” (p. 129), y en otras ocasiones por medio de narraciones del imaginario histórico de Carlos Lazcano:
Otro de los logros de esta obra es reunir textos basados en los documentos de Consag que fueron utilizados en obras más generales escritas posteriormente, mostrándonos ese largo proceso de la construcción del conocimiento del pasado. Por ejemplo, en el capítulo 5 se encuentra el “Diario del viaje del padre Fernando Consag en el descubrimiento del golfo californiano del 9 de junio al 25 de julio de 1746”. Después está una carta de Consag sobre el tema, lo que el padre Miguel del Barco escribió, así como su tratamiento en la obra “Apostólicos afanes”, y en el libro del padre Francisco Javier Clavijero. En el capítulo 10 se agrupan los testimonios sobre el padre Fernando Consag, específicamente las obras del padre Francisco Zevallos, y los elogios extractados del padre Miguel del Barco y Francisco Javier Clavijero, de sus respectivas obras Historia natural y Crónica de la Antigua California e Historia de la Antigua o Baja California. En síntesis, esta obra nos informa sobre la vida, trabajos y aspiraciones del padre Fernando Consag, nos acerca al mundo físico y espiritual de la California jesuítica, que en mucho viene a complementar la visión histórica de esta etapa de nuestro pasado, a la cual han aportado saber y pasión historiadores como Michael Mathes, Miguel León-Portilla, Ignacio del Río y Harry Crosby.
________________________________________ *Historiador especializado en la historia social del norte de la Baja California durante los siglos xviii y xix. |